A la Facultad de Filosofía y Letras
Ciclópeas columnas de la inspiración,
décadas guardas de sabiduría,
muros comunes do se combatía,
trincheras de sangre de investigación.
Madre nutricia de nuestra educación:
del alma alimento, filosofía;
amor por las letras, filología;
la griega paideia, "humanización".
Maestros y genios de la vida son
los polvorientos libros de los muertos,
líquidos senderos del pensamiento,
combate de ideas con mucho tesón,
libre progreso entre estratos abiertos,
ansiada verdad del razonamiento.
FERNANDO MORA MORENO
Soneto
Esta noche soñé que me quemaba,
me sentía arder sin causa aparente,
si eran llamas de ventanas o tridentes.
En aire de muerte herido me anegaba.
Abrasado el discernir razón no hallaba
ni motivo encontraba que dijese
si de azufre o carbón aquello fuese,
en fuego erguida, por brasas acosada.
Tal vez de fiebre fue mi sueño herido,
ignoro si es la causa más precisa,
calor igual jamás he concebido.
Y ahora ya sin rastros de ceniza
quizás yo del infierno he conocido
en alma y piel sentir morir la brisa.
VALERIA MARTÍN VILLAMIL
Dedicado a Isabel D.
Una oscura belleza se derrama
bajo el silencio de tu piel morena:
una sombra escindida, tan serena
con un intenso aroma a beso y cama.
Desde el pupitre desterrado clama
mi pasión, y tu cuerpo erguido truena
con un nocturno acento que resuena
y enciende mis ardores con su llama.
Arroja en las tinieblas de mi anhelo
el roce de tu carne inquisitoria
que queremos hallar en esta historia
de noches esculpidas con desvelo
la negra sinfonía de tu pelo,
el pétalo de un tiempo sin memoria
ANÓNIMO
Sin título
Por los lunares de la fiel cornisa
que adornan los eternos caracoles
te voy buscando hacia aquellos soles
que contemplé una vez en tu sonrisa.
Cuando aterrice en la pupila lisa
y eternamente adore tus faroles,
preguntarás qué fue de esos guiñoles
que antaño carcomían mi camisa.
Comprenderás entonces que agotados
extraviaron mis dos polichinelas
con tus zapatos de álamo encarnados.
Y jamás volverán, pues, despreciados,
desconocen que ávida acuartelas
manantiales de sueño coronados.
ALEJANDRO ROMERO NIETO
Sin título
De carne cierta y de sudor forjados,
frenéticos los tres entre manteles.
De cielo y caracolas saturados
somos jinetes y a la vez corceles.
La pena y el dolor crucificados.
La suerte engalanada en oropeles.
Cadáveres de tálamo agotados
resucitados luego entre dinteles.
Las bocas y los labios combatientes
en una arena sucia y solitaria;
relicario de sueños indecentes.
Tres cuerpos entre gotas transparentes
que forjan, en su noche imaginaria,
cavernas circulares y serpientes.
ALEJANDRO ROMERO NIETO
ZONETO
A Zinedine (Zeus) Zidane
Coloso que hasta olímpicas alturas
te elevas, cual satélite perdido.
Gigante, si tú estás, cada partido
se adorna de elegantes florituras.
A tu lado son simples miniaturas
aquellos que tu suerte han compartido.
Mariscal que cabalgas, aun herido,
por praderas, yermos y sepulturas.
El fútbol hecho carne en tu persona.
El cinco a las espaldas cual corona.
Resplandor de Madrid en noches muertas.
Tonante dios de calva poderosa,
magnífico Goliath, sol luminosa.
Bailarina procaz de islas desiertas.
ALEJANDRO ROMERO NIETO
Soneto gerundio
Naufragando sangrante en tus rodillas,
muriendo en capiteles soñadores,
afilando de rojo tus albores,
compartiendo amargura en mis mejillas.
Coleccionando hermosas pesadillas,
perviviendo mortal en resplandores,
menoscabando frutos mordedores,
escribiendo podridas redondillas.
Imitando a vampiresas remotas,
sintiendo amaneceres doloridos,
alimentando cárdenas mascotas.
Leyendo pentagramas malheridos,
arrinconando carreteras rotas,
creyendo en dioses blancos y abatidos.
ALEJANDRO ROMERO NIETO
A César Vallejo
Eres hombre fuerte, valiente y hábil
aun estando solo, quieto y callado
tu poesía es sombra de tu pluma ágil,
tu vida dura, un ejemplo admirado.
¡Oh Vallejo! Describirte no es fácil,
en tu mirada honda veo el pasado
del cual no recuerda mi mente frágil;
tu rostro, me dice que fuiste amado...
