El presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, ha hecho una apasionada defensa de los "sueños cumplidos" que ha alcanzado su país durante la década en la que él ha estado al frente de la "revolución ciudadana". Ahora que deja el cargo -la Constitución le impide presentarse a la reelección este mes de febrero tras sus tres victorias anteriores-, Correa cree que ha quedado demostrado que es posible hacer "economía política", es decir dejar de buscar el beneficio de las elites y los poderes financieros, y ponerla al servicio del bienestar humano, de las personas. Correa ha hecho un hueco en la apretada agenda de su visita oficial a España para pronunciar una conferencia durante la mañana del 30 de enero en el Paraninfo de las Facultades de Filología y Filosofía de la Universidad Complutense. "Aunque queda mucho por hacer, nunca se había hecho tanto. Ecuador cambió y el pasado no volverá", afirmó.
Tres medidas clave
De acuerdo con su narración, el Ecuador que coge Rafael Correa cuando alcanza la presidencia en 2007 estaba en una situación crítica, con millares de compatriotas saliendo al extranjero en busca de un trabajo que habían perdido. "Y precisamente gracias a ellos, al dinero que enviaron, el país se salvó en esos momentos". Según señaló el presidente ecuatoriano, su gobierno tomó entonces una serie decisiones que dieron la vuelta a la situación. Tres de ellas fueron claves: se recompró la deuda externa a precio de mercado (muy por debajo del que se pagaba en las subastas de deuda pública), se renegociaron los contratos petroleros (tenían establecido un precio fijo de entre 4 y 5 dólares el barril sin importar su precio de mercado, y se pasó a un precio variable con un porcentaje de beneficio para las petroleras) y se modificó el modelo fiscal "estableciendo uno en el que es el que más tiene el que más paga", triplicando la recaudación sin apenas subir los impuestos.
Crecimiento y menor desigualdad
Estas tres medidas permitieron rescatar para el país mucho dinero, que en buena parte -"también ahorramos para los momentos difíciles"- se invirtió en modernización (mejorar las comunicaciones físicas y tecnológicas, infraestructuras eléctricas...) y en los sectores estratégicos, sanidad y educación, principalmente. También se atendió a los más necesitados, se creó un seguro de desempleo que no existía o se obligó a las empresas a dar de alta en la seguridad social a sus empleados, algo que casi ninguna hacía. El resultado final fue un país con un gran crecimiento económico y menos desigual. De hecho, como destacó el rector de la UCM, Carlos Andradas, en la presentación del acto, Ecuador ha conseguido en estos diez últimos años reducir un 15% el número de ciudadanos en situación de pobreza, y hasta en un 50% los que vivían en pobreza extrema.
Soberanía en la toma de decisiones
Otra decisión que el presidente Correa considera de vital importancia durante su mandato fue la recuperación de la soberanía en la toma de decisiones. Excepto de su moneda propia -la moneda de Ecuador es desde la crisis de 1999 el dólar estadounidense-, el "pueblo" ha vuelto a tomar el control de las estructuras de decisión del país, incluido su banco central. "Esto nos ha permitido que nuestras decisiones siempre busquen el interés del país, de sus ciudadanos, y no el de los poderes económicos y financieros", aseguró Correa, quien se mostró especialmente orgulloso de que la etapa de crecimiento económico haya beneficiado en mucha mayor medida a los que menos tenían que a los que más riqueza acumulaban. Según los datos que ofreció, en el periodo neoliberal de 1996 a 2006 el 10 por ciento de los más ricos aumentaron sus ganancias un 112 por ciento y el 10 por ciento de los más pobres en apenas un 20 por ciento. Durante los diez años de la "Revolución ciudadana", el 10 por ciento de pobres ha ganado un 112 por ciento más, y los más ricos un 40% más. "Todos hemos ganado, pero hemos reducido la desigualdad".
Sin dar "garrotazos" al pueblo
Esa misma senda de reducir la desigualdad ha guiado las actuaciones del gobierno de Correa, según aseguró, durante la "tormenta perfecta" (bajada del precio del petróleo, apreciación del dólar y desastres geológicos) que ha sacudido Ecuador en 2015 y 2016, rebajando su crecimiento de manera importante. De acuerdo con Correa la mayor parte de la reducción del crecimiento ha sido soportada por las clases más ricas y no se ha pagado, como hasta ahora ocurría, "dando garrotazos al pueblo". Cree Correa, además, que ha sido gracias a las medidas adoptadas por su gobierno por lo que el impacto de esta crisis no ha sido tan alto y, de hecho, en el último trimestre de 2016 la economía del país ya ha vuelto a repuntar.
Educación para el desarrollo
Mención aparte merece la apuesta por la inversión en educación que se ha llevado a cabo en Ecuador en la última década, universalizando el sistema de manera gratuita -universidad incluida" y escolarizando a más de medio millón de niños pobres. Y es que, a juicio del presidente ecuatoriano "lo más importante para el desarrollo es la educación", y dentro de esta lo más importante, por mucho que lo sea la mejora de instalaciones, infraestructuras y medios, es la calidad del profesorado. Es por ello, por lo que en los últimos años miles de profesores ecuatorianos han recibido programas de capacitación para la obtención del grado de maestría. Estos programas han sido impartidos por cuatro universidades españolas, entre ellas la Complutense.
Gracias a los inmigrantes
Rafael Correa cerró su intervención agradeciendo a los muchos inmigrantes ecuatorianos que trabajan en España, y que llenaban en buena medida el Paraninfo, su contribución al sustento de su país en los momentos más difíciles, a la vez que les animó a volver a un Ecuador mucho mejor que el que dejaron. Correa, a pregunta de un asistente, anunció que en cuanto se elija al nuevo presidente -las elecciones son el 19 de febrero- abandonará la actividad política "al menos durante un tiempo". Gritos de "No, no. Te necesitamos" y "Gracias, presidente" cerraron un acto que se prolongó durante cerca de tres horas.
