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Noticias del imperio... de la lengua literaria

Andoni Calderón Rehecho 30 de Septiembre de 2013 a las 09:18 h

"Porque yo no soy nada si no invento mis recuerdos"

"¡Gracias a Dios, nos hemos quedado sin aliados!"

Carlota de Sajonia-Coburgo y Orléans Borbón-Dos Sicilias y de Habsburgo-Lorena, hija de Leopoldo I de Bélgica, hermana de Leopoldo II ("civilizador" sanguinario del Congo), nieta de Luis Felipe de Francia, bisnieta de Carlos III de España y también de María Teresa de Austria (por tanto sobrina nieta de María Antonieta), prima de la reina Victoria de Inglaterra, cuñada del emperador Francisco José I de Austria y de la "mediática" Sisí; esposa de Maximiliano de Habsburgo, Archiduque de Austria y Emperador de México con el nombre de Maximiliano I, vieja, rica, loca, enclaustrada, a 60 años del fusilamiento del Cerro de las Campanas que inmortalizaran de manera irreal varios pintores, inicia una selvática unión de palabras, un aluvión de imágenes y metáforas, un torrente de sensaciones y sentimientos, una maraña palpitante y casi eterna de pensamientos y senticiones que la convertirán en prefacio, fin, escenario, marco, selva, caleidoscopio, memoria, sueño, delirio... de la historia de estrategias e intereses que desembocaron en la instauración del Segundo Imperio Mexicano y en su desaparición. No será la única, ya que se intercalan metódicamente entre cada uno de sus doce monológos hasta 11 capítulos divididos cada uno en 3 partes, que suponen un total de casi 33 experimentos literarios con los que Fernando del Paso construye Noticias del Imperio.

Carlota toma uno de sus sentidos como hilo argumentativo y agota todas sus posibilidades para saltar a otro. Ahora es una acción la que se viste de mil opciones, más allá es un sentimiento, un estado de ánimo... Casi constantemente se dirige a Maximiliano: lo añora, lo venera, lo quiere, lo increpa, lo rechaza, lo acusa, lo desea... y en ese diálogo con él habla de todo lo demás. Ser protagonista directa de lo que cuenta hace posible que descubra literariamente lo que en la Historia es elucubración. Pertenecer a una rama familiar que entronca con buena parte de las dinastías europeas, que hable de sus aspectos más íntimos y oscuros con total naturalidad y conocimiento, sin impresionarse (más bien al contrario) por lo que representan. Estar loca abre la puerta a todo, incluyendo la lucidez: a hablar de lo que se considera innombrable, a ver lo invisible, experimentar lo imposible, mezclar lo inmiscible. Llevar muchos años encerrada con los mismos pensamientos apuntala la enumeración minuciosa y detenida. Continuar todos esos años viva, sobrevivir a la mayoría, añade una perspectiva que quienes fueron quedándose por el camino no tienen. Estar viva hasta 1927 permite contrastar lo que es nuevo con lo que ya es viejo. Tener ciertas dotes literarias da carta blanca al autor para desplegar las suyas, si todo lo que antecede (acumulativo y nada excluyente) no lo había liberado suficientemente. "Eso es lo que jamás me perdonarán: que pueda yo, de un solo golpe, hacer volar las piezas de todos los rompecabezas que hice y deshice en mi vida, para formarlos de nuevo, a mi gusto, y hacer héroes a los villanos, traidores a los héroes, vencidos a los victoriosos, triunfadores a los que fueron humillados con la derrota". "Soy y seré una pordiosera pero lo que mendigo son las huellas del alba, lo que busco, en los basureros, es la piel de la luna".

