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Virtualización de los fondos en tres dimensiones

Julia Marquerie Sánchez 7 de Enero de 2016 a las 11:38 h

Los tiempos avanzan y las nuevas tecnologías se hacen hueco en todas las disciplinas: turismo, medicina, marketing, ciencias medioambientales... ¿Y en cultura? ¿Hay algo que nos acerque a nuestro patrimonio? A menudo las grandes instituciones ofrecen al público imágenes en alta resolución, visitas virtuales y estudios soportados en otros medios, como vídeos o mapas interactivos, contribuyendo así a la difusión de los fondos de los museos y a la investigación de los mismos. Desde hace unos años, muchas de esas investigaciones se realizan sobre imágenes tridimensionales, que permiten ver el objeto desde todas sus vistas y de manera muy detallada. Ello permite la visualización aumentada de partes que antes eran demasiado pequeñas y el descubrimiento de alguna técnica de manufactura del objeto o de los deterioros que pueda estar sufriendo, pudiendo producirse diagnósticos más precisos acerca del estado de conservación y de este modo prevenir desde mucho antes el daño. [Seguir leyendo]

 

Como vemos, la digitalización en tres dimensiones permite realizar avances tanto en investigación material e histórica del objeto como en la conservación del mismo. Si a ello sumamos su publicación en Internet, se cumplirían tanto el objetivo de preservación del patrimonio como su difusión.

 

¿Qué permite esta acción? Por un lado, como ya comentábamos, se llega a un público más amplio no solamente por el atractivo que provoca el uso de las últimas tecnologías, sino también por la facilidad que supone consultar uno de estos archivos digitales desde cualquier punto del mundo únicamente con la ayuda de un ordenador o un terminal móvil. Imaginémonos por un momento lo cómodo que puede resultar para un investigador analizar un objeto en todas sus dimensiones y detalles desde su casa; y la utilidad no solamente es a nivel particular, sino también con respecto a las obras, puesto que la digitalización supone conservar su valor estético incluso en caso de pérdida o robo.

 

Varias instituciones importantes emplean este tipo de tecnología sobre diversas obras patrimoniales, entre las que se encuentra el Visual Computing Lab en colaboración con la Colección Peggy Guggenheim y el Opificio delle Pietre Dure en Italia. Realizan estudios sobre la pintura de Jackson Pollock para admirar de un modo más detallado su técnica o incluso escanean restos arqueológicos completos con el objetivo de investigar acerca de su historia.

 

No hace falta irse tan lejos para ver ejemplos de la digitalización tridimensional: en España existen instituciones y empresas que se especializan en esta materia, como la Academia de Bellas Artes de San Fernando o Balawat, quienes realizan técnicas de escaneado láser y fotogrametrías para el estudio de esculturas y la reconstrucción de yacimientos arqueológicos. Se valen de plataformas en Internet que permiten su difusión de manera fácil, como 3DHOP o Sketchfab[1], donde la visualización de los objetos tridimensionales permite un profundo estudio.

 

En el mundo del documento gráfico y los libros esta práctica resulta muy útil para conseguir dichos fines -difundir y conservar- de manera absolutamente armoniosa, puesto que la consulta de los ejemplares documentales ya no implicaría un manejo físico. En estos términos, se ha realizado una prueba con uno de los libros de la Biblioteca Histórica a raíz del trabajo de fin de grado Incunables de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. Propuesta de intervención. El proyecto se ve motivado por la necesidad de digitalización de las encuadernaciones, puesto que este tipo de trabajos suele implicar únicamente un escaneado de las páginas de los libros para conservar su contenido y nunca para preservar su materialidad completa. Se hace necesaria, por tanto, la preservación digital de los libros completos, para que se puedan realizar estudios sobre ellos sin implicar una consulta física y también conservar en los archivos digitales en caso de robo.

 

El ejemplo comentado es el realizado sobre el libro con signatura BH INC FL-207, del siglo XV y cuya encuadernación se encuentra perdida parcialmente por su presencia en la Ciudad Universitaria durante la Guerra Civil. La técnica empleada es la fotogrametría, consistente en la realización de numerosas fotografías para la creación de un modelo tridimensional gracias al programa Agisoft Photoscan. Se trata de un software de fácil manejo que realiza nubes de puntos, modelos poligonales y mapeos de textura de manera casi automática y rápida, del cual obtenemos resultados como el que aparece en este vídeo.

 

Aunque queda mucho por hacer, se trata sin duda de una nueva herramienta que favorece la conservación de los fondos y su difusión de una manera excepcional.

 

 

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[1] La Academia de Bellas Artes de San Fernando utiliza esta tecnología para permitir la visualización de los 3D en su página web. Un público muy amplio puede acceder a esta plataforma y añadir sus propios trabajos.

 

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