Entra el agua, no es nada
Sara Quintero
Es difícil mantener la esperanza frente a la deriva de Europa. Su posición frente al hundimiento de Grecia y la actual crisis de refugiados se asienta sin vergüenza en el fascismo. Se propone el sacrificio de miles de personas como garantía de supervivencia del viejo continente, y se ofrecen imágenes de bombardeos, naufragios, asedios... como condiciones necesarias. Ya en 1945 María Zambrano se refería a la crisis de la cultura y de los principios rectores de nuestro continente como la agonía de Europa, un fantasma que deberíamos resucitar descubriendo lo que de ella nos resulta irrenunciable. Pero seguimos inmersos en esa muerte transitoria.
La propia biblioteca de Bellas Artes forma parte de esa cultura. He utilizado de los fondos de su colección digital varios grabados de Giovanni Battista Piranesi, presentados en cajas de luz que funcionan como los antiguos noche y día de un pintoresco paisaje. Aquí los fuegos artificiales de Roma conviven con la destrucción de Siria, los gráficos descriptivos de la construcción de un honorable sepulcro, con una mujer ahogada. Ahogadas también presentes en dos dibujos más, que evocan las ilustraciones de La femme noyée de La Fontaine por Gustave Doré, y de Los viajes de Gulliver, imitando las láminas de dibujo académico. Los cuentos infantiles aparecen también en el biombo a modo de antiguo recortable desplegable, con imágenes de la historia del arte. Dos carros reales llevan ahora los féretros de los niños bajo la mirada inactiva de Le Pendu (El Colgado). Dos fotos de tumbas infantiles sin identificar son habitadas por plantas de Durero.
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