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Mujer y poeta

Susana Corullón 21 de Marzo de 2011 a las 10:02 h

Seguimos con nuestro mes de y sobre las mujeres. Hoy además se yuxtapone otra celebración, la del Día mundial de la poesía. Queríamos hablar de una mujer poeta, Y hemos elegido a Wislawa Szymborska.

En su discurso al recibir el Premio Nobel en 1996, Szymborska habla del asombro, como verdadero origen de la inspiración.
Si fuera posible encontrarse algún día con el autor del Eclesiastés, nos cuenta Szymborska, después de inclinarse ante él con reverencia, le cogería de la mano y le haría reparar en el sentido de la famosa frase: "Nada hay nuevo bajo el sol".
Le diría: "Tú mismo has nacido nuevo bajo el sol. Y el poema que has creado también es nuevo bajo el sol, ya que antes de Ti nadie lo había escrito. Y nuevos bajo el sol son tus lectores, puesto que los que vivieron antes que Tú no te podían leer. Y el ciprés en cuya sombra te sentaste, no crece aquí desde el principio del mundo [...] Y además te quisiera preguntar, Eclesiastés, ¿qué desearías escribir ahora de nuevo bajo el sol? ¿Algo con qué completar tus ideas, o tal vez tienes la tentación de negar algunas de ellas? En tu poema anterior concebiste también la alegría, y ¿Qué hay del hecho de que resulte ser tan pasajera?..."
Pareciera que "asombroso" es lo que sobresale de la obviedad, pero para Szymborska, no existe la obviedad, eso queda para el habla cotidiana, pues en la lengua de la poesía nada es común. Como dice Pere Gimferrer: "El poema se explica al llamear". Los poetas nunca se quedarán sin trabajo.


Como al autor del Eclesiastés, Szymborska nos toma de la mano para enseñarnos lo asombroso escondido en la vida corriente:

 

Elogio de mi hermana


Mi hermana no escribe versos
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada del mundo
                                               escribiría versos.

Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir
                                                               versos.
En los cajones de mi hermana no hay viejos 
                                                            versos,
ni recién escritos en su bolso.

Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe versos.
Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de
                                                     generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos
                                                  sentimientos.
Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus vacaciones
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.

 

Invitamos a participar en las actividades que proponen para festejar este día en el blog Sinololeonolocreo, o en alguno de los actos que se van a organizar hoy. A modo de ejemplo, sugerimos éstos:

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