Inicio Biblioteca Complutense Catálogo Cisne Colección Digital Complutense

Cambiar no forma parte de mi carácter

Andoni Calderón Rehecho 3 de Mayo de 2012 a las 20:07 h

Sólo cuando la balanza se inclina definitivamente hacia un lado vuelve a entrar en acción la razón después de la pasión, para cobrar las ganancias: sólo cuando la victoria está decidida, Fouché se decide..., así fue en la Convención, así bajo el Directorio, bajo el Consulado y bajo el Imperio. En la lucha no está con nadie, al final de la lucha siempre con el vencedor. (p. 232)

Fouché desprecia tanto a los hombres porque se conoce demasiado bien (Talleyrand) (cit. en p. 164)

Siempre me han gustado las biografías. Mis manos infantiles manosearon hasta oscurecer las páginas cerradas de Dime Quién es. Uno de los primeros libros "de los de verdad" que leí fue la biografía que de Maria Curie escribiera su hija Eva.

Les han seguido muchas otras, autobiografías o no, alguna comentada aquí. Una de las que espera cercana a mi mesita de noche son las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, recomendadas como paradigma de las biografías por Alberto Manguel, que abarcan una parte interesante de la historia francesa, con la Revolución como elemento clave. En este sentido, siempre me he preguntado cómo sería la biografía y/o la autobiografía de Talleyrand, que fue capaz de estar casi siempre en primer plano desde Luis XVI hasta Luis Felipe, en un tiempo con no precisamente escasos cambios de poder en Francia. Comentaba esto con una compañera, que me dijo, "Pues entonces... mucho mejor Fouché, de Zweig." Yo sabía que Fouché había sido el policía de Napoleón; pero no que su trayectoria se había parecido a la de Talleyrand. Por eso, hace unos días, cuando estaba buscando un libro de cuentos (que también compré), me acordé de la recomendación, lo encontré y lo leí.

Stefan Zweig reconoce que nadie ha accedido a la figura de Joseph Fouché (1759-1820) de una manera realmente seria, analítica, sino más bien dejándose llevar por la pasión. El único que descubrió su genio fue Balzac y Louis Madelin el primero que le da "verdadero contorno vital": de "biografía monumental" califica su obra en la introducción. Este mismo autor, como descubro en nuestro catálogo ¡también ha biografiado a Tayllerand!

Zweig cimentándose sobre esta obra nos regala una biografía peculiar, que se recrea fundamentalmente en lo psicológico, con un estilo casi oral, repitiendo a menudo las ideas para evocarlas y contrastarlas, desvelándonos en bastantes ocasiones cuál es su opinión ante los acontecimientos, y en otras estableciendo relaciones con su momento presente (el prólogo está escrito en el año fatídico de 1929). No es una biografía enteramente lineal, como seguramente tampoco lo es lo espiritual o intelectual, pero refleja a alguien peculiar, movido únicamente por el interés en sí mismo. Es el exponente más claro de quien se ajusta al dicho "Tengo unos principios. Si no le gustan, tengo otros".

El siguiente párrafo nos muestra al mismo tiempo la personalidad de Fouché y la manera de contar de Zweig: "Cuando abandona traicioneramente un partido, jamás lo hace lenta y cautelosamente, no se escurre saliendo sin ser visto de sus filas, sino que se marcha en línea recta, a plena luz del día, sonriendo fríamente, con una naturalidad asombrosa y aplastante, a las filas del hasta ahora contrario, y se apropia de todas sus palabras y argumentos. Lo que sus antiguos compañeros de partido piensen y digan de él, lo que piense la multitud, la opinión pública, le deja enteramente frío. Lo único que sigue siendo importante para él es estar siempre con el vencedor, jamás con el vencido. En la velocidad de ese cambio, en el desmesurado cinismo de su cambio de carácter, mantiene tal medida de descaro que involuntariamente deja estupefacto y fuerza a la admiración. Le bastan veinticuatro horas, a menudo sólo una, a menudo un minuto, para arrojar sin más la bandera de sus convicción y envolverse susurrante en otra. No va con una idea, sino con el tiempo, y cuanto más corra, más deprisa correrá tras él."(p. 32)