Hoy cantan tus poemas en renombre,
en cada verso una culpa, un llanto,
un dios viviente en el alma del hombre.
¡Oh Vallejo! Tu vida valió tanto,
hoy como ayer es sagrado tu nombre
como la mañana del Viernes Santo.
CARMAY JUAECHE
II
Sabor de lluvia fresca que me embriaga
no mueve ya mi mente a la conciencia,
irrumpe con indómita apetencia
y rasga vestiduras con su daga.
Mas he aquí mi tierra sin violencia;
la sangre de tus aguas pronto traga
y abre su corteza como llaga
que sólo emane amor en consecuencia.
Si el árbol de mi amor no es suficiente,
si el cáliz de mi pecho no te agrada,
no tengo yo que darte más que esto:
palabras que formáronse en mi frente
nacidas de razón enamorada.
Un gesto, en conclusión, un gesto honesto.
BORJA MENÉNDEZ DÍAZ-JORGE
X
Revélame del himno de tu esencia,
solemne y musical arquitectura,
el seno del cual nace en su blandura
la paz y la armonía de tu ciencia.
Sugiéreme del talle y de la hechura,
asfíxiame en el bien de tu tenencia,
no aparten los ejemplos tu conciencia,
que pueda yo empaparme de tu untura:
aceite perfumado con acentos
de oleosa y ambarina analogía,
susurros ora prestos ora lentos,
verdades de una gran ontología.
El ansia es una música a destiempo.
La música es el ansia anclada al tiempo.
BORJA MENÉNDEZ DÍAZ-JORGE
XII
Qué vacío después de haber soñado.
El despertar y ver que ya no hay nada
salvo un recuerdo de la madrugada
haciendo mucho frío y destapado.
Todo sentir, un hueco desvelado,
el pozo atragantado con su arcada.
Ya es toda hiel la virgen miel dorada,
el cuento, sin pasión, es descontado.
Anclado de los pies al remolino
no sé si es mismo o diferente río
el curso de la vida, y el destino
me ata con la brida del hastío.
Saliendo de la cama me reclino:
¡Qué frío, sacro horror, oh dios, qué frío!
BORJA MENÉNDEZ DÍAZ-JORGE
XIII
Mujer ardiente de aniquilación
desnuda y encarnada. A ti me acerco,
yo, víctima del tedio y hombre terco
habituado a la tribulación.
Envuelve mi locura con un cerco
de espinos. Trágame en la felación
más y honda y más brutal, la radiación
matándome como si fuera un puerco.
Amarte es como amar la bomba H.
Me chupas hasta el aire que respiro
y dejas tras de ti un agujero
tan negro como pez, ni un solo bache.
¡Qué oscuro mi placer cuando te miro
muriendo en la agonía en que yo muero!
BORJA MENÉNDEZ DÍAZ-JORGE
12-XI-07
Déjame mecerme en tu cintura
o déjame ser fuego en tus caderas
o déjame que abrace las laderas
de un amor que me lleva a la locura.
Si me dejas medirme en la amargura
de tu sombra esparcida en las aceras
yo prometo adornar con primaveras
el cálido perfil de tu figura.
Y déjame alcanzar tan sólo aquello
(arteria estrangulable y constelada),
la blanca partitura de tu cuello,
y déjame ser nieve deslumbrada,
y hallar toda tu esencia en un cabello,
y ser uno contigo o no ser nada.
ANTONIO SÁNCHEZ REDONDO
9-V-07
Fuiste la prenda de mi sufrimiento
eres un fruto de melancolía
¿qué serás sino cruel mitología
bajo el yugo de un sol sin firmamento?
¿Qué sería de mí sin ese aliento?
¿Qué sería, amor, sin la alegría
de tener junto a mí la geometría
de tu boca, tus ojos y tu acento?
¡Ay trágico destino, mal querencia!
¿Qué será de nosotros cuando el viento
enrede nuestro amor como un ovillo?
Escúchame, mi amor, porque tu ausencia
es un cuchillo (ajado y macilento)
que tiñe mi tristeza de amarillo.
ANTONIO SÁNCHEZ REDONDO
23-IV-07
Quisiera no tener que andar buscando
la plácida estrechez de tus caderas:
dulces grilletes, sombras lisonjeras
a una eterna luz me van guiando.
No sé ni cómo, ni dónde, ni cuándo
fue tu voz entonando primaveras,
racimos de guirnaldas pasajeras,
amor de puro amor henchido y blando.
Por esa desnudez y esa fragancia
va cubriéndote el mundo con su velo
engarzado de olor a duro frío,
y a pesar de saberme en la ignorancia
o no poder acariciar tu pelo,
escupo en mis desgracias y me río.
ANTONIO SÁNCHEZ REDONDO