De la mano de su incondicional admirador, William Faulkner, la crítica ha considerado esta novela "continuación natural" de El niño perdido, aun habiendo sido escrita antes que ésta.
Nouvelle como aquélla, autobiografía "lírica" (Antonio Mochón: "Una ausencia planetaria"), el narrador, el propio Wolfe -así, en El niño perdido-, busca denodadamente la puerta que le abra paso a su lugar en el mundo, "una puerta que sólo había que abrir pero que nunca se abría, tan sólo una puerta, una puerta que nunca encontré".
[Seguir leyendo] No se necesita la lengua para el silencio