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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Sábado, 20 de abril de 2024

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El problema del “lenguaje de sms” en el aula

La tecnología ha resultado de gran ayuda para el ser humano. Gracias a ella hemos podido descubrir e inventar multitud de artilugios que han resultado muy útiles para nuestra vida cotidiana. Y no cabe duda que sin ella apenas habríamos avanzado en todos los campos científicos, desde la astronomía hasta la medicina, ni una cuarta parte de lo que hemos logrado con ella.

 

Sin embargo, en ocasiones esa facilidad que otorga la tecnología aplicada a un campo tan dinámico e inmediato como es la comunicación y la información desembocan en problemas que si no se saben atajar desde la formación educativa y profesional pueden constituir un severo peligro.

Uno de estos problemas, y quizás el más importante, es el provocado por el uso masivo de mensajes de texto, también conocidos como "sms" a través de móvil.

Como es bien sabido, este tipo de mensaje telefónico contiene un número limitado de caracteres, y para conseguir escribir un mensaje de contenido completo muchas veces  se recurre a las abreviaturas, tanto ortográficas como de otro tipo. El problema surge cuando este tipo de lenguaje se extiende a la comunidad educativa, por ejemplo cuando los alumnos tienden a expresarse mediante este código cuando realizan trabajos o exámenes. Y esto ocurre cada vez más no sólo en los niveles básico y medio sino incluso en los primeros años de la formación universitaria.

El alumno, como futuro profesional en potencia, debe cuidar mucho su modo de expresión escrita, y debe tener presente la importancia que realmente tiene este asunto para cuando le llegue la hora de salir a la calle e integrarse en el mundo laboral. Existe un refrán castellano que dice que "la cara es el reflejo del alma" y lo mismo puede decirse del profesional que redacta currículums, cartas de presentación u otro tipo de escritos cuando se dispone a demandar un empleo, por ejemplo.

Existen, sin embargo sencillos métodos y herramientas que pueden usarse para evitar que esta situación se siga produciendo. Uno de los pasos previos, sin duda, es la reincorporación de la disciplina y el respeto al profesorado que en la últimas décadas se ha venido disminuyendo y despreciando, hasta el punto de que en la actualidad hemos leído y escuchado hasta informaciones de padres que agreden a profesores por el hecho de intentar corregir comportamientos incorrectos de sus hijos.

No estoy hablando, por otro lado, de que el profesor retome el papel de  "sargento de hierro" que pudo tener hace décadas, sino que se consiga un "término medio"· adecuado en el cual el profesor pueda ejercer su trabajo de forma fácil y eficaz, al menos para el porcentaje de alumnos que realmente desee aprender durante su periodo formativo. Pero este tema nos llevaría mucho espacio y se sale tangencialmente del que se quiere exponer en este artículo.

Se puede, como ya se ha apuntado, corregir la tendencia a expresarse por escrito usando el que hemos llamado "lenguaje de sms" en el ámbito escolar y universitario. Para esta labor considero que puede ser útil reorientar una práctica habitual, o que al menos era habitual en mi época de estudiante escolar, como era la de la redacción escrita sobre un tema concreto que se estuviera tratando en el aula.

Esa nueva orientación que se le puede dar es similar a las que actualmente ocupan las A.A.D.D (actividades no lectivas) en el ámbito universitario, es decir, formar parte real e importante de la calificación global del alumno.

Asímismo para evaluar estos trabajos el profesor debe tener en cuenta tanto la corrección ortográfica como la expresiva, y debe también, a la hora de corregir educar al alumno en forma de que realmente se de cuenta de sus errores y los modifique en sus próximos ejercicios. No debe limitarse sólo a señalar sus errores y exponerlos como causa de una mala puntuación sino que debe explicarle cómo se escriben las palabras mal escritas o como se expresan las ideas que quedan "oscuras" o mal expresadas.

Esta labor puede parecer pesada o resultar quizás demasiado "paternalista" pero creo que ese esfuerzo puede resultar fructífero y evitar que el problema del "lenguaje de sms" siga extendiéndose entre los alumnos.

De la misma manera, si a la hora de evaluar los exámenes parciales o globales también se dedicase realmente un porcentaje de la nota final a la expresión ortográfica y lingüística de los alumnos conseguiríamos evitar que el riesgo se haga aún más grave.

Es verdad que en todo este tema hay matices y otros puntos de vista tan útiles como las que yo he expresado en este artículo, pero considero que estas propuestas pueden ser un buen punto de partida para conseguir una mejora en el nivel educativo de nuestro país.

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