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Argentina no acaba nunca. 1ª parte

Javier Pérez Iglesias 16 de Septiembre de 2009 a las 09:11 h

Cuando viajo a un país nuevo me gusta preparar ese encuentro. Casi siempre trato de leer algo sobre su historia, ojeo alguna guía (aunque prefiero utilizarlas sobre el terreno y, muchas veces, me producen más placer cuando ya he regresado a casa) o busco literatura sobre ese lugar.

Muy a menudo, una novela nos enseña más sobre una época, un acontecimiento, una persona o un país que otras obras científicas y bien documentadas, con acercamientos de disciplinas académicas asentadas.

El caso es que cuando supe que iba a hacer un viaje de trabajo a Argentina, allá por junio, y planeé quedarme una semana más de vacaciones, empecé a recopilar información y lecturas. Los amigos de aquí y de allá me aconsejaron sitios, paseos, comidas y libros. Nora, por ejemplo, me dijo que tenía que explorar la vida teatral de Buenos Aires: "No te pierdas los espacios alternativos y acuérdate de Timbre 4"; Ana Banana y Clara me decían que paseara mucho por todas partes: "¡Ufff, ya verás qué librerías!", "No dejes de pasarte por San Telmo"; Fernando Godoy me convenció de que me buscara un hotel en Palermo Soho y Michèle me recomendó probar los vinos y experimentar con los restaurantes: "Se come bien por todas partes".

 

Pero más allá de Buenos Aires, de la que tenía ya las mejores referencias, me apetecía saber algo más del país (Oh! El interior!). Por amistad y por afinidades ya conocía muchas cosas de la Historia reciente de Argentina pero la cercanía del viaje me abrió el apetito. Una cena en casa de Samuel y Silvia, los dos habían pasado una temporada en Buenos Aires, me descubrió un autor, Tomas Eloy Martínez, y dos obras: La novela de Perón y Santa Evita.

 Cubierta de una de las ediciones

La novela de Perón es una de esas obras literarias que narra acontecimientos históricos, que mezcla reportaje periodístico con ficción biográfica y que consigue contar mucho y enganchar muchísimo.

El "peronismo" es uno de esos enigmas argentinos que siempre me han intrigado, atraído y sacado de quicio. ¿Cómo puede haber peronismo de extrema izquierda y de extrema derecha conviviendo con todos sus recovecos intermedios? ¿Y qué me dicen del personaje Perón?: militar, populista, casado con "Ella", con oscuro pasado, odiado, adorado, exiliado en la casposa España de Franco, aclamado en un regreso triunfal...

Bien, pues Tomás Eloy Martínez junta muchas voces para contarnos quién fue Perón y qué fue para Argentina. A partir del anciano, achacoso y "jubilado", que hace las maletas en su chalet de Puerta de Hierro, rodeado por una corte de boxeadores, políticos trepas, ex sindicalistas,  y otras hierbas, se reconstruye una historia que es personal y es de Argentina.

Hay diferentes planos, y el lector se mueve entre ellos con suavidad, gracias a la pericia del escritor. Como capas de una misma pintura podemos ver los recuerdos del anciano general, la historia oficial que él mismo dictó a sus hagiógrafos, los recuerdos de las personas cercanas, su primigenia fascinación por Mussolini, sus intrigas para manejar a los políticos, su carisma y sus traumas.

Los recuerdos afloran durante el tiempo en el que Perón se despide de Madrid para viajar a Argentina, en donde le espera una multitud enfervorecida. Acompañando al general, o esperándolo en los alrededores de Ezeiza, se tejen y destejen las esperanzas de izquierdistas y extrema derecha. El siniestro López Rega y la "Orden de los Elegidos" preludian el horror que se abatiría sobre Argentina pocos años después, una vez muerto el protagonista, cuando su tercera esposa, Isabelita, le sucede en el cargo y abona el terreno para la llegada de los milicos.

