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En torno al "Calendrier et compost des Bergers" o cuando el tiempo era de dimensión humana

Isabel Corullón Paredes 18 de Julio de 2014 a las 09:49 h

Recientemente se ha publicado un estudio acerca del Calendrier et compost des Bergers, uno de nuestros más destacados incunables, debido a Denis Hüe. Forma parte de Lire, choisir, écrire: la vulgarisation des savoirs du Moyen Âge à la Renaissance. uno de los libros incorporados recientemente a nuestra sección de referencia. Se trata de una obra colectiva en torno a la progresiva importancia de la lengua francesa como vehículo de comunicación del saber entre una clase naciente, predominantemente urbana, frente al tradicional dominio del latín, a partir del renacimiento. Como contraposición, el estudio de Denis Hüe, aporta un buen ejemplo de la literatura relativa a los saberes de tipo práctico que desde el medievo se venía escribiendo en la lengua vernácula. [Seguir leyendo]

 

El Calendrier et compost ...es uno de los más antiguos y populares textos impresos. El más antiguo se imprimió en 1491 y la última edición conocida es la de 1786. Las especiales características de este libro eminentemente útil, que tenía una vigencia limitada a 5 o 10 años, explican su constante reedición y la relativa estabilidad, dentro de su diversidad, de contenido. Al mismo tiempo, por tratarse de obras de mucho manejo, son pocos los ejemplares que se han conservado. La Biblioteca Histórica posee dos de ellos: el Compost et kalendrier des bergères, (Paris : Guy Marchant, 1499) (BH INC M-10) valioso incunable, y otro mucho menos conocido, Le grand calendrier & compost des bergers composé par le berger de la grand Montagne, (Rouen : chez Richard Aubert..., 1592?) (BH MED 134), que gracias al estudio de Hüe podemos ahora apreciar en todo el interés de su contenido.   

 

El Calendrier et compost des Bergers, se inscribe entre los tratados medievales acerca del tiempo, que se caracterizaron por su rigor científico y al mismo tiempo por su  conciencia religiosa del mundo. En estas obras se combinaba el tiempo de los ciclos astronómicos, que rigen los solsticios y los equinocios, con el tiempo religioso correspondiente a las fiestas móviles (Pascua, Cuaresma, Ascensión y Pentecostés), que precisan de cálculos complejos. El título alude a estas dos formas de medir el tiempo: Calendrier hace referencia al tiempo cósmico, mientras que compost alude al cómputo requerido para fijar las fiestas móviles. La alusión a los pastores no es casual. La figura del pastor se caracterizaba por su conocimiento de la naturaleza, adquirido a través de su paciente observación. Era el suyo un saber práctico que no necesitaba estar legitimado por el principio de autoridad.

 

Denis Hüe, en un intento de crear las bases para establecer la tipología del contenido de el Calendrier, caracterizado por su diversidad, presenta las partes más características presentes en esta obra, y hace hincapié en su carácter enciclopédico y didáctico.

 

El texto de los Calendrier pasa de una forma coherente de la descripción de los útiles cronológicos a la de las estrellas y los planetas que rigen el tiempo, y de la visión del cielo, a la del hombre sobre la tierra. Aborda al ser humano como microcosmos en el doble aspecto de la salud física y su comportamiento moral.

 

Más que como aproximación exhaustiva de medir el tiempo, el interés principal de estos calendarios es que hacen inteligible el tiempo a nivel humano. En la presentación del calendario, los refranes asociados a cada mes remiten siempre a la vida humana, a la propia vida del lector, estableciendo una relación de complementariedad entre el cosmos y el hombre.

