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DON JUAN BYRON

Ana Isabel Rábade Obradó 25 de Marzo de 2009 a las 09:19 h

Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Goldoni, Gluck, Mozart, Hoffmann, Byron, Pushkin, Dumas padre, Mérimée, Espronceda, Liszt, Kierkegaard, Zorrilla, Baudelaire, Fox Madox Brown, Richard Strauss, George Bernard Shaw, Valle-Inclán, Apollinaire, E. Rostand, Azorín, Pérez de Ayala, John Barrymore, Unamuno, Douglas Fairbanks, Albert Camus, Errol Flynn, Max Frisch, Ingmar Bergman, Buddy Holly, Bataille, H. de Montherlant, Torrente Ballester, Brigitte Bardot, Derek Walcott, Joni Mitchell. Johnny Depp, P. Handke, Saramago... ¿Qué tienen todos estos nombres en común? Todos han ofrecido en obras literarias, ensayos, piezas teatrales, composiciones musicales, canciones, representaciones pictóricas o actuaciones cinematográficas, diferentes versiones del mito de Don Juan. Hoy me quedo con Byron.

 

¿Quién no conoce a Lord Byron? El poeta maldito por excelencia. Un guapo mocetón algo cojo, excéntrico y bastante pervertido. Una de sus amantes lo caracterizó así: "loco, malo y peligroso". Pero, ¿quién ha leído a Byron?

A golpe de provocaciones, extravagancias y desplantes, George Gordon Byron se construyó minuciosamente un personaje que lo devoró: el artista amoral y licencioso, siempre dispuesto a transgredir cualquier norma y a escandalizar -disfrutando mucho con ello- a las conciencias bienpensantes. Sus turbulentos avatares amorosos, sus viajes, sus opiniones políticas radicales, su defensa de la libertad y, como culminación de todo, una muerte algo absurda a una edad temprana cuando se disponía a participar en una guerra en la que no tenía por qué luchar, convirtieron su biografía en el paradigma de la vida del artista. Nuestra imagen tópica del artista romántico le debe mucho. El calificativo de "romántico" -que a Byron no le hubiera agradado- se ha vuelto más confuso desde entonces. Hablar de "literatura romántica" -basta un paseo por cualquier gran librería- nos sugiere hoy nombres como el de Barbara Cartland o Danielle Steel. Tiene su encanto imaginar al satánico y seductor poeta en compañía de tan modosas damas. Pero el Romanticismo fue otra cosa.

 

El Romanticismo surgió en un momento de crisis (¡sí! ¡hubo otras!): la gran crisis cultural que se produjo en el quicio entre los siglos XVIII y XIX. Resultó de la confluencia de esperanza y desencanto. Esperanza en un mundo diferente, nuevo y más libre, que por un momento se vislumbró y hasta se creyó posible, y desencanto ante la constatación de que, una vez más, el espíritu conservador cerraba filas y posibilidades entreabiertas dando paso al plomizo puritanismo de la Restauración y la época victoriana. Después vinieron otros Romanticismos más de capa y espada, amores tortuosos y paseos a la luz de la luna, como el que, ya tardío, llegó a España. Pero Byron pertenece a aquel primer Romanticismo que significaba, sobre todo, rebelión.

 

Quien no haya leído nunca a Byron puede encontrar en su Don Juan algo muy diferente de lo que esperaba. Byron es, ante todo, un excelente poeta satírico. "Busco un héroe", declara  Byron en el verso que inaugura el canto primero del Don Juan. Poco después afirma que su intención es épica. Pero antes de llegar a este primer canto hemos leído un prefacio y una dedicatoria. En el prefacio se nos detalla con pelos y señales en qué concretísimas circunstancias hemos de imaginar que se encuentra el autor del Don Juan en el momento de emprender la narración. La burla, directamente dirigida a Wordsworth, alcanza a mucha de la poesía y el arte contemporáneo en general, que, ensimismado en la expresión del propio autor, necesita explicarse demasiado para ser entendido. La dedicatoria es un ajuste de cuentas con Robert Southey, poeta convertido al conservadurismo, muy valorado en su época y hoy casi olvidado, que había atacado a Byron como "genio satánico" de una poesía que atentaba contra lo más sagrado del orden social. Por detrás del prefacio y la dedicatoria, y de todo el Don Juan, se esconde también un cierto manifiesto poético.

