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Mujeres en la Biblioteca Histórica: Josefina L. Díez y Lassaletta o el arte suntuario de la encuadernación

Javier Tacón Clavaín 18 de Marzo de 2011 a las 15:09 h

JOSEFINA L. DÍEZ Y LASSALETTA. Ex-Libris. 48 x 85 mm. Colección Antonio Correa. Calcografía Nacional. AC 10366 Caja 27

Josefina L. Díez y Lassaletta o el arte suntuario de la encuadernación era el titular de la entrevista realizada por Cecilio Barberán para la sección "Horas de Domingo" del diario ABC el 19 de septiembre de 1943. De esta encuadernadora se han descrito tres ejemplares actualmente conservados en la Biblioteca Histórica, procedentes todos ellos de la Facultad de Filología. El ejemplar de signatura FLL Res.256, el incunable de signatura INC FL-119, ambos de estilo neo-renacentista y el también incunable de signatura INC FL-56 de inspiración mudéjar en su diseño,  todos ellos descritos por el Prof. Dr. Antonio Carpallo. [Seguir leyendo]

 

Según la Enciclopedia de la encuadernación, el año de 1953, Josefina -"castellanizados" sus apellidos en esta enciclopedia como "Díaz Lasaleta"-  recibió el Gran Premio de Honor en la Internacional de Artesanía de Madrid y, según la misma fuente, el encuadernador José Galván recibe el mismo año la Medalla de Honor en la Exposición Internacional de Maestros Encuadernadores celebrada también en Madrid. La coincidencia parece definir claramente un hecho: en un mundo, el de la encuadernación de aquella época, acotado por nombres masculinos, Diez Lassaletta no parecía encontrarse en ese círculo de los Emilio Brugalla, Antolín Palomino, Mariano Monje, José Panadero... en  una época donde la mujer solía estar sentada al telar de coser en los establecimientos de encuadernación. El trabajo de esta artesana también delata la falta de una formación técnica ortodoxa en sus encuadernaciones, en las que se aprecia más intención y tesón personal que oficio.

 

Josefina no tenía la tradición familiar de los Ginesta o los Vera, con varias generaciones dedicadas al oficio ligatorio, ni fue formada en los entonces centros habituales -Escuela de Artes y Oficios, Escuela de Artes Gráficas- sino que, como expresa en la entrevista citada al comienzo, debe el "descubrimiento" de su "afición" al conde de la Navas que le enseña los tesoros de la Biblioteca de Palacio "pocos días antes de caer la Monarquía"(1931). Desde entonces frecuentó los archivos y bibliotecas de catedrales, reproduciendo mediante lo que ella llama "estarcido", las encuadernaciones de tesoros bibliográficos españoles, algunos de ellos luego perdidos en la Guerra Civil.

 

La vida de Josefina está muy ligada al linaje de su padre, el Teniente de Navío y experto en electricidad, don José Luis Díez y Pérez de Muñoz cuya carrera militar fue tan relevante en su corta vida que sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres. Debido a esa herencia, por Ley de 30 de diciembre de 1940 recibe una pensión extraordinaria de 5.000 pesetas anuales,- el sueldo de un oficial de segunda de la administración civil en ese año- (ABC  Sevilla 3 de enero de 1940) definiéndola como "actualmente de edad avanzada, en precario estado de salud y carente de recursos" (movimiento nobiliario 1931-1940) p.15. Mismo año este de 1940 en el que, como queda reflejado en la entrevista con  Barberán,  recuerda Josefina su "incomparable satisfacción" por viajar a Tetuán, "invitada por la Alta Comisaría y el Jalifa, para ver si podía encauzar de nuevo en este arte de la encuadernación el gusto de los artesanos marroquíes". Tres años antes, el 10 de mayo de 1937 murió su madre, siendo considerada en esa fecha como "notable escritora" (movimiento nobiliario de 1937, p.49).

 

Podemos considerar a Josefina L. Díez de Lassaletta como una investigadora historicista de la encuadernación y una notable artesana que se dedicó a la reproducción de estilos con más voluntad que perfección técnica, dejándonos encuadernaciones suntuosas con su sello personal, las cuales, aún a edad avanzada le proporcionaron éxitos, como el de ser catalogada, con motivo de la crónica de una exposición suya en Sevilla en 1962 de "celebridad mundial"  que recibía "peticiones del mundo entero" y ser distinguida en 1963 con el Premio Nacional de Artesanos Ejemplares (ABC de Madrid, 19.07.1963) . "Por expresa voluntad de la finada no se comunicó el entierro, que se verificó en la más estricta intimidad" reza en su esquela del diario ABC, tras su fallecimiento en Madrid el dos de diciembre de 1969 sin descendencia directa.

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