Biblioteca Complutense

Francisco Giner de los Ríos (1839-1915): ideales y vigencia de la Institución Libre de Enseñanza

PRESENTACIÓN

Con motivo de la V Semana Complutense de las Letras la Biblioteca de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid  quiere destacar los ideales y vigencia de la figura de Francisco Giner de los Ríos, con una muestra bibliográfica, en recuerdo y homenaje en el centenario de su fallecimiento.

La exposición tendrá lugar en la Sala de Lectura de la Biblioteca de Filosofía, del 22 al 30 de abril de 2015.

SEMBLANZA

Francisco Giner de los Ríos fue filósofo y pedagogo, introductor del pensamiento krausista  en España, de la mano de sus maestros Julián Sanz del Río y Fernando de Castro, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, precursor del ecologismo y pionero de la reforma educativa y científica del siglo XX.

Los vaivenes políticos marcarán su carrera profesional y humana, siempre dirigida por los principios que aprendió de la filosofía krausista: la tolerancia religiosa, el culto a la razón, a la ciencia, la integridad moral y el liberalismo político genuino.

Estudió Derecho y Filosofía en las Universidades de Barcelona, Granada y Madrid.

Su producción ensayística abarca un amplio abanico de disciplinas, principalmente  la Pedagogía y la Filosofía del Derecho.

Su aportación a la renovación educativa, que conecta con el liberalismo progresista europeo, está íntimamente unida a la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876, junto con Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate y otros profesores de formación krausista.

Su proyecto de educador nacional abarcaba desde la etapa infantil hasta la universitaria.

Giner concibe la educación con sentido integrador de la personalidad, guiada por normas  éticas y animada por un permanente activismo del alumno en una escuela neutra, tolerante y abierta, en régimen de coeducación. Potenció la creatividad, frente al dogmatismo, aplicando métodos y actividades totalmente novedosas y la libertad frente al autoritarismo imperante. Giner lo tenía muy claro: la regeneración democrática de la sociedad sólo puede venir de la educación, desde una educación interior.

Para Giner de los Ríos había que transmitir en la educación la idea de que la propia vida ha de ser vista como una obra de arte, como la realización libre y capaz de las ideas que cada uno se forja en el espíritu, la plasmación de un proyecto personal. A este propósito dedicó su sabiduría pedagógica, su ejemplaridad y compromiso moral.

La renovación pedagógica de la I.L.E se sustentaba en una complementariedad entre la teoría y la práctica, la enseñanza escolar y el aprendizaje fuera del aula, estimulando la curiosidad hacia el conocimiento y el desarrollo del pensamiento libre, aprendiendo a razonar con rigor, a controlar puntos de vista y a exponer con precisión y claridad las opiniones y resultados.

La nómina de personalidades relacionadas con la I.L.E, o formados directamente en ella sería interminable, basten los nombres de Manuel Azaña, Julián Besteiro, José Ortega y Gasset, Salvador Dalí, Antonio Machado y Miguel de Unamuno, para comprender la influencia que este maestro de maestros ha tenido en la historia reciente de España.

La reforma universitaria propuesta por Giner y los institucionalistas se aceleró en el primer tercio del s.XX, al lograr que el estado pusiera en marcha un organismo capaz de llevar al extranjero a los mejores profesores e investigadores para su actualización. Se trataba de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), presidida por Santiago Ramón y Cajal. La reforma educativa y científica dio lugar a la fundación de instituciones como la Residencia de Estudiantes, el Instituto Escuela, el Centro de Estudios Históricos, el Museo de Historia Natural y las Misiones Pedagógicas, que tanta trascendencia tuvieron durante la II República Española.

La aportación del pensamiento de F. Giner de los Ríos al acervo cultural del país es insoslayable y decisiva. De muchas de sus semillas vivimos hoy todavía; otras tendrán que fecundar el futuro.

Así termina el poema A Don Francisco Giner de los Ríos, que Antonio Machado le dedicó tras su fallecimiento en 1915, “Allí el maestro un día /soñaba un nuevo florecer de España”