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¿LA DICTADURA ES UN CUENTO?: A propósito de la literatura infantil, la infancia y la política

Villar Arellano Yanguas 24 de Septiembre de 2013 a las 09:22 h

Antonio Skármeta: La composición. Il. Alfonso Ruano. Ekaré; SM, 2000.

La pasada semana, cuando se cumplían 40 años del golpe de Estado de Pinochet, me reunía con un grupo de bibliotecarias, madres y profesoras, miembros del club de lectura "El Cuentoscopio" para comentar la obra La composición, del escritor chileno Antonio Skármeta.

El libro, que tiene formato de álbum, está editado por Ekaré y SM e ilustrado por Alfonso Ruano. En él se narra la historia de Pedro, un niño de 8 años con preocupaciones propias de su edad que un buen día descubre por qué sus padres escuchan con tanta inquietud las noticias de la radio. De un modo natural, el relato sugiere la posibilidad de que el protagonista ceda a las presiones que recibe en la escuela y delate a su familia, convirtiendo a los suyos en víctimas de la represión militar. El contexto en el que se plantea el relato es fácilmente identificable con el del Chile de 1973 y las terribles circunstancias de aquel momento.

 

Con esmerado estilo y aparente sencillez, el cuento presenta al lector el doble conflicto -psicológico y social- del protagonista y su contexto. La maestría de Skármeta se pone de relieve en el equilibrio entre lirismo y cotidianeidad, entre la recreación de sus imágenes poéticas -cuya vivacidad nos recuerda el vínculo de este escritor con el cine-, y la narración de hechos esenciales. El autor demuestra un gran dominio de la tensión narrativa y un genial manejo del suspense que le permiten conducir a sus lectores hasta el borde mismo del colapso justo antes de coronar su historia con un espectacular final.

Tampoco es desdeñable la aportación de Alfonso Ruano en este libro. Con un estilo de marcado carácter documental, el ilustrador evoca reportajes fotográficos de hace 40 años, manejando con exquisita meticulosidad todos los recursos a su alcance: planos generales que refuerzan la soledad del protagonista, cabezas bajas, miradas tristes, elementos simbólicos como las llaves, los árboles caídos o los pájaros... Así, las ilustraciones refuerzan la intensidad del relato, facilitando el acercamiento y la lectura de un texto creado en los años setenta para la radio, publicado posteriormente en la prensa (en el diario Le Monde) y presentado por fin, en esta edición, para el público infantil.

Ilustración de Alfonso Ruano

El regusto de esta lectura no puede ser más sabroso. Todas las participantes en este encuentro se quitaban la palabra con la emoción de un descubrimiento vital. El envoltorio del cuento infantil, el relato del niño que quería "un balón de cuero blanco con parches negros" había ido dando paso al drama humano, al relato histórico y político y a la reflexión sobre el abuso de poder, el compromiso social y la posibilidad de resistir a la autoridad. Es poco habitual encontrar obras para niños que afronten sin didactismo este tipo de dilemas morales, proponiendo elementos para la reflexión y el diálogo y mostrando una temática de claro corte político. Quizá por eso este libro gustó tanto a las participantes.

 

También hubo, por supuesto, discrepancias. En este caso, el desacuerdo vino de la mano de una cuestión nada baladí: ¿es verosímil este relato? ¿Lo es el comportamiento del protagonista? Tras el debate, la conclusión fue que Skármeta, a través de la fuerza que imprime al texto, consigue hacer sentir al lector la autenticidad de estos hechos, tanto en la situación que se plantea como en el comportamiento del niño. El propio autor insiste en la veracidad del relato al denunciar cómo este tipo de presión fue una práctica habitual en la escuela primaria en tiempos de Pinochet (1). Si bien es cierto que muchos de los niños de nuestro entorno se muestran mucho más ingenuos que los protagonistas, también lo es que en situaciones de conflicto algunos pequeños demuestran una sorprendente madurez y capacidad de análisis. Los niños, como las personas adultas, son maleables y su capacidad de resiliencia resulta admirable.

Pinochet¿Un tema infantil? Sin ninguna duda. Todo lo que sucede en la vida debería poder tratarse en un libro para niños con el fin de ampliar su mundo y ayudarles a situarse en él. Por supuesto, también los temas políticos. La realidad cotidiana somete a la infancia a un bombardeo de información en el que los conflictos, la represión política y las guerras ocupan un lugar prioritario. Relatos como éste son extraordinarias herramientas para afrontar esta sobredosis de crudeza con una mirada crítica y reposada. El terreno de la ficción ofrece al niño ese entorno cálido y cercano que permite filtrar el dolor de la vida y teñirlo de belleza. Por eso es tan importante la literatura infantil, nos permite hablar de todo y buscar alternativas a los problemas más duros y complejos. Nos facilita recordar periodos dramáticos de la historia y enfrentarnos a aquellas mismas situaciones con una mayor perspectiva.

 

Hay numerosas tertulias similares a "El Cuentoscopio" entre la imparable marea de clubes de lectura que inunda bibliotecas, librerías, centros culturales de nuestras ciudades e incluso redes sociales virtuales. Tengo la suerte de coordinar dos de ellas en Pamplona (además de la mencionada, en la Biblioteca de Navarra, "El Mirador de cuentos", en la Biblioteca Civican). En ambos casos, las lectoras aportan puntos de vista muy variados y experiencias con niños y libros que complementan la disección "a página abierta" que realizamos en cada sesión. La literatura infantil es una cosa muy seria y poca gente se toma con más respeto la lectura y valoración de una obra que estos grupos de lectoras (y algún ocasional lector).

 

Es un alivio saber que hay personas adultas dispuestas a dedicar parte de su tiempo a conocer dónde están las obras de calidad para ponerlas al alcance de los niños y niñas que les rodean, bien sean usuarios de su biblioteca, alumnos de clase o sus propios hijos... El trabajo de mediación siempre es importante, pero si además hablamos de lectores infantiles, resulta imprescindible.

 

Vuelvo de nuevo a la pregunta del título: ¿la dictadura es un cuento? Mi respuesta es "No". La dictadura no es un cuento. La falta de libertad es tan dura como verdadera, no es un tema para frivolizar o tomárselo a broma. Detrás de una dictadura hay demasiado dolor, represión y muerte... Pero eso no implica que temas como éste deban quedar al margen de la literatura o que se deban ocultar a la infancia.

 

La vida no siempre es un cuento pero se puede contar. Relatar la vida es lícito y necesario, es la mejor forma de hacer memoria, contemplar el horizonte y encarar con paz el futuro.

 

(1) SKÁRMETA, Antonio.  "Cuando la ficción nace del infierno". En: Imaginaria. Revista quincenal de literatura infantil y juvenil nº 101. 30 de abril de 2003. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/10/1/skarmeta.htm

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