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Cómo vivir... a lo Montaigne

Andoni Calderón Rehecho 30 de Mayo de 2013 a las 09:31 h

Llegué a esta obra por un camino líquido, sinuoso, que enlaza con otros documentos y soportes. Comenzaba a preparar una conferencia sobre animación a la lectura en bibliotecas universitarias y leía un ejemplar de la lamentablemente extinta revista Educación y Biblioteca dedicado a ese tema, en el que Javier García (otrora colaborador en este blog:-)) hablaba de Bauman de quien tenía a mi alcance una obra lúcida y fragmentariamente recomendable (Esto no es un diario) que leí en un viaje de fin de semana. En ella responde en algún momento a la pregunta de qué libro le ha encandilado más en los últimos tiempos y contesta sin dudarlo: Cómo vivir. Una vida con Montaigne de Sarah Bakewell. Un ensayo biográfico o biografía-ensayo... sobre Michel de Montaigne.

Sobre Montaigne disponía de la biografía de Zweig, citada en el propio ensayo. Podría parecer que una más entre las suyas; pero reúne unas vivencias especiales: fue la última que escribió, inacabada, antes de suicidarse y en la que reconoce que se encontró con el autor cuando en sus primeras jóvenes lecturas no le entusiasmó.

Como curiosidad añadida, en todos los libros que he leído con posterioridad (han sido unos pocos y no todos relacionadas con el mundo de la lectura) sin excepción, ha habido al menos una cita a Montaigne.

Sarah Bakewell ha dedicado 5 años a tejer la trama vital de Montaigne ayudándose como ella misma dice en su título de una pregunta y veinte intentos de respuesta: Cómo vivir. Una vida con Montaigne: en una pregunta y veinte intentos de respuesta. Desvelamos el hilo de las respuestas:

  • No te preocupes por la muerte
  • Presta atención
  • Nace
  • Lee mucho, olvida gran parte de lo que has leído y sé lento de entendederas
  • Sobrevive al amor y a la pérdida
  • Usa pequeños trucos
  • Cuestiónatelo todo
  • Ten una habitación privada en la trastienda
  • Sé sociable, convive con los demás
  • Despierta del sueño de la costumbre
  • Vive con moderación
  • Conserva tu humanidad
  • Haz algo que nadie haya hecho antes
  • Ve mundo
  • Haz bien tu trabajo, pero no demasiado bien
  • Filosofa sólo por accidente
  • Reflexiona sobre todo, no lamentes nada
  • Abandona el control
  • Sé ordinario e imperfecto
  • Deja que la vida sea su propia respuesta

Le sirve para explicarnos que el inventor del ensayo tuvo una extraña educación, de tal manera que su lengua materna fue el latín, lo que puede explicar su estrecha relación con los clásicos latinos (y griegos); su fraternal e íntima amistad con La Boétie, que escribiera un opúsculo clásico: La servidumbre voluntaria; la no menos extraña relación final con Marie le Jars de Gournay, la mujer que creara una de las ediciones consideradas definitivas si esa palabra puede aplicarse a cualquier adjetivo añadido al nombre de Montaigne. Para mencionarnos a Virginia Wolf y su necesidad de habitación propia, para descubrirnos que Maquiavelo se vestía de manera especial para leer, que Zweig sintió a Montaigne como su hermano cuando estaba presto a partir, sin esperar a sus amigos; cómo lo odiaban Pascal y Descartes o cómo lo valoraron, apreciaron y despreciaron según los tiempos y las ideas e intereses coligados con ellos. No fue ajeno a ocupar un lugar en el Índice de libros prohibidos durante cerca de 200 años.

Nos hablará de su viaje a Italia del que escribió un diario (o lo dictó a su secretario), de su curiosidad innata, de su gusto por las mujeres y su consideración hacia ellas diferente a lo acostumbrado en su época, de su cierta pereza, de su paso por la política local (fue alcalde de Burdeos) y los contactos con algunos poderosos (incluyendo al menos dos de los Enrique que peleaban por el reino de Francia). De su epicúreo escepticismo estoico que le hacía ser uno de los aborrecidos politiques que no tomaban partido por ninguna de las facciones religiosas.

Su vida transcurrió enmarcada en guerras constantes, intestinas, religiosas, civiles (estos dos adjetivos en comunión suelen resultar terroríficos: la matanza de la noche de san Bartolomé, por la época en que empezara a escribir sus Ensayos, es un ejemplo. Enrique IV, para quien París merecía una misa, ya muerto Montaigne, dirigiría esos esfuerzos a una guerra exterior, con España) en un tiempo en el que la brutalidad imperaba y no se tenía demasiado apego a la vida de los demás. Un tiempo en el que la peste acompañaba a las guerras, donde enfermedades que hoy tienen cura o son llevaderas entonces eran un calvario (Montaigne murió de amigdalitis producida por una infección cuyo origen eran las piedras del riñón que lo torturaban desde hacia años), donde la muerte era omnipresente (aunque le sobrevivieron todas las mujeres importantes en su vida, tuvo muchas hijas que murieron siendo muy pequeñas) y casi nunca llegaba en soledad (véanse la suya y la de La Boétie).

No obstante, estuvo en situación de permitirse un cierto aislamiento: tenía un espacio íntimo, donde a modo de habitación propia se retiraba del resto del mundo, incluyendo su familia, donde leía y escribía. Porque, claro está, también nos cuenta cómo creaba sus ensayos, como los modificaba, los corregía, los transformaba dependiendo de diversas circunstancias. O de las controversias que existen sobre cuál es la edición adecuada, los supuestamente ocultos mensajes de sus obras que sólo pueden ver algunos iluminados por su sabiduría...

 

En definitiva una excelente obra que habla de la creación, de la historia, de la lectura, de la filosofía, de la amistad, de las relaciones familiares, de la edición, del espíritu independiente... de cómo vivir.

Y como colofón (además de un buen surtido de notas, bibliografía y un índice analítico) en los agradecimientos reconoce que "me he apoyado muchísimo en las bibliotecas... y le doy las gracias al personal de todas ellas por su competencia".

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    Comentarios - 1

    Javier Pérez Iglesias

    1
    Javier Pérez Iglesias - 30-05-2013 - 09:40:07h

    Andoni, qué gusto me ha dado este post! Con Montaigne he sentido, de una manera fortísisma, esa sensación de que "500 años no son nada". He sentido que me hablaba a mi y sólo a mi (eso pasa con todo los buenos libros, la verdad) como un amigo. Montaigne me ayudó a entender la modernidad del Renacimiento pero también ha iluminado muchas cuestiones actuales que me preocupan.
    Me encantá Montaigne y estoy disfrutando muchísimo esta biografía-ensayo escrita muy "a la manera de Montaigne" que has traído a Sinololeonolocreo.
    Gracias mil,


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