Poco antes de viajar, y recién terminada La novela de Perón, escuché una de esas grabaciones históricas que, de vez en cuando, pasan por Radio 5. Sonaba una voz como de actriz, con una dicción perfecta, dando una alocución con un tono más bien izquierdoso, reivindicativo, no recuerdo con exactitud las palabras, pero muy del tipo "los derechos del pueblo ya nunca más se van a pisotear". Era Evita, en su discurso de bienvenida, durante el viaje triunfal por España. Delante de Franco, rodeada por los atónitos asesores, ministrines y consejeros del dictador, la rubia se soltó un discurso "a lo Pasionaria". No fue el único asunto en el que le faltó asesoramiento porque podemos verla en las fotos, saludando desde el balcón del Palacio Real, en un achicharrante día de verano madrileño, enfundada en un anacrónico abrigo de pieles. Luego pusieron un fragmento de su despedida, cuando ya regresaba a casa después de haber sido recibida en España e Italia como una reina, una estrella, una diosa. Aquí ya había sido aleccionada por el régimen y sus palabras eran más de devota esposa y dama agradecida.

 

Cubierta

Leí Santa Evita al regresar de Argentina y no me decepcionó, a pesar de lo mucho que me había gustado la anterior novela. Aquí se cuenta la vida de Eva Duarte (de Perón) a partir de un hueco, un vacio, una ausencia. O mejor, a partir de un cadáver. Evita ha muerto, los descamisados, los "grasitas", el pueblo humilde, la veneran y la lloran mientras en algunos salones se brinda con champagne para celebrar el fin de esa tiranía de lo "cutre", de ese dominio desaforado de "una cualquiera", de ese borbotón de irracionalidad sobre la superficie ilustrada de las élites.

A lo que asistimos en Santa Evita, es a los avatares, idas y venidas, de un cuerpo embalsamado, que nadie quiere, que todos reclaman, que parece tener vida propia y marcar el ritmo de las desgracias de quienes la rodean.

A partir de lo que les sucede a los que se hacen cargo de su cuerpo -el médico que la embalsama, los que quieren hacerla desparecer, quienes la buscan- se van iluminando escenas de la vida de Evita y, con ellas, de la historia de Argentina.

Por cierto, en ninguno de los dos libros he encontrado respuesta a mis preguntas pero me han ayudado a hacerme otras nuevas y a disfrutar leyendo y pensando. Os recomiendo estas dos novelas no sólo si os atrae o interesa Argentina sino como ejemplo de buena literatura.

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Comentarios - 5

Susana Diaz

5
Susana Diaz - 11-11-2016 - 12:06:24h

Me encantó tu artículo, venia recomendada de nuestra compañera Anna y la verdad que muy interesante todo.

Andoni Calderón

4
Andoni Calderón - 7-10-2013 - 18:04:31h

Santa Evita formaba parte del canon de Carlos Fuentes (el del siglo XX). Vi esta reseña y opté por leer la novela y por acompañarla con La novela de Perón (uno de esos casos en los que merece la pena la diferencia entre el libro electrónico y el de soporte papel). Así yo también descubrí a un autor excelente, con un estilo de escritura aparentemente cercano al periodismo, su profesión, y en el caso de Santa Evita surcado con frases hermosas que parecen concentrarse en determinados puntos. Imagino que no todas son de Gelman (el autor hacer referencia a haber introducido frases del poeta con su permiso). La historia ronda lo esperpéntico y merece la pena inmiscuirse en ella.

 

No pude completar la tarea con La novela de Perón, ya que unas manos hábiles se quedaron con mi ereader, por lo que tendré que utilizar alguna alternativa para poder acabarla y, en todo caso, opinar.

Sindo Villar

3
Sindo Villar - 24-09-2009 - 15:51:57h

Yo también leí Santa Evita este verano. Muy buena.

jcenzano

2
jcenzano - 18-09-2009 - 11:49:18h

¡Más reseñas argentinas! ¡Felicidades, dan muchísimas ganas de leerse todo-todo-todo! ¡Necesito otra vida!

silvia

1
silvia - 16-09-2009 - 21:47:25h

Che, hermano, qué linda tu reseña... Me conmueve que te hayan fascinado tanto como a mi. El contenido es fantástico pero la forma en la que teje los hilos Eloy Martínez me parece lo más sobresaliente. De hecho han pasado varias lecturas y años desde que las leí y todavía busco ese algo tan sorprendente, tan genial y perfecto como la escritura y estructura de estas dos novelas. También busco otras ciudades y otras gentes pero siempre me inunda Buenos Aires y los argentinos del interior...


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