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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 28 de marzo de 2024

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Entrevista a Rebeca Atencia: "Con la deforestación se ha roto el ciclo de la vida, porque en cuanto quitas una pieza todo se derrumba"

Dian Fossey, Biruté Galdikas y Jane Goodall son los nombres de las tres primatólogas más famosas de la historia. A todas ellas se le puede unir el nombre de Rebeca Atencia, una española que es directora del Instituto Jane Goodall de la República del Congo y también del Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga, en ese mismo país. Fue la propia Goodall la que decidió que Atencia dirigiera esa importante institución de ayuda a los chimpancés.

- ¿Qué se hace exactamente en Tchimpounga?
- Es un centro de rescate, rehabilitación y reintroducción de chimpancés que vienen de la caza furtiva. Estos chimpancés, o más en concreto sus madres, han sido víctimas de esa caza furtiva ilegal en Congo y en el momento en que han matado a la madre han capturado a la cría y la han intentado vender. La policía confisca esos bebés chimpancés, a los cazadores les hacen un juicio y probablemente acabarán en la cárcel, y a los bebés nos los llevan a nosotros, que estamos especializados en rehabilitarlos desde muy pequeños y readaptarlos al medio natural para algún día poder reintroducirlos otra vez en la selva virgen. Además protegemos a la especie en su medio natural y junto al ministerio congoleño trabajamos en una reserva de unas 55.000 hectáreas donde hay chimpancés salvajes. Allí hay guardianes forestales que protegen la reserva y controlan la caza en la zona. Y, por último, para limitar la llegada de chimpancés al centro hacemos también campañas de sensibilización, porque si intentamos trabajar solamente protegiendo la reserva de forma más agresiva, con armas, al final no consigues nada. Hay que lograr que la propia población local proteja a esta especie porque la valore, y que la valore viva, no muerta, que entienda que un chimpancé para ellos es un prestigio del país, pero no en un plato, sino en la selva.


- ¿Y funciona esa sensibilización?

- Sí, sí, por supuesto. Hacemos una campaña muy fuerte, a nivel de los colegios, y luego también de cartelería en diferentes ciudades, sobre todo en aeropuertos, en estaciones de tren... En las zonas donde hay más tráfico de transporte de la carne de caza. Cuando empezamos a hacer esta campaña no esperábamos que tuviera tanto efecto y ha sido increíble. Al principio tuvimos una donación de España, para poner diez carteles, una cosa muy simple, con carteles muy sencillos que pusimos en zonas claves de la ciudad de Pointe-Noire. El cartel representaba a un chimpancé o un gorila, el símbolo de la suma, un dibujo de dinero y eso era igual a una persona con unas esposas. Era un mensaje muy simple y el efecto que ha tenido ha sido impresionante. Pregunté a una mujer: "¿Tú comes chimpancé?" Y me dijo, que no, que no lo hacía desde que estaba prohibido. Realmente está prohibido desde hace años, pero para ella lo estaba desde que vio el cartel. Hay un vacío de información tremenda, no es como aquí que sales a la calle y hay carteles por todas partes y estamos saturados de información. Allí no, allí no hay información y cuando empiezas a sacarla los resultados son impactantes.


- ¿Llegan menos chimpancés?
- En efecto, lo hemos visto en la reducción de llegadas de chimpancés al centro, justamente en nuestra zona, así que decidimos expandirnos al norte del país para desarrollar también allí la campaña. Para valorar la eficacia de nuestra campaña educativa hacemos un pre test y un post test. Antes de poner los paneles o dar una charla hacemos un pequeño test preguntando cuestiones clave sobre si una especie concreta está protegida o no, y después de dar la información hacemos el mismo test tras un mes, después de tres meses, seis meses después... y vemos un cambio, un enorme cambio que además valoramos estadísticamente. Muchas veces la gente critica que la labor educativa de las ONG no tiene ningún impacto, que no es una solución a corto plazo y que es tirar el dinero, pero no es así. Estamos demostrando que la educación es necesaria y podemos reaccionar en tres campos a la vez: protección de la ley, educación y rescate. No hay que dar prioridad a una u otra porque la educación es básica para que se produzca un cambio generacional.


- ¿La caza es sólo para comérselos o también para tráfico?

- Es más que nada para comérselos, pero no por necesidad. Buscan un carácter místico y de magia de las partes del chimpancé. A lo mejor el pelo lo cogen, lo atan y se lo ponen como una bola a los niños pequeños a modo de talismán porque se supone que les da fuerza. En los tests que hicimos muchas mujeres del norte nos contaron que antes ellas no comían chimpancés, que era solamente una cosa de los hombres, pero ha habido un cambio e incluso las mujeres se los están comiendo. Antes sólo era un alimento propio de los hombres y su fuerza.


