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Amor y bibliografía cada día: Fernando Huarte in memoriam

Marta Torres Santo Domingo 31 de Enero de 2011 a las 20:36 h

"La semana que viene acudiré... Mientras tanto, amor y bibliografía cada día". Estas son las últimas palabras que dedicó Fernando Huarte a sus "queridas amigas noviciadas" en una carta escrita hace poco más de un mes, en el papel con membrete que llevaba utilizando muchísimos años, aquella orla del Quijote de Ibarra grabada por Carnicero en la que las cabezas de Rocinante y el rucio de Sancho Panza cuelgan en mitad de una guirnalda. [Seguir leyendo]

 

Fernando Huarte ha muerto el 25 de enero de 2011, veinticinco años después de jubilarse como Director de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid y casi setenta desde que entró a trabajar en ella, a principios de los años cuarenta. Tenía noventa años. Entre sus querencias, especialmente su familia, su labor bibliográfica o su amistad con Camilo José Cela, su amor por la Biblioteca Complutense fue siempre una de sus señas de identidad. Y así lo reconocíamos todos los bibliotecarios complutenses que nos hemos visto regalados con su presencia constante durante tantos años. Cada poco tiempo, Fernando Huarte visitaba alguna de las bibliotecas de la Universidad, charlaba con nosotros, desayunábamos juntos, y nos comentaba sus trabajos. En los últimos años cada vez eran más frecuentes sus visitas a la Biblioteca Histórica, a disfrutar de una exposición, a compartir con nosotros una inauguración, a traernos el último artículo que había escrito, a regalarnos unos papeles de su archivo, a charlar y, siempre, disfrutando de nuestros avances con un orgullo que nos emocionaba, nos felicitaba, y nos animaba a seguir.

 

Son muchas las facetas profesionales de Fernando Huarte que debemos recordar y, algunas de ellas nos emplazamos a estudiarlas con más detalle, especialmente su labor de bibliógrafo, quizás el perfil más conocido por los no bibliotecarios. Pero varias generaciones de bibliotecarios complutenses le reconocemos, y más con la perspectiva del paso del tiempo, como un gran Director de la Biblioteca pues durante su mandato, en años difíciles, se llevaron a cabo algunas de las acciones más relevantes para la modernización de la Biblioteca, poniendo los cimientos para el salto que ha permitido a la Biblioteca Complutense situarse en la vanguardia, ya en el siglo XXI: el concepto de servicio a la universidad, la creación de la escala de bibliotecarios de la universidad, los inicios de la centralización, la integración de la Biblioteca con su Universidad, entre otros.

 

Hoy, desde la Biblioteca Histórica, queremos recordar a Fernando Huarte por su magisterio en nuestra labor de bibliotecarios de fondos antiguos. Lo que hoy es la Biblioteca Histórica le debe mucho a Fernando Huarte pues de él aprendimos una filosofía de servicio específica, un talante que combina la función de conservación pero sobre todo la difusión, una exigencia que nos debe fomentar el estudio, el esfuerzo, la formación y, sobre todo, una visión eminentemente universitaria de nuestra misión: "En la Universidad la biblioteca, más que en ningún otro centro, ha de ser eminentemente un servicio y no un tesoro. Almacenar libros raros que no se usen no sirve a la función educativa o científica propia de un centro docente o de investigación".

 

Estas palabras pertenecen a un texto modélico que todos los bibliotecarios de fondos antiguos deberían tener presente en el ejercicio de su profesión "El libro, el bibliotecario y el lector de fondo antiguo" (en Homenaje a Justo García Morales, Madrid, Anabad, 1987, págs. 305-331).

 

Con la sabiduría de años de experiencia y observación, ayudado por una prosa especialmente cuidada y sencilla, alejado de la altisonancia y pedantería que, en ocasiones, acompaña el paisaje de los libros antiguos, y con el fino sentido del humor que le caracterizaba, Fernando Huarte, todavía hoy, nos sigue aconsejando:

 

"... A libro antiguo, bibliotecario moderno... Puede muy bien ser el bibliotecario de libros antiguos una persona normal de actitudes vitales, emprendedora, metida en la rueda del dinamismo y la modernidad, que sea capaz de sentir entusiasmo también por el libro nuevo recién salido de la imprenta...

