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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 19 de abril de 2024

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Meta flamenco

Como con todo lo emocionalmente inabarcable, recomendar música pasa por  instar al directo, a escuchar y sentir la composición artística en el aquí y ahora de la interpretación. Porque como con todo lo emocionalmente inabarcable, la música es efímera y adquiere su máxima expresión en el momento de darle existencia. Si esto es extensible a cualquier estilo, en la inmensidad del flamenco se hace además normativo, al subsumirse al capricho, ni siquiera del cantaor, sino del destino de su alma, cuando se hace voz, y del ritual en el que se enmarca. Son el presente de las manos del guitarrista, la verdad del que escucha, la percusión del viento que pasa en ese instante o una mirada inquisitiva que guía las aspiraciones de una noche flamenca lo que ritualiza una entelequia en la que es necesario participar. Por eso, más allá de cualquier recomendación que podría pasar por Chacón (Antonio Chacón. Grabaciones discos pizarra. 1913 - 1930), La Niña de los Peines (Cantes Gitanos), Manolo Caracol (Quejío. El genio Manolo Caracol), José Menese (A mis soledades voy, de mis soledades vengo), Mayte Martín (Querencia) y una lista inexcusable, o la petición de unos palos (el flamenco se clasifica en estilos de cante y ritmos diferentes, en una tipología tan extensa como confusa) como tientos, soleá, martinete o fandangos, hay que ir a verlo mientras se hace y resucita ese "nosequé" que se derrama y te sumerge, sin posibilidad de que vuelvas a emerger como eras antes.

Rafael Jiménez "El Falo", ¡Cante Gitano! (1996)

Al escuchar este disco, casi secreto de tan poca promoción que ha tenido, sorprende que se haya grabado en Nueva York y que sea el único de la discografía de este gitano asturiano de cante antiguo y aires renovados. Para los entendidos dejamos el análisis de la perfección de sus giros, el dominio del compás y la técnica perfilada de su voz, modesta. En la escucha es original, diferente, hondo. Las letras y su modo de interpretarlas suenan a una herencia recogida, de haberlas escuchadas desde pequeño y haberlas traído con respeto. Es serio en su puesta en escena pero cercano, y termina en la vibración de las pestañas. Aunque hay que escucharle con paciencia. Son de los que piden recrearse en sus sutiles privilegios de quejíos. Sorprende el disco y vuelve a sorprender que no sea un habitual en los cártele de los grandes cantaores flamencos.

Camarón, La Leyenda Del Tiempo

Para escuchar el flamenco moderno -que no música aflamencada- es imprescindible pasar por este disco de un mítico cantaor que no necesita presentaciones. Fue la primera colaboración que hizo con Tomatito y el primer atrevimiento dentro de un mundo encorsetado, al ser fusionado con rock progresivo gracias a la ayuda de Raimundo Amador y miembros de grupos como Alameda y Dolores. Supone un acercamiento al flamenco para quien todavía tenga el oído duro a estos compases raciales, y un antes y un después que no se debe confundir con la fusión de ahora, que más allá de su calidad, carece de raíz flamenca. Demuestra que se puede arriesgar sin dejar de ser jondo. A partir de ahí es obligado pasear por Enrique Morente o Diego El Cigala, pero siempre volver al principio, a los orígenes, para alcanzar de más cerca este misterio casi divino.                                                         

 

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