El caos en la cáscara de nuez
Jose María Rueda de Andrés, Paloma Peláez Bravo, Lourdes Catro Cerón, Carlos Cartaxo Iglesias, Dora Piñón Quintana, Isabel Carralero Díaz
Cuando el individuo se enfrenta a la Naturaleza, lo hace ante lo inconmensurable y así le abruma al pintor una realidad que no tiene más medida que la de su infinitud ¡Pobre de quién pretenda hacer inventario de los fenómenos naturales! Sin duda confundiría el Orden de la Vida con el caos derivado de una ignorante soberbia. La Naturaleza permanece en su variabilidad, se detiene en instante fugaces, no se repite en la constancia de sus fenómenos y deriva en cadencia inaprensibles.
El joven pintor debe entenderlo así y afanarse en un arduo proceso de análisis que tienda, consecuentemente, al resumen como ejercicio de humildad; porque no es más completo el discurso de quien pretende explicarlo todo, sino el de aquél que puntualiza momentos en un afán de esclarecer situaciones propiciadoras de una expresión, si bien limitada, ambiciosa en su voluntad de comunicación. Y así es como el pintor se erige en traductor de la vida, en guía para quien quiera convertirse en partícipe de experiencias siempre nuevas, en confidente de lo que, de inédito, los artistas han sido capaces de desentrañar de la realidad.
Con tal actitud, lo que aquí os mostramos no pretende ser sino iniciales acercamientos, sencillos tanteos, fundamentales en la labor creativa, y fundamentados en todo caso, en una ambición común, la de encerrar el caos en la cáscara de nuez de nuestra pasión por la Vida.
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