Fouché es el hijo de un tonelero que ingresará en una orden religiosa, sin tomar las órdenes de manera completa e irá cobrando protagonismo en la convulsa historia francesa de finales del XVIII y principios del XIX, convirtiéndose en un superviviente, únicamente fiel a sí mismo;  enfrentándose incluso a los más poderosos del momento (Robespierre y Napoleón entre los más destacados): protagonista en el 9 de Termidor, en el 18 de Brumario, en el ascenso de Napoleón y en su caída dentro de los 100 días...
La obra también nos retrata a aquéllos, sobre todo a Napoleón. O al antes mencionado Talleyrand, tan igual y tan diferente, cuyo perfil contrasta en unas inspiradas páginas (161-165) y a los que Chateaubriand describiría en una escena como "el vicio apoyado en la traición" (p. 256).

Otro ejemplo de cómo Zweig aborda los personajes lo tenemos en la breve pero decisiva aparición de la Duquesa de Angulema, hija de María Antonieta y el Luis XVI; recreando desde los ojos de una niña los días tumultuosos en los que su familia directa desapareció de la tierra. Será ella una de las piezas clave en la caída de Fouché, cuyo único error es ser incapaz de renunciar a estar cerca del poder. Tal vez porque "¡cuan distinta es la forma de actuar de la Historia para con un caído que para con un poderoso!" (p. 271)

Ser jefe de policía le permite a Fouché entretejer toda una red perfectamente enlazada de espías... que le alimentan con la información necesaria para poder ser amo y señor y disponer de las cartas que le permitan jugar todas las bazas posibles. "Porque la información lo es todo; en la guerra como en la paz, en la política como en las finanzas. Ya no el terror, sino el conocimiento es en 1799 el poder en Francia". (p. 115-116) Entonces, ahora y siempre.

En su caso, la parte oculta es la más amable: "infiel y caprichoso frente a todos los partidos e ideas, este hombre impenetrable era fiel del modo más tierno a su fea esposa, el más atento de los esposos, el más preocupado de los padres; al igual que tras la máscara del seco oficinista se ocultaba el nervioso e intrigante jugador intelectual, así, tímido e invisible tras el el hombre peligroso e indigno de confianza, se esconde un esposo burgués y provinciano, un hombre solitario que sólo se siente seguro y bien en el círculo más íntimo de su familia." (p. 202)

Pero al final "Sólo él, que es el hombre de todos los partidos y de todas las ideas"... "Tendrá que pagar su culpa de no haber servido jamás a una idea, a una pasión moral de la Humanidad, sino siempre y únicamente al favor perecedero del momento y de los hombres" (p. 270).

En fin, nos encontramos con la bien narrada historia de un personaje curioso, que no se parece a ningún otro: prácticamente único.

 

Como posdata, un dato curioso: la obra original se titula Joseph Fouché, la que yo he leído, en Acantilado, se subtitula "Retrato de un hombre político" (las últimas palabras de la obra son "el más extraño de los políticos") y las tres que aparecen en nuestro catálogo llevan como subtítulo "el genio tenebroso". 

Bookmark and Share
Ver todos los posts de: Andoni Calderón Rehecho

Comentarios - 2

Javier Pérez Iglesias

2
Javier Pérez Iglesias - 22-05-2012 - 18:58:43h

Andoni, entran muchas ganas de leer esa biografía del siempre querido Zweig!
Muchas gracias!

Ana Santos

1
Ana Santos - 9-05-2012 - 17:49:19h

Enhorabuena, Andoni, excelente comentario de una obra de gran interés. Muchas gracias.


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]