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Jueves, 28 de marzo de 2024

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Crítica de cine: Cowspiracy, de Kip Andersen y Keegan Kuhn

Texto: Jaime Fernández, - 24 JUN 2015 a las 11:57 CET

Kip Andersen es un licenciado en Empresariales que cambió su vida tras ver el documental de Al Gore Una verdad incómoda. A pesar de modificar sus hábitos vio que el mundo seguía deteriorándose y no sabía por qué hasta que un informe de la ONU le abrió los ojos: la mayor fuente de destrucción medioambiental es la ganadería. Quiso entonces saber por qué las grandes asociaciones ecologistas (Greenpeace, Oceana, WWF...) no decían nada, o casi nada, sobre ese asunto y lo que descubrió le dio para hacer esta película.

El guión del filme, escrito por los dos directores (Kip Andersen y Keegan Kuhn) está planteado como una historia en la que alguien se hace una pregunta y va buscando respuestas hasta dar con una que le parece satisfactoria. Los directores nos hacen ver que lo que descubren es una auténtica sorpresa para ellos mismos y, probablemente, para el espectador. Otros directores de documentales como Michael Moore optan por un estilo diferente como es el buscar argumentos que apoyen sus creencias y mostrarlos de la manera más efectista (y efectiva) posible. Existe también un tercer tipo de documental, que es el que muestra lo que ocurre de una manera cronológica y sin grandes sobresaltos, como son la mayoría de documentales históricos. Lo que más sorprende en el trabajo de Andersen y Kuhn es la facilidad que tienen para que les concedan entrevistas, ya sea desde la administración, desde los lobbies granjeros o desde la mayor parte de asociaciones ecologistas, con la excepción de Greenpeace, que calla porque parece que tiene bastante dinero que ocultar.


Para el rodaje los directores optan por la acción en primera persona, con uno de ellos convertido en protagonista y muchas veces incluso en cámara del propio filme. De hecho el metraje está rodado tanto con cámaras profesionales, como con pequeñas webcams que aportan diferentes perspectivas. Andersen se estrena como director mientras que Kuhn ya había rodado otro filme (Turlock) sobre una granja en la que se abandonaron durante dos semanas a 50.000 pollos sin ningún tipo de comida. En Cowspiracy, aunque hablan de la situación dramática de todos los animales y del planeta, optan por no incluir violencia demasiado explícita, con unas pocas excepciones, como la decapitación de un pato, la masacre de elefantes en África o los crueles métodos de pesca. Los directores consiguen además aportar un cierto toque de humor, que desengrasa en los momentos más duros, e incluso apuestan por un final esperanzador.

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