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El legado Moles

Biblioteca de la Facultad de Farmacia. UCM 20 de Enero de 2011 a las 13:52 h

Ex libris de D. Enrique Moles presente en los ejemplares de su Biblioteca, hoy integrados en la Biblioteca de la Facultad de Farmacia de la UCM

De entre los legados importantes que han conformado y enriquecido la colección de la Biblioteca de Farmacia habría que destacar, tanto por su magnitud como por su calidad, el procedente del insigne físico, químico y farmacéutico D. Enrique Moles Ormella, personalidad de primera línea en el panorama científico europeo del siglo XX, y un hombre cuya biografía no sólo muestra su calidad profesional sino también su apasionada apuesta por el amor, la justicia y la coherencia...

Nacido en Barcelona el año 1886, la prematura muerte de sus padres pronto le inclinaría a llevar una vida independiente, iniciando los estudios de farmacia que compartiría en sus primeros años con su afición a la pintura. Con apenas 22 años concluiría brillantemente su licenciatura, trasladándose por primera vez a Madrid, donde obtendría en 1906 su doctorado con la calificación de Sobresaliente y Premio Extraordinario, lo que decidirá a la Junta para Ampliación de Estudios a concederle un pensionado en Alemania, entonces primera potencia científica mundial, donde trabajaría con figuras tan sobresalientes como W. Otswald y C. Druker, adquiriendo los métodos de trabajo y enseñanza germanos que, por influencia suya pronto llegarían a España y sentarían las bases del progreso de la ciencia química en nuestro país.

Colaborador de Blas Cabrera en el Laboratorio de Investigaciones Físicas y auxiliar de la cátedra de Química Inorgánica de la Facultad de Farmacia de Madrid, los profesores Carracido, Cabrera y Casares Gil le posibilitarían pasar a formar parte de un selecto grupo de universitarios unidos por su propósito de modernizar la ciencia española y mejorar sus métodos en aras de conseguir situarla a nivel internacional.

Durante el período que va de 1915 a 1917 la vida profesional de Enrique Moles se vería alterada por las vicisitudes derivadas de su situación afectiva, al desafiar todas las convenciones sociales de la época apostando firmemente por su relación con una mujer separada y con dos hijos, a la cual su padre había impedido en su momento contraer matrimonio con Moles, obligándola a un casamiento que había terminado con la separación y el regreso de la muchacha a la casa paterna. Tras su decisión, la pareja se vería forzada a establecerse en Suiza, donde Moles trabajaría bajo la dirección del profesor Philippe A. Guye, regresando finalmente a España en 1917, momento en el que se abre un fecundo período en el que obtiene los títulos de Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor por la Facultad de Ciencias de la Universidad Central y asume importantes responsabilidades profesionales en multitud de reuniones internacionales de Química, fruto de las cuales la Química española se situaría en un nivel europeo que jamás se había alcanzado.

Los convulsos acontecimientos que desembocarían en la Guerra Civil española coincidirían con los años de pleno desarrollo de la carrera de Enrique Moles y darían al traste con sus prometedoras perspectivas. En efecto, por ausencia accidental de D. Blas Cabrera, Moles debió asumir provisionalmente la dirección técnica del Instituto Nacional de Física y Química, en un momento en el que el Gobierno de la República, con el afán de utilizar al máximo sus posibilidades de defensa, pretenderá servirse de las instalaciones del Instituto con fines bélicos, pretensión que Moles frenaría consiguiendo limitarla a la fabricación de un cierto número de "fonolocalizadores", aparatos destinados a localizar acústicamente a los aviones enemigos.

El talante apolítico de Moles le pondría en situaciones difíciles durante todo este período al tener que afrontar las pretensiones de las autoridades republicanas para que pusiera sus conocimientos y capacidad al servicio de su causa. Así, se le nombraría consejero técnico del Centro de Experiencias de Artillería de "La Marañosa", nombramiento que resultaría inoperante dado su escaso entusiasmo y el rápido avance de las tropas nacionales sobre Madrid, que propiciaría la evacuación forzada de Moles a Valencia, donde quedó adscrito a la Universidad levantina hasta su traslado a la Subsecretaría de Armamento del Ministerio de Defensa, en Barcelona.

