Ya desde 1889 se sabía que existía en el núcleo de las células un gel ácido al que se llamó ácido nucleico. En los 4 años siguientes se descubrió que en su composición tenía fósforo, azúcar, y una mezcla de cuatro elementos nitrogenados que se llamaron Adenina, Timina, Guanina y Citosina, las famosas ATGC que ahora sabemos son el esqueleto de cómo se transmite la información. Pero habrían de pasar casi 50 años hasta que se entendiera a plenitud cómo sucedía.
Fueron Francis Crick y James Watson quienes, junto a otros muchos colaboradores (entre ellos la más sobresaliente y no bien reconocida, Rosalind Franklin), describieron la estructura de doble hélice del ADN (Ácido Desoribonucleico). El que sea doble propone una posibilidad no solo práctica sino segura de cumplir con su responsabilidad fundamental: transmitir la información de la forma más fiel posible.