 

El conocimiento de los planetas y las estrellas lleva a las constelaciones del zodiaco, y es aquí donde se produce la aproximación más estrecha al ser humano. En la representación del círculo del zodiaco de acuerdo con una tipología humana, se observan dos órdenes, uno de tipo médico, y otro relacionado con la caracteriología. La parte médica comienza con la enumeración de los meses, a la que sigue la presentación de los signos del zodiaco. Esto da lugar a la conocida imagen del hombre astronómico, que muestra la relación de cada parte del cuerpo con los diversos planetas. Pero además plantea la relación del zodiaco con el comportamiento, desarrollando una tipología de caracteres según los planetas que presidan la hora del nacimiento. Así pues, a partir del cosmos, se llega al conocimiento del hombre en su naturaleza profunda. Y desde la naturaleza humana resulta fácil pasar al mundo de los animales, puesto que, según pone de manifiesto el Calendrier, hombres y animales son de la misma naturaleza, y un mejor conocimiento de los animales permite conocer mejor al hombre. Este razonamiento sirve para introducir un texto sobre los animales salvajes y domésticos y la figura del pastor, al que no solo se caracteriza por sus conocimientos astronómicos, sino también por su poder, pues su figura llega a identificarse con la del príncipe.

 

En muchas ediciones se incluye a continuación un texto sobre los vicios y las virtudes, y las penas del infierno e incluye algunas oraciones. Este conjunto constituye un mínimo de cultura religiosa, basada en el comportamiento social más que en la contemplación mística, y termina con la certidumbre de la muerte, recogiendo en algunas ediciones la danza macabra.

 

En conclusión, el Calendrier puede incluirse entre las publicaciones enciclopédicas tan comunes en la edad media, pues recoge un conjunto coherente de saberes. Además de proponer una serie de indicaciones calendarias precisas, con la que satisfacían la necesidad de la población urbana de un saber práctico, da numerosos de consejos de higiene y dietética, y hace una tipología de caracteres, para terminar con consejos morales, todo ello aderezado con numerosas máximas y refranes. El Calendrier es un tipo de libros destinados a acompañar a su lector toda la vida, instruyéndole en lo que se refiere al tiempo, a la naturaleza, a los hombres, dándole además los rudimentos de la fe y de la práctica social. Pero a diferencia de otras obras enciclopédicas, que se apoyan en la autoridad de los autores de la Antigüedad (real o atribuida), lo más remarcable del Calendrier es que tiene como referencia a un pastor (figura anónima y atemporal, cuyo saber viene de abajo y se apoya sobre la experiencia), y tiene una finalidad práctica, para ayudar al hombre del común a actuar en el mundo, permitiéndole, por ejemplo, anticipar los eclipses, predecir la meteorología,  además de enseñarle a conservar la salud. Es curioso observar que la figura del pastor va tomando cada vez más relieve en el Calendrier a medida que pasa el tiempo y la población se va urbanizando, en una especie de añoranza de los saberes ligados a la experiencia de la naturaleza.

 

De los ejemplares conservados en la Biblioteca Histórica : el Compost et kalendrier des bergères, (Paris : Guy Marchant, 1499) valioso incunable, es la versión femenina del Calendrier, editado por Guy Marchant aprovechando el éxito editorial de los primeros Calendrier y se caracteriza por sus extraordinarias ilustraciones. Le grand calendrier & compost des bergers composé par le berger de la grand Montagne, editado en torno a 1592 es infinitamente más tosco en sus ilustraciones, a base de planchas reutilizadas. Sin embargo tiene algunas de gran interés, que representan la mano como medio orgánico de medir el tiempo y memorizar el calendario, de acuerdo con una organización mnemotécnica. En la asociación que se hace del cuerpo humano al ritmo del calendario, la mano aparece como el medio orgánico de medir el tiempo. Sobre el dorso o la palma de la mano se inscribe el texto con indicaciones que llevan las claves de las máximas puestas en verso para facilitar su memorización, configurando así una organización mnemotécnica que permite medir el año, los meses, los días y las horas. El año y la hora tienen, por tanto, la medida del hombre, que tiene el tiempo representado en su mano.

 

 

Bibliografía:

 

  • "Le Calendrier et composta des Brewers, un vade-mecum populaire", par Denis Hüe, En: Lire, choisir, écrire : la vulgarisation des savoirs du Moyen Age à la Renaissance, études réunies par Violaine Giamotto-Charra et Christine Silvi, Paris,  2014, pp.71-96

 

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