- ¿Cómo llegó usted a Tchimpounga?
- Empecé con prácticas en el zoo de Madrid y luego seguí mi camino. Yo tenía interés por ver África y los primates siempre me habían llamado la atención, los grandes simios y sobre todo los chimpancés por nuestra semejanza. El único sitio del mundo donde se estaba realizando reintroducción de chimpancés, en ese momento, era Congo, así que me fui para allí y me ofrecieron dirigir un centro de reintroducción durante una temporada. En teoría me iba a quedar sólo un año, pero muchas veces llegas allí, ves lo que hay y que puedes ayudar con tus conocimientos para que salgan los proyectos adelante. Tuve la suerte de conocer a Jane Goodall allí, que me ofreciese trabajar con ella, y ya llevó allí diez años.


- ¿La formación que recibió en Madrid fue lo suficientemente buena como para tener conocimientos para aportar ideas nuevas a aquel proyecto?

- En Madrid la formación es muy buena y gracias a haber estudiado en la Complutense tuve acceso a las prácticas tuteladas en diferentes centros. Hice prácticas en el zoo de Madrid, también en Brinzal, que es un centro de recuperación para aves nocturnas y en Grefa, otro centro de recuperación de animales silvestres. Si te formas durante la carrera sales con unos conocimientos muy amplios y cuando llegué a Congo mi formación era la adecuada para marcar una diferencia. Allí estábamos muchas personas, pero me eligió Jane porque estudiar aquí me dio la capacidad de ser versátil y de adaptarme a las situaciones. Yo fui con mi propio microscopio, me metí a la selva donde no había nada de luz aunque me las apañaba para encontrarla, y descubrí patologías en los chimpancés que no se habían descrito con anterioridad y eso fue algo muy impactante. Digamos que la Facultad es el cohete que te manda y luego tienes que formarte en muchos otros sitios.


- Ha comentado que pasó por el zoo de Madrid. ¿Hay algún paralelismo entre ese tipo de instituciones con un santuario para animales?
- Cada centro es diferente y si yo empecé en el zoo fue más que nada para formarme porque ¿dónde vas a aprender sobre medicina de chimpancés o de animales salvajes? De todos modos, muchos animales que están en cautividad, en zoos, no podrían vivir en libertad. Cuando estás en España muchas veces piensas que hay que liberarlos a todos, pero cuando te vas a África, ves la realidad y te das cuenta de que no es así porque muchos chimpancés que intentas reintroducir nunca lo vas a conseguir. Cuando un chimpancé está en cautividad, si está en un espacio adecuado, con suficiente enriquecimiento social, se siente más seguro ahí que si lo llevases a la selva y tuviese que ver elefantes y combatir con otros chimpancés. Todo se relativiza cuando ves la realidad. Desde España yo lo veía como un sueño y cuando ves lo que ocurre en África comprendes que no hay que humanizar las cosas y pensar en nuestro concepto de libertad aplicado a otros animales. La libertad no siempre es el bienestar, así que si no pueden ser liberados lo mejor es que estén en centros adecuados.


- ¿Cree entonces que puede haber bienestar animal en un zoo?

- En cautividad puede haber bienestar animal si se dan condiciones adecuadas típicas de la especie. Tienen que ser instalaciones lo suficientemente grandes, que tengan enriquecimiento a ser posible natural, y con una vida social rica, algo fundamental para los chimpancés. Yo pienso que estaría mejor que los zoos fuesen más monotemáticos, de una sola especie, en ciudades específicas y con grupos más grandes y más naturales y no tener unos dos individuos de muchas especies.


- Es decir, algo como el santuario de Tchimpounga.

- Claro. En Tchimpounga, por ejemplo, hay muchos chimpancés que están en cautividad, pero les podemos poner en instalaciones muy grandes de selva. Algunos de esos nunca podrán ser reintroducidos, pero tienen mucha riqueza social porque hay chimpancés de todas las edades y allí tienen su zona de confort. En el momento en el que los liberas lo pasan mal y entonces la liberación no es equivalente a bienestar animal, que es un concepto particular de cada individuo.


- ¿Qué hace que algunos no puedan ser reintroducidos?

- Algunos no quieren o no son aptos por problemas físicos o psicológicos. A veces no saben ni siquiera que son chimpancés porque han pasado años entre humanos y esos no serían capaces de sobrevivir en la selva.


- ¿En el continente africano hay zoos además de santuarios y reservas de animales?

- Sí, pero son terribles, son como los zoos antiguos de España, con barrotes que separan habitaciones que son como salas de exposiciones. Son terribles porque no tienen esa empatía que tenemos nosotros con los animales y además son pasto de la corrupción que llega hasta hacer desaparecer el dinero de la comida de esos animales de los zoos. Lo pasan muy mal en esos centros, así que cuando vemos un chimpancé allí, legalmente y con el permiso ministerial, hacemos lo posible para llevárnoslo.


- ¿La Fundación Jane Goodall tiene poder para presionar en eso?

- Tenemos convenios muy fuertes con los ministerios de Asuntos Interiores y de Aguas y Bosques de Congo. Como organización nos valoran mucho esencialmente por el carácter de Jane, que es muy diplomática, pero a la vez tiene ideas muy claras. La suerte que tenemos es que Jane está detrás de nosotros con esa cara de paz y de bienestar general. Además Jane no sólo intenta defender al chimpancé y a otras especies de animales, además apuesta porque se trabaje con las comunidades para que sean ellas las que apoyen esa conservación, y eso gusta a la administración congoleña.