... Los libros de fondo antiguo también son para leerlos... El bibliotecario de fondo antiguo puede no limitarse a esperar que el lector llegue, ni, llegado, a aceptarle, sino que debe, en cuanto le sea posible, provocar su venida. Atesorar libros, ordenarlos, ha de ser para el uso; en nuestro caso, para el uso de objetos de valor histórico; que no por bien custodiados han de vivir como escondidos.

... El fondo antiguo es la materia viva medular de la historia que el bibliotecario debe conocer y divulgar, con lo que contribuirá a la historia del centro, de la población, región o nación de que dependa directamente y de las ciencias a las que esté dedicada...

... El bibliotecario de raros forme conjunto con sus compañeros, superiores y subordinados, y hágales vivir las pequeñas emociones de sus descubrimientos, de sus servicios a los lectores, que es su manera de contribuir a la cultura. Debe obrar como fermento dentro de la colectividad bibliotecaria para extender el aprecio hacia esa tarea específica de atención a las colecciones de libros antiguos. Mantener el entusiasmo donde los haya y despertarlo donde falte...".

... El bibliotecario acogerá al lector benévolamente hasta casi darle las gracias por haber acudido a la biblioteca a consultar un libro, en lugar de acomplejarle como si estuviera haciendo algo prohibido o de mantenerle en la sensación de que va a ser ésa la última vez que va a poder tener bajo sus ojos el libros deseado...

... Entre mis gustosas experiencias manejando libros, recuerdo la emoción con que veíamos relucir los cantos rojos o dorados de algunos libros al pasar sobre ellos la aspiradora en el depósito de la Biblioteca de Filosofía y Letras de Madrid, yo con unos guantes de goma y con una bata verde de cirujano que me daba mucha prestancia, al decir de las gentiles compañeras que me ayudaron en aquella tarea de selección de fondo antiguo...".

 

Fernando Huarte nos visitó con más frecuencia el pasado otoño pues había comenzado a investigar un libro antiguo, un impreso inglés del siglo XVIII que le tenía muy interesado. En los descansos le preguntábamos por la razón de su interés en aquel libro y le pedimos que escribiera algo para Pecia Complutense. Y eso es lo que nos trajo uno de los últimos días que vino, ya en noviembre. "Cuando se hizo en Filología una rebusca de libros antiguos que estaban mezclados con los modernos por la clasificación CDU, para guardarlos en el depósito pequeño - eso que he contado de los cantos rojos y la bata verde, acompañado yo de Isabel Belmonte y luego de María Luisa López-Vidriero -, nos llamó la atención, como algo misterioso y atractivo por la calidad de por sus dibujos, el libro de Strutt que me ha ocupado estos días y aún no he rematado su descripción... Os entrego un borrador para que os deis una idea y me hagais toda clase de observaciones...". La carta venía acompañada de sus notas bibliográficas sobre la obra (Joseph Strutt, Honda Angel-Cynnam, London, Benjamín White, 1775, BH FLL 36377): transcripción de la portada, descripción tipobibliográfica, notas sobre el contenido, sobre el autor, otros ejemplares, etc. No ha habido ocasión de comentarlo más pero ya nunca olvidaremos este libro del cual nos ha dejado dicho que "habría que tratar de llamar la atención sobre la existencia del libro en la Biblioteca Histórica y que alguien se lea la obra...". Lo haremos, querido Director.

 

Fernando Huarte, con su apariencia de caballero inglés de Reina Victoria, algo excéntrico pero siempre bienhumorado, prudente y respetuoso (¡cuantos silencios a muchas preguntas¡), con esa mirada chispeante de una mente inteligente que tenía un profundo conocimiento del alma humana, nos ha dejado un gran vacío con su marcha a todos los bibliotecarios complutenses y, desde luego, a todos los que hoy trabajamos en la Biblioteca Histórica. Somos el siguiente eslabón, los que cogimos su testigo en la cadena de la herencia complutense. Y nos ha dejado su ejemplo de vida y de bibliotecario. Gracias, Fernando, por todo esto y por el último consejo que nos diste:

 

"Amor y bibliografía cada día".

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Comentarios - 6

Arturo Martín Vega

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Arturo Martín Vega - 10-02-2013 - 17:37:58h

Marta, muchas gracias por ofrecernos la posibilidad de apreciar la labor de prestigiosas personas de la Bibliografía y de las fuentes de información. En pocos años se nos han ido William Armstrong Katz, Jaime Moll Roqueta, Fernando Huarte Morton y recientemente José Simón Díaz. Un recuerdo para su trabajo y mi sincero agradecimiento por su labor.