El autor se envalentona expoleado por Carlota y se suceden toda una serie de ejercicios literarios. ¿No podía haberse dado un descanso? En alguna ocasión nos encontramos al narrador puro, él solo con nosotros contándonos lo que pasa, que a veces se torna una especie de historiador contrastando opiniones de otras obras, incluyendo pinturas. Pero en la mayor parte de las ocasiones utiliza un recurso diferente para contar, muchas veces con el diálogo como canal: un baile de máscaras en las que con nombre deliberadamente equívoco intervienen Napoléon III y el embajador austríaco (en otro episodio los nombres de El pelotón ha disparado. Los tres se encuentran junto a una tapia, por detrás de la cual aparecen cabezas de espectadoreslos protagonistas se convertirán en clave topográfica); una larga mención de lo que X escribió a Z, G escribió a H, A escribió a X..., la divertidísima confesión de un cura ante su obispo contándole una confesión previa de una amante de muchos oficiales franceses; la correspondencia entre dos hermanos (uno en el ejército francés en México y el otro poco creyente de las bondades y verdades oficiales y culturales); el intercambio de información entre Benito Juárez y su secretario mientras afrontan distintas tareas, el diálogo entre Eugenia de Montijo e Hidalgo; la conversación mientras aprenden castellano de Maximiliano (y Carlota) con su profesor de idioma; la que tiene lugar entre un militar mexicano y su novia, mientras ésta -con las protestas del primero- le va desnudando hasta que acaban haciendo el amor; la de Maximiliano con su médico que le hace una revisión y va dando las instrucciones oportunas (expire, inspire, expire..) y haciendo las preguntas pertinentes (¿Cuántas veces me dijo Su Majestad que...?). Las confidencias de un espía (yo no sé leer ni escribir pero escribo en mi cabeza) que se dedica a limpiar los cadáveres y a multiplicar reliquias, lo que nos cuenta uno de los soldados del pelotón de ejecución de Maximiliano, el evangelista (se dedica a escribir cartas a quienes no saben escribir) e impresor que deambula de un pueblo a otro, el indiecito apenas llegado de su pueblo perdido en los confines mexicanos que nos relata sus impresiones mientras se suceden los pregones y se cruzan las conversaciones de militares franceses; el interrogatorio (con traducción del francés al español) con tortura de un indio del ejército de Juarez; lo que cuenta el marido de una amante de Maximiliano, el intercambio de Maximiliano con su secretario o con un amigo oceanógrafo... o su empeño en redactar un ceremonial para toda la corte (es el marco de toda la narración del viaje desde Europa a México). Habrá también un ceremonial rigurosamente articulado para la ejecución del emperador y otro para los servicios que deben hacerse en la corte, que acompaña a la revisión médica. Uno o dos corridos serán la hilazón de otro apartado. En uno más se sucederán como una ruleta las escenas sucesivas en diferentes ciudades: Victoria I, Napoléon III, Leopoldo I, Francisco José I, el Papa (mientras pasea circularmente por las dependencias vaticanas), María Amelia de Orleáns, Carlota. También Napoleón jugará con su suegra y su esposa (y su hijo) a un juego similar al bingo con animales mientras comentan lo que ha sucedido con Carlota, o Benito Juárez agonizante oirá voces que le preguntan junto a otras que parecen un coro griego.

Y todo esto ¿para qué?

Para contarnos lo que pasó entre 1861 y 1867, con una breve parada en el periodo de 1872 a 1927, cuando en el Castillo de Bouchot muere Carlota. No deja de ser una novela histórica.

Refleja las ambiciones de poder de unos y otros (internos y externos, colectivos e individuales), que llevan a Napoleón III a intentar frenar la influencia de los EE.UU. que con su lema de América (de Norte a Sur) para los americanos (algunos de los que viven en los Estados Unidos de América) ya se había hecho con la mitad del territorio mexicano; y continuaban los intentos de algunos "aventureros" interesados en desgajar otros territorios, curiosamente llenos de riquezas minerales, en la línea especulativa de los hombres de negocios que no dudan en ahogar a los países (un préstamo con estratosféricos intereses no devuelto es una de las supuestas causas de la llegada de las tropas francesas). Napoleón III buscará un rey títere, que finalmente será Maximiliano I, el primero en la línea de sucesión al trono del Imperio Austrohúngaro (lo que también tendrá sus consecuencias). Deberá enfrentarse al gobierno legítimamente constituido cuyo presidente es Benito Juárez, de origen indio. Al mismo tiempo Europa está en convulsión, como una olla a presión que no tardará demasiado en estallar. Como lo está México, con continuos cambios de poder, enfrentamientos, casi en continua guerra civil (unos cuantos de sus personajes históricos aparecen en un momento u otro con dispar valoración). Los propios Estados Unidos afrontan su Guerra de Secesión.

Para decirnos que los buenos y los malos no son quienes nos cuentan, dependen del lugar desde el que nos estén hablando, de quién sea el que nos habla y qué intenciones tenga. Lo dicen expresamente algunos de nuestros narradores internos. Nos lo manifiesta la pluralidad de sus voces.

Y creo que también para mostrar su amor por México, "el país de los dieciocho climas y los cuatrocientos volcanes y de las mariposas grandes como pájaros y los pájaros pequeños como abejas, en el país, Maximiliano, de los corazones humeantes", descrito con añoranza en los recuerdos torrenciales y exhuberantes de quien fuera brevemente su Emperatriz.

Diferente. Hermosa. Abrumadora.

[Incluida en el canon hispanoamericano de Carlos Fuentes].

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