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Dos de David Leavitt

Pilar Gómez Bachmann 3 de Noviembre de 2011 a las 10:21 h

David Leavitt es uno de esos autores de los que leo todo lo que publican. En esta ocasión os voy a hablar de sus dos últimos libros. En 2005 publicó "El hombre que sabía demasiado" [también aquí]. En él nos contaba la historia de Alan Turing y los orígenes de la invención de los ordenadores.

Alan Turing, que había estudiado y era profesor en King's College, trabajó durante la Segunda Guerra Mundial en uno de los destinos más secretos: Bletchey Park, una apacible mansión en el campo que escondía la Escuela de Códigos y Cifras. Tan secreto era que se llamó Estación X y allí se concentraron los esfuerzos para descifrar las comunicaciones alemanas. Llegaron a trabajar 12.000 personas, no sólo matemáticos y descifradores de códigos, sino muchos otros tipos de expertos (lingüistas o campeones de concursos de juegos de palabras y crucigramas) y Alan Turing fue la estrella de todos ellos. Los alemanes utilizaban una máquina de encriptar llamada "Enigma" y sus mensajes cifrados eran imposibles de desentrañar. La genialidad de Turing fue concebir las matemáticas, no sólo como ejercicio teórico, sino que también pensaba en su posible aplicación práctica. Trabajando en Bletchey Park diseñó una máquina llamada Bombe que ayudó a descifrar los mensajes encriptados con Enigma y, en última instancia, a ganar la guerra a los aliados.

La vida de Turing no fue nada convencional, ni en su faceta pública ni en la privada y así la refleja Leavitt, pero también nos habla largo y tendido sobre los mayores descubrimientos matemáticos de Turing y sobre criptoanálisis. Tan largo y tendido que debo reconocer que me cansé de leer. Es desde luego una opinión personal: yo no sé nada de matemáticas ni he descifrado nunca un código y llegó un momento en que el tema se me hizo muy árido, pero pienso que los aficionados a este tema disfrutarán con ello.

 

En sus investigaciones para documentarse pare este libro, en especial sobre la estancia de Turing en Cambridge, Leavitt se encontró con algo muy peculiar y que le gustó tanto que es el tema de su siguiente novela "El contable indio". En los años previos a la 1ª Guerra Mundial, el gran matemático británico G.H. Hardy tuvo noticia de un genio autodidacta, el indio Srinivâsa Aiyangâr Râmânujan y le invitó a Cambridge para que pudiera desarrollar su potencial. La novela trata sobre la relación entre estos dos personajes, incluso la cuenta el mismo Hardy, pero además y sobre todo, le sirve a Leavitt para hacernos un retrato de Cambridge durante ese período.

 

A través de Hardy, el escritor nos habla, desde luego, de matemáticas, pero también nos permite adentrarnos en la vida académica, mostrándonos personajes y grupos conocidísimos de aquella época (por ejemplo la sociedad secreta "Los Apóstoles" a la que pertenecieron muchos de los integrantes del llamado grupo de Bloomsbury); asimismo nos acerca a la política e intrigas universitarias, al movimiento pacifista en plena efervescencia contra la guerra inminente y por supuesto a la dificultad de las relaciones entre clases y el choque entre mundos opuestos. Leavitt en "El contable indio" nos muestra, en fin, una pequeña parte de la edad dorada del imperio: un mundo de privilegios y contradicciones en los inicios de su próximo colapso.

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