 

El Don Juan fue escrito sin un plan prefijado, aunque sí con una estructura clara. Los sucesivos cantos se fueron añadiendo y sólo se interrumpieron con la muerte prematura de su autor, sin que lo narrado hubiera llegado a una conclusión definitiva. Las aventuras de Don Juan las relata un narrador más que omnisciente, intrusivo, que aprovecha la menor oportunidad para contarnos sus opiniones y experiencias, hacer toda clase de digresiones e incluso darnos cuenta de los problemas y exigencias que le plantea la rima. Esta forma, que nos puede parecer tan moderna, de hacer poesía, emparenta la obra de Byron con un clásico de la literatura británica, el Tristram Shandy de Sterne. El otro gran referente para el Don Juan es también un clásico -Byron se sentía más próximo a ellos que a los románticos-: el Tom Jones de Fielding. En este caso, la influencia de la clásica picaresca de Fielding se refleja en la relectura que Byron hace del personaje de Don Juan.

 

El Juan de Byron no es un seductor. Es un hombre muy joven -empieza siendo poco más que un adolescente- por el que las mujeres se sienten irremediablemente atraídas. Él sucumbe gustoso. Doña Inés tampoco es la tierna novicia tentada hacia el pecado, sino la madre de Juan. Por cierto, su afición a las matemáticas nos dice que es un trasunto de la mujer de Byron -mi tocaya-, Annabella Milbanke, la "princesa de los paralelogramos", que abandonó a su marido dejándolo bastante dolido después de darle la única hija legítima de las dos -o tres- que tuvo (para los amantes de las anécdotas y la informática, Ada, la hija de Byron  y Annabella, fue una pionera en el lenguaje de programación y por ello hay uno que lleva su nombre). Las andanzas de Juan tienen más de picaresca que de tragedia romántica, y cuando los hechos nos aproximan a ésta, ya se encarga Byron de rebajarles el tono.

 

En el Don Juan hay también temas "serios": detrás de todo poeta satírico hay un poeta moralista. Byron, cuya vida libertina contravenía toda la moral de su época, señala con el dedo a los poderosos y a las "buenas gentes" que, escudadas en su mojigatería, son capaces de cometer las mayores violencias e injusticias con el mayor decoro. Denuncia los grilletes con los que siempre y en todas partes se intenta obstaculizar la libertad. Nos ofrece una sentida reflexión sobre el paso del tiempo, la decadencia y la progresiva e imparable pérdida de brillo de nuestras vidas.

 

En la poesía de Byron no abundan los redobles de tambor ni los ojos en blanco. Hay que versificar, pero su pluma es deslumbrantemente suelta. Es muy divertido. Es profundo cuando hay que serlo. Sabe transmitir -bien administrados- sentimientos con hondura. Pero jamás se toma en serio más de lo necesario, ni intenta impresionarnos con trabajadas altisonancias. Muchos afirman que ninguna de las obras de Byron llegó a estar a la altura de su enorme talento. Quien quiera comprobar lo fácil que escribía bien este hombre que se asome a sus diarios y sus cartas. Es instructivo detenerse en alguna de las cartas de amor: con toda su apostura, la capacidad de seducción del poeta empezaba seguramente por su labia.

 

No es el Don Juan una lectura fácil. Sobre todo si tenemos que leerla traducida. En la editorial Cátedra hay una edición bilingüe, lo que siempre está bien para la poesía escrita originalmente en otro idioma. La traducción deja bastante que desear (¡le he cogido un montón de gazapos!), el estudio introductorio está bien y las notas no ayudan mucho. Éstas se centran demasiado en "quién era quién" -lo que en los tiempos de la wikipedia empieza a resultar ocioso-, y no orientan gran cosa sobre el texto. Por poner un ejemplo, el Don Juan resultó escandaloso no sólo por las aventuras eróticas de su protagonista, que tampoco son nada extraordinario; lo fue por las opiniones de Byron y por el frecuente doble sentido claramente sexual de lo que en apariencia son ingenuas descripciones de los hechos. Una muestra sería el largo relato de la tempestad y naufragio del canto II, con episodio burlesco de antropofagia incluido. La narración habla sin parar de mástiles que hay que intentar izar y de manos que bombean para que no se venga todo abajo. No hace falta una mente muy pornográfica... Una pequeña sugerencia, sin necesidad de incidir en incómodos detalles, hubiera ayudado a empujar la imaginación del lector castellano en la dirección, más jocosa que transgresora, que el autor deseaba. Aún así, merece la pena.

 

En este mundo contemporáneo, cada vez más mediocre, sigamos buscando un héroe.