Ya en 1939, las dificultades de su posición se harían insostenibles al añadirse a ellas el precario estado de salud de su hijo, militarizado y con las piernas medio destrozadas, por lo que Moles decidiría cruzar la frontera con Francia afrontando primero el internamiento de su hijo en un campo de concentración debido a su condición de militar, y finalmente un difícil período de supervivencia hasta que pudo ponerse en contacto con las autoridades nacionales españolas acreditadas en Paris obteniendo para su hijo y para él mismo el certificado de nacionalidad. El estallido de la Segunda Guerra Mundial añadiría nuevas dificultades a su situación, que parecieron resolverse al serle autorizado el regreso a España en 1941.

Sin embargo, a pesar del desconocimiento de la representación española en Paris y de él mismo, tan pronto como llegó a Irún sería detenido en base a un proceso abierto contra él en Madrid bajo las acusaciones de intervención en trabajos de guerra, actos políticos y acciones de represalia contra personas de derechas. Internado en la cárcel de Torrijos, pronto se comprobaría la escasa consistencia de los cargos en su contra, y le sería concedida la libertad provisional dos meses más tarde.

A pesar de todo ello, el ambiente de la posguerra propiciaría nuevas acusaciones mal intencionadas y sin ninguna base que obligaron a Moles a afrontar nuevos procesos legales, para ser finalmente juzgado y condenado a prisión perpetua con la calificación de Treinta Años de Reclusión Mayor. Esta condena parecía sentenciar definitivamente la carrera de uno de nuestros más insignes científicos del  siglo XX, sin embargo pronto se iniciaron las acciones tendentes a lograr una modificación de la sentencia, ya que  se  contaba para ello con abundantes puntos de apoyo.

En 1949, sería indultado de la pena impuesta por el Consejo Supremo de Justicia Militar para un año más tarde serle conmutada la pena de treinta años de reclusión mayor por la de doce años y un día de reclusión menor, lo que unido al tiempo ya cumplido, a su buen comportamiento y a su labor científica que continuó desempeñando desde el momento mismo de su ingreso en la cárcel, permitiría en 1951 la cancelación de todos sus antecedentes penales, recobrando una situación de total legalidad que, en consecuencia, le posibilitaba para recuperar su pasaporte y solicitar el reingreso en todos sus antiguos cargos.

Sin embargo, apenas pudo hacer nada de esto ya que, de modo totalmente inesperado, un fulminante ataque cerebral extinguiría su vida la madrugada del 30 de marzo de 1953, cerrando una de las páginas más insignes de la ciencia española del siglo XX protagonizada por un hombre que no tuvo en su vida la suerte que, indudablemente mereció, quizás porque perteneció, como dijo D. Blas Cabrera y Felipe en el discurso de contestación al expuesto por el Dr. Moles con motivo de su ingreso en la Academia de Ciencias de Madrid, a aquel tipo de hombres hechos para ser blanco de los más encontrados sentimientos; y no por casualidad, sino como lógica consecuencia de su actividad.

La Biblioteca de D. Enrique Moles fue donada por sus descendientes a la Biblioteca de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, enriqueciendo sus fondos con obras de Química, Química-Física, Bioquímica, Química inorgánica, Radioquímica, Química farmacéutica, Química analítica y Electroquímica.

En 2001, el Gobierno español instauró el Premio Nacional de Investigación Enrique Moles en Ciencia y Tecnología Químicas, uniendo su nombre a los de Santiago Ramón y Cajal, Leonardo Torres Quevedo, Blas Cabrera, Alejandro Malaspina, Julio Rey Pastor, Juan de la Cierva, Gregorio Marañón, Pascual Madoz y Ramón Menéndez Pidal en unos galardones que conmemoran y premian el esfuerzo científico e intelectual en España.

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