Sagrario López Poza

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Sagrario López Poza - 3-02-2011 - 02:49:20h

Fernando Huarte Morton, además de poseer todas las virtudes que se han dicho de él, era un excepcional maestro. Paciente y generoso, respetuoso con la ignorancia o el atrevimiento juveniles, humilde a la vez que sabio. Trabajar con él fue para mí el ingreso en un universo de curiosidad que sigo recorriendo. Sobre todas sus virtudes, estaba la de arreglárselas para hacer sonreír siempre a quienes le queríamos y le tratamos. En una ocasión, siendo yo muy joven, me dio para leer un librito de Eugenio d’Ors, del que me hizo copiar, en sus carácterísticas fichas en tamaño octavilla –en sentido vertical– una frase que viene pintiparada: «Todo pasa. Pasan las pompas y vanidades. Pasa la nombradía como la oscuridad. Nada quedará a fin de cuentas, de lo que hoy es la dulzura o el dolor de tus horas, su fatiga o su satisfacción. Una sola cosa, Aprendiz, Estudiante, hijo mío, una sola cosa te será contada, y es tu Obra Bien Hecha». Siempre recordaremos a Huartito por su obra bien hecha, por su capacidad de entusiasmar y por su honradez intelectual y humana.

Isabel Delgado Benítez

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Isabel Delgado Benítez - 2-02-2011 - 10:33:16h

La última vez que vino a vernos a nuestra Biblioteca de Hispánicas y Románicas, nos echó una bendiciones y me dijo: "Oye, es que yo no me quiero morir...". Le contesté: "Haces bien, no te mueras".
Se ve que no pudo ser. Lo siento mucho, Fernando.

Francisco Javier Fernández Iglesias

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Francisco Javier Fernández Iglesias - 1-02-2011 - 18:32:51h

Me siento un poco abrumado, pero quiero escribir algo con profundo cariño y respeto a nuestro jefe y maestro don Fernando Huarte. Cuando entré en la Biblioteca Complutense, don Fernando hacía unos meses que se había jubilado, aunque siempre que tenía un momento se acercaba a la que entonces era la sede de la dirección en la denominada Biblioteca Universitaria "Marqués de Valdecilla", hoy flamante "Biblioteca Histórica". Como nos acaba de recordar Marta Torres, no dejó de acudir a la Biblioteca. Sus visitas nunca te dejaban indiferente, porque con suma inteligencia y sentido del humor siempre te decía algo que parecía una broma, pero que escondía un saber profundo de la vida y, por supuesto, de nuestra profesión bibliotecaria.
Puedo decir que para ordenar someramente los papeles de gestión del archivo de la Biblioteca, sólo teníamos que seguir la estructura esbozada por don Fernando y al hacerlo, aprendiendo a cada paso, en cada documento, descubríamos su amor por el trabajo y su dedicación total a la Biblioteca Complutense.
Muchos compañeros podrán contar multitud de anécdotas divertidas que siempre surgían al tener la suerte de tratarle, aunque fuera unos instantes. Yo, ahora, recuerdo y valoro que todo lo que te decía nos servía de enseñanza, porque era un gran maestro en la ciencia de la vida. Descanse en paz, don Fernando.

Mercedes Fenández Valladares

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Mercedes Fenández Valladares - 1-02-2011 - 16:58:48h

Fernando Huarte ha sido el primer bibliotecario UCM que, como tal y además en su calidad de bibliógrafo e investigador del libro, mantuvo contacto directísimo y asiduo con los profesores de Bibliografía: me consta que desde don José a Jaime, Gloria y también conmigo: no hace ni año y medio se me coló en una de mis clases prácticas en la Facultad (edif. B): habíamos quedado para intercambiarnos “cromos” (separatas) y puedes imaginarte qué placer poder presentárselo a los alumnos y gozar de su saber y locuacidad…. otra faceta importante, excepcional diría yo, de nuestra UCM: la posibilidad de imbricar docencia especializada y bibliotecas patrimoniales

María Luisa López-Vidriero Abelló

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María Luisa López-Vidriero Abelló - 1-02-2011 - 11:34:17h

La risa inteligente, la ironía medida, el saber profundo del libro, el respeto intelectual, la fidelidad al amigo, el estímulo, la capacidad de creer en quienes empiezan, el apoyo infinito


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