Biblioteca Complutense

Corte, confección, costura y ornamentación

Por último, estaría la fase de corte y confección de la pieza final, así como su ornamentación. En el caso de prendas de vestir, el corte y la confección era esencial para darles forma, mientras que esta fase no era necesaria en otras piezas textiles, como cortinas, tapices o paños de altar, pues solían ser paños con forma rectangular.

Cantiga 117, en la que una alfayata incumple su promesa de no trabajar los sábados.
Códice Rico de las Cantigas de Santa María, ca. 1280-1284. El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, Ms. T-I-1, fol. 167r.

Existían diversos oficios dentro de esta actividad, como el de alfayata o alfayate, vocablo de origen árabe que servía para designar a los profesionales de ambos sexos del corte y confección. Sin embargo, el oficio con mayor prestigio era el de sastre, una categoría a la que las mujeres rara vez podían acceder. En cambio, sí que se consideraba que las mujeres eran idóneas para ejercer como costureras, oficio que sólo se documenta en mujeres y que era similar al de sastre, pero de inferior categoría. La diferencia teórica entre las labores de sastres y costureras estaba en que los primeros solían encargarse de la ropa exterior, más vistosa, compleja y elaborada con telas más ricas, mientras que las costureras se encargaban de la ropa interior, tocas, ropa de hogar y mortajas, pero en la práctica muchas costureras debían ejercer las mismas funciones que un sastre. La documentación permite identificar a costureras que dirigían talleres de corte y confección, como Sibilla de Barcelona, en cuyo testamento se menciona que tenía un taller en la calle Amargós en el que trabajaban varias mujeres jóvenes como aprendizas. 


También el registro iconográfico evidencia que las mujeres desempeñaban labores de corte y confección sin la supervisión de hombres, como en las dos versiones expuestas del Tacuinum, donde la confección de prendas en lino es llevada a cabo por mujeres. En el manuscrito 2644 puede verse cómo dos mujeres adultas cortan las piezas sobre la mesa mientras que otras dos jóvenes cosen otra prenda. Estas representaciones han sido relacionadas con que las mujeres podían acceder a esta profesión con mayor facilidad. Sin embargo, en estos mismos manuscritos la confección de prendas en lana es llevada a cabo por hombres. Una explicación a esta división de los diferentes trabajos textiles por sexos podría deberse a que, a finales de la Edad Media, en ciudades como Florencia, la confección en lana, al parecer más lucrativa que la de lino, fue acaparada por los hombres.

Dentro de la fase final de la elaboración de