 

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Comentarios - 9

Anabel

9
Anabel - 27-11-2009 - 19:42:03h

¡De herir nada! ¡Me encanta que me hagas labor de zappa! Simplemente disiento de tus juicios sobre Byron y opino que tiene cosas muy buenas, destacando entre ellas el "Don Juan".
Sobre Nietzsche y Schopenhauer lo primero es darse cuenta de que no pensaban exactamente lo mismo. La prueba más obvia son las críticas de Nietzsche a Schopenhauer. Aunque no creo que fuera la intención del pobre Federico, ya he reconocido que da pie a interpretaciones fascistoides. En lo que se refiere a Schopenhauer, creo que no eres ni remotamente el primero que le etiqueta sin haberlo leído en serio (y no hace falta que sea en alemán). Es demasiado habitual extender la opinión tópica sobre Nietzsche a Schopenhauer sin conocer de él mucho más que unos pocos chascarrillos (ni siquiera te fíes de que todos los que se le atribuyen sean de él; curiosamente, alguno de los que más a menudo se ponen en su boca es de Byron).

Almost Chinese

8
Almost Chinese - 26-11-2009 - 21:18:32h

Rectifico, no era un poeta de segunda fila...era de tercera. Pues resulta que he leido parte importante de su obra (algunas en el original inglés), aunque más por curiosidad que por que me produjera placer su lectura. Veo por tu tono que he podido herir tu devota sensibilidad. Creeme que lo siento. Por otra parte lo de "¡Cuanto tópico!" lo dije yo primero.
En cuanto a Schopenhauer y Nietzsche no soy ni remotamente el primero que los asocia con la base ideologica del fascismo, si bien es cierto que Hitler la unica filosofia que quizá conocía era la de Fichte. Pero eso no quiere decir que no se hubiera impregnado de los antecedentes de que hablamos por otros medios.

Anabel

7
Anabel - 26-11-2009 - 16:33:23h

¡Cuánto tópico! Yo no creo que Byron fuera un poeta de segunda. ¿Qué has leído de él? ¿Qué en su personaje hay mucha pose? Pues sí, pero eso no le descalifica como escritor. ¿Que su defensa de la libertad es a veces una búsqueda de emociones fuertes? Tal vez. Aunque las críticas sarcásticas que se gasta en el "Don Juan" contra esa Gran Bretaña que vende libertad para comerciar con todo lo que puede y someter a quien haga falta para sacar tajada no están nada mal y son certeras (en ello seguimos). Pero, ya se sabe, sobre gustos...
¿La relación de Byron con Schopenhauer? Además de su amor por los perros, más estética que otra cosa. Por cierto, ¿dónde ves que el voluntarismo de Schopenhauer conduzca al fascismo? Schopenhauer era conservador en política (a diferencia de Byron) pero también profundamente antinacionalista y su ética propugna la negación de la voluntad. No es fácil explicar brevemente en qué consiste esto último, pero no creo que a Hitler le gustara. Nietzsche se lo criticó acerbamente. El propio Nietzsche no era ningún nazi "avant la lettre", aunque no sea difícil utilizarlo con tal propósito, y por algo será.
Por último, no creo que el fracaso de Polidori fuera obra de Byron. A lo mejor tuvo que ver con su falta de talento y sus ganas de auparse a la estela del satánico poeta (fue claramente uno de sus "gorrones"). ¿Por qué concederle más verosimilitud que a Byron?

Almost Chinese

6
Almost Chinese - 26-11-2009 - 13:34:22h

Seguramente la obra de Byron que más ha influido en la cultura moderna es su propio personaje (más que personalidad) y no ha sido esta influencia nada despreciable sino que impregna toda la psicologia de por lo menos, gran parte del mundo occidental, creando un arquetipo que antes existia pero que quizá no era oportuno.He leido la biografía que de Lord Byron escribio Andre Maurois y, bueno, me ha parecido amena y bastante reveladora. Me ha gustado en suma, pero bastantes veces me ha llegado a estomagar el panegirico condescendiente y excesivo; los ultimos capitulos sobre todo al describir su "entrega a la causa de la libertad" y su "heroica muerte" me provocaban la risa y el fastidio a partes iguales. Si esto es un heroe dios nos libre de ellos. Para mi, su muerte en Misolonghi fue sobre todo ridicula si no fuera porque toda muerte es una tragedia.Ese pátetico y chapucero intento de acudillar una guerra de liberación que
finalmente acabo en muerte por pulmonía antes de haberse siquiera encarado al enemigo (un enemigo por cierto por el que años antes se habia dejado agasajar a placer y cuyo modo de vida admiraba; incluso justificaba el dominio de los griegos ya que encontraba su modo de vida superior y mas refinado). Lo unico que consiguió fué reunir una cohorte de gorrones que intentaban sacarle dinero por todas partes. En
fin, pura pose.
La aportación de Byron, como digo, creo yo que es la de haberse convertido en una personificación de la individualidad por encima de casi cualquier valor. Leyendo su biografía uno se da cuenta de que sus actos que intentaba justificar con un aire fatalista, estaban demasiado a menudo guiados por el egoismo y una visión aristocrática de la vida; era sobre todo un ególatra que pensaba que el mundo giraba en torno suyo.

