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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 29 de marzo de 2024

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Cultura como factor determinante de extroversión e introversión

Hoy en día, se habla de genética e interacción con el medio y de la manera en que ambas influyen en nuestra forma de ser y en nuestro modo de relacionarnos con el resto de las personas. En muchas ocasiones nos preguntamos cuál de las dos tiene más importancia, pero dejamos de lado otros factores que también pueden influir en nosotros.

 

El ser humano es algo más que un código genético y un sistema de interacción, es un conjunto de factores culturales. Es cierto que hemos evolucionado y nuestra mente se va transformando, pero eso no es algo que cambie de un día para otro, tiene que pasar mucho tiempo, años e incluso siglos para conseguir un cambio significativo de la misma. Por ello podemos afirmar que todos los seres humanos estamos marcados por la cultura actual que nos rodea y por las culturas de las que provenimos.

Desde nuestro idioma, tradiciones, desarrollo psíquico, alimentación, vestimenta, estilo de vida, incluso las divisiones territoriales, todo está influenciado por esas culturas.

De hecho y basándonos en la definición de cultura podemos decir que es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, a través de los cuales una sociedad se manifiesta. Incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Por lo que se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano.

 

La Unesco, en 1982, declaró:

... que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden (UNESCO, 1982: Declaración de México).

Por ello, podemos decir que la cultura siempre está presente, nos influye en nuestra personalidad y en nuestra manera de relacionarnos con los demás.

Todos alguna vez hemos etiquetado o escuchado como alguien etiqueta a un grupo de personas, con frases como: los noruegos o finlandeses son habitantes fríos e introvertidos, los brasileños y estadounidenses son más extrovertidos, los holandeses ni una cosa ni otra están en el término medio...

Estas distinciones que hacemos a nivel grupal no son mera casualidad, Carl Jung, en su trabajo pionero,  ya distingue entre dos inconscientes:

Inconsciente personal: en la teoría de la personalidad de Jung uno de los dos niveles del inconsciente; contiene de los pensamientos reprimidos, experiencias olvidadas e ideas no desarrolladas.

Inconsciente colectivo: Jung lo define como el inconsciente heredado y común a todos los miembros de una especie.

También definió los arquetipos como maneras de pensamiento que son almacenadas en el inconsciente colectivo y que forman parte de todos los seres humanos.

Afirmamos que las personas según la situación geográfica y la cultura de la que provienen son más extrovertidos o introvertidos. Pero no sólo podemos encontrar diferenciaciones de estas características entre los habitantes de unos países y otros. También dentro de un mismo país notamos esas diferencias. Si tomamos como referente España apreciamos divisiones en su interior. Se dice que en Toledo la gente es más introvertida que en otras provincias. De hecho en Madrid (que limita con Toledo), los habitantes son mucho más extrovertidos.

¿Este hecho podría estar relacionado con la cultura? ¿Cómo es posible si todos pertenecen al mismo país?

Pues sí, el hecho de ser más introvertidos en Toledo que en Madrid puede remontarse a las culturas pasadas. Si pensamos en la Edad Media, en Toledo convivieron durante un largo periodo de tiempo tres culturas diferentes: judíos, musulmanes y cristianos. Eso les marcaba su situación social, su manera de vivir y relacionarse con los demás. No podían hablar e interactuar con los miembros de las otras culturas, tenían que ocultar su identidad,... Esa falta de confianza en los demás se transmitía a sus hijos, se reflejaba en sus  costumbres y formas de vida. En Toledo, puede verse reflejado en su planificación territorial, está construido con calles muy estrechas y de difícil accesibilidad, rodeado por una muralla,...

Esa forma de vivir y de ser se ha ido transmitiendo generación tras generación. No por ello debemos pensar que sea inamovible, las personas pueden cambiar y modificar esas "etiquetas". A estos cambios los llamamos cambios culturales y afectan directamente a nuestra forma de ser y de relacionarnos con los demás. Estos cambios pueden establecerse de 4 formas diferentes:

Enculturación: el individuo se culturiza desde que nace  y como la cultura cambia constantemente, también lo hace la manera y la forma en que se culturaliza.

Aculturación: se da normalmente en momento de conquista o de invasión. Siendo de manera forzosa. El fenómeno contrario recibe el nombre "deculturación" y consiste en la pérdida de características culturales propias a causa de la incorporación de otras.

Transculturación: sucede cuando un grupo adopta  y recibe las formas culturales de otro.

Inculturación: cuando el individuo se integra a otras culturas, las acepta y se relaciona con la gente de esa cultura.

Estos cambios son posibles. Sin poder negar que estamos marcados por nuestra cultura. Las personas somos un código genético, una forma de interacción con el ambiente y un conjunto de factores culturales. Y lo que no debemos olvidar, aún teniendo una carga cultural, es que somos personas únicas que dentro de ese patrón podemos ser diferentes, como en el caso de España (que se divide en subgrupos). Y aunque la cultura marque nuestra personalidad, cada uno somos diferentes porque aportamos nuestra esencia particular.

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