El Renacimiento en Centroeuropa.
 

La evolución de las encuadernaciones platerescas y renacentistas españolas a lo largo del siglo XVI no puede entenderse sin acudir a la comparación con otros estilos ligatorios de la época. No sólo porque los artesanos nacionales buscaran en Europa modelos para imitar, sino también porque la hegemonía de la Monarquía Hispánica favoreció la presencia de artesanos extranjeros trabajando en Madrid, Salamanca u otras ciudades. Un reflejo de estas influencias se encuentra en las importantes colecciones de cubiertas alemanas, italianas, francesas y neerlandesas que se conservan en las bibliotecas de nuestro país. La Universidad de Alcalá de Henares no fue una excepción.

Alemania fue la cuna de la tipografía en el siglo XV, por lo que no ha de sorprender que los adelantos de esta técnica se trasladaran con prontitud al arte de la encuadernación. Es posible que elementos tan característicos como las ruedas y las planchas fueran ideados por los fundidores de las primeras imprentas. Ambos elementos decorativos serían utilizados profusamente por los encuadernadores germanos a lo largo del siglo XVI. Las ruedas solían tener como motivos cartelas vegetales, medallones de personajes históricos o religiosos de la época, escudos heráldicos y figuras de santos o de héroes bíblicos. Estas ruedas solían enmarcar planchas rectangulares, estampadas con retratos de personajes. Son característicos los retratos de medio cuerpo de Carlos V, Lutero y otros personajes de la Reforma. Fue muy habitual el uso de la piel de cerdo, si bien también se empleó el cordobán o el becerro. Este estilo se desarrolló de un modo bastante autónomo con respecto a influencias italianas o francesas, pues sus autores lo consideraban como un modo de expresión del pensamiento religioso luterano y de la propia identidad alemana, frente a lo “romano” o renacentista.

Los Países Bajos constituyeron un espacio en el que durante largo tiempo convivieron varias influencias artísticas, procedentes de Alemania y de Francia. Hacia la década de 1520 se aprecia ya la aparición de un estilo propio definido, en el que las ruedas y el uso de planchas con motivos mitológicos o históricos muestran una adaptación a los modelos del Renacimiento italiano. Tres décadas más tarde, sin embargo, este estilo flamenco desaparecerá ante la adopción de patrones ligatorios franceses.

Precisamente Francia será uno de los países europeos que experimente una mayor diversidad y desarrollo en el arte de la encuadernación. Desde las iniciales cubiertas góticas del siglo XV, a principios del siglo XVI se introducirá en el país el estilo renacentista italiano, gracias a las intervenciones en Milán y en Nápoles de los reyes Carlos VIII, Luis XII y Francisco I. Las famosas encuadernaciones de entrelazos, denominadas estilo Grolier o Maioli por dos renombrados bibliófilos de la época, fueron realizadas por artesanos italianos y constituyeron un modelo de lujo en Francia. Estas encuadernaciones convivieron con otros modelos más populares, como el caracterizado por el uso de ruedas de cartelas vegetales (muy extendido en toda la cuenca del Rhin), y otras cubiertas comerciales, en papelón y con una sencilla decoración dorada de filetes y flores, sin cintas o broches, que siguiendo ejemplos venecianos, saldrán de las imprentas de Lyon y de París.
 

Estilo Renacentista flamenco S.XVI

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