 

Quizá el retrato más certero y más demoledor lo da Polidori en su relato "El Vampiro", claramente inspirado en la persona de Lord Byron, que por cierto sometía a su autor a un trato vejatorio constante (Polidori acabaria suicidandose).

 

Del individualismo de Byron al Voluntarismo de Schopenhauer y al Superhombre de Nietzsche no hay más que un inevitable paso y de ahí al fascismo... ya sabemos.

 

¿La obra de Byron? la propia de un poeta de segunda fila, bastante afectada y soporifera. No es lo más importante de su aportación.

 

To esto, por supuesto, es mi opinión.

carlos lombas

5
carlos lombas - 29-03-2009 - 00:08:58h

leer "La carne es débil" de Byron

Anabel

4
Anabel - 25-03-2009 - 14:17:48h

No hay pruebas de ello, pero se afirma que Byron pudo asistir en Italia a alguna representación del "Don Giovanni" y que la ópera de Mozart habría prestado impulso a su decisión de escribir el "Don Juan". Difícil de saber. En cualquier caso, Mozart fue un compositor muy reivindicado por los románticos. Por su obra y por su vida. El empeño en afirmar una mayor independencia artítica, los contenidos de sus obras, frecuentemente subversivos para la época... hacen de él un artista en cierto modo "protorromántico". También su música. El maravilloso "Don Giovanni" -con ese "Don Juan" tan poco acorde con la moral cristiana, que se niega a arrepentirse- es una de esas obras de Mozart en las que parece estar a punto de dar el salto y convertirse en un compositor romántico.
Sobre la triste banalización del concepto de lo "romántico" habría mucho que decir. Es un ejemplo significativo de cómo se puede domesticar lo subversivo para transformarlo en algo trivial, preparado para el consumo. El proceso es muy representativo del mundo contemporáneo. De hecho, los románticos prefiguran mucho de la cultura y los movimientos artísticos contemporáneos, que, por decirlo brevemente, empiezan escandalizando y acaban vendiendo. Si uno sigue la pista a las sucesivas "generaciones" románticas percibe cómo el Romanticismo pierde pujanza crítica y cristaliza en tópicos. Sólo hay que ver el camino que separa a Byron de Zorrilla: haría falta un humor algo retorcido para convertir en rito la lectura de Byron en la noche de difuntos (a no ser que el mensaje quisiera ser aquello de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo"). Lo mismo que para representar a ese "Don Giovanni" sin propósito de enmienda.
La trivialización tampoco es un fenómeno nuevo. ¿Qué diría, por poner un caso, Platón, del "amor platónico"?

Marina

3
Marina - 25-03-2009 - 12:34:59h

Sí que era transgresor Lord Byron. ¡Era admirador de Napoleón en la Inglaterra de Wellington!
Sólo lo he leido en fragmentos de antologías, pero conozco la bografía escrita por André Maurois, citada por Carlos, y estoy de acuerdo con él en que es una obra muy interesante.
Me pregunto cómo ha sido posible la evolución del concepto "romántico" desde su origen como algo revolucionario, rompedor; la exaltación de sentimientos y experiencias fuera del control de las convenciones y de la censura propia o ajena, la fascinación por lo lúgubre y tenebroso (el lado oscuro), a la meliflua y cursi significación actual del día de los enamorados y las cenas con velitas.
A mí me lo recuerda más los Ángeles del Infierno.

Isolda

2
Isolda - 25-03-2009 - 12:33:18h

Anabel, me ha gustado tanto tu comentario que me ha faltado tiempo para salir corriendo y comprarme el Don Juan de Byron. Así, de paso, me leo algo de ese autor porque, efectivamente, todo el mundo sabe cosas de él pero otro asunto es hincarle el diente.
Me he comprado la edición de Cátedra (que como es bilingüe son dos tomos) y he quedado con mi amiga Karenina en leérnoslo y luego enlazar con todos lo Donjuanes que ofrece la literatura. En fin, un trabajo de curso.
Y para crear más ambiente donjuanero os recomiendo “Don Giovanni” de Mozart, una opera maravillosa, llena de momentos musicales sublimes. Ah! Y con mucha retranca, porque el libertino no se arrepiente ni a la de tres y las victimas demuestran tanto interés por la venganza (o el premio) que pierden parte de su credibilidad.

carlos lombas

1
carlos lombas - 25-03-2009 - 11:44:53h

Tomo a Byron de vez en cuando para aliviarme de esta intoxicacion de novedades editoriales, que nos tratan de inducir con sus máximas, a obras de desecho.
Hay una muy buena biografía de Byron, hecha por André Maurois.
Y también es muy interesante el don Juan de Torrente Ballester, y una más reciente de Peter Handke, en la que don Juan nos cuenta sus sinsabores.


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