- La Fundación Jane Goodall hace muchas campañas en las redes sociales. La última que ha tenido un éxito sonado, en el mes de julio de 2014, ha sido una colecta on line para conseguir el dinero suficiente para cambiar las placas solares que dan energía a Tchimpounga. ¿Cuánta parte de este éxito se debe directamente a la figura de Jane Goodall?

- Mucha parte. Cuando yo escucho a Jane en alguna charla, lloro, y puede ser algo absurdo porque cuando la has oído muchas veces ves que suele contar lo mismo, pero lo cuenta de una forma... Con tanta sensibilidad, y con esa voz como que se rompe y que sabe hacer perfectamente las pausas. Es alguien que inspira y hace que la gente cambie totalmente, y eso que habla en inglés y si la gente no lo habla las traducciones simultáneas no son iguales. Tras la última charla que estuve con ella en Barcelona con más de trescientas personas, un chico levantó la mano y preguntó: "¿Cómo puedo ayudar? Estoy aquí, dime qué hago". Que se levante la gente y te diga que está convencida tras una charla es inspiración absoluta, de hecho yo no he conocido todavía a otra persona que sea tan inspiradora como ella.


- ¿Cómo se puede ayudar?

- Hay muchas formas y no hay que irse a África para hacerlo. Lo más básico es hacerlo económicamente y en la web salen todas, entre ellas el reciclaje de los móviles viejos, que se mandan a una dirección concreta, se reciclan y el dinero conseguido con ello va directamente a África. Otra forma es adoptar chimpancés virtualmente. Son chimpancés que hay en el centro y ciertas personas dan una cantidad y les mandamos información específica de ese chimpancé. Es muy bonito porque la gente ve cómo evoluciona un chimpancé concreto y de repente, un día, se le lleva a las islas del santuario para reintroducirlo, y en todo ese tiempo ha terminado siendo como de tu familia. Otra forma de ayudar es una manera indirecta a través del consumo responsable de madera, porque podemos tener muchos chimpancés, pero si no hay selvas para ellos, ¿qué vamos a hacer?. Las selvas están desapareciendo, de hecho nosotros estamos haciendo que desaparezcan sin darnos cuenta por la compra de madera de forma irresponsable. Simplemente tomar una decisión de comprar sólo madera que sea certificada, de plantación, puede salvar la vida de los chimpancés. Ahora es muy fácil encontrar muebles hechos con madera de plantación, sólo hay que fijarse a la hora de comprar, y eso es muy importante porque si el árbol viene de la selva probablemente no alimentaba a uno o dos chimpancés sino a una serie de animales que son imprescindibles para el ecosistema. No es por los individuos, es por todo el planeta.


- ¿Puede poner algún ejemplo de otros animales que peligren con la tala de árboles?
- Pues por ejemplo los elefantes, que vimos que habían desaparecido de una zona por completo porque habían cortado los árboles. Y es que los elefantes son también plantadores de árboles, en cierto sentido, porque comen las ramas de esos árboles, luego recorren unas distancias enormes y con sus deposiciones los vuelven a plantar. Hay algunos árboles, como el moabi, que están en vías de desaparición y los que quedan son muy jóvenes y no fructifican, así que con la deforestación se ha roto el ciclo de la vida porque en cuanto quitamos una pieza todo se derrumba.

"Los chimpancés son como nosotros, con su propio lenguaje"

Rebeca Atencia y Jane Goodall nos presentan a Wounda, una chimpancé que está preparada para su liberación tras pasar por el santuario de Tchimpounga. Cuando la sueltan, y antes de marcharse, se acerca a sus cuidadores para darles las gracias y, de manera especialmente emotiva, se abraza a Goodall reconociendo su trabajo a favor de su especie. Este es un breve resumen de uno de los vídeos virales de animales más vistos en Internet, con varios millones de visitas.
Rebeca Atencia asegura que "convivir con un chimpancé da escalofríos porque son como nosotros, con su propio lenguaje y eso hace que merezcan ser protegidos". Y eso es precisamente lo que hacen en el santuario que dirige en Congo. De todos modos tiene claro que el objetivo final es "que no hicieran falta santuarios y que los chimpancés viviesen protegidos en la selva".


Convenio con la Complutense
Informa Atencia de que para que otros jóvenes puedan vivir experiencias como la suya en estos momentos está pendiente de firmar un convenio con la Facultad de Veterinaria de la Complutense. Cuenta que viene a Madrid una vez al año y con muy poco tiempo cada vez, así que no le ha dado tiempo a concretar los puntos de ese convenio. Asegura que será probablemente el año que viene cuando se firme, "porque es muy importante tener un convenio sobre todo para asuntos prácticos como el hecho de que los estudiantes que vayan a Tchimpounga tengan un seguro".
Tiene prevista también para el año que viene, la lectura de su tesis en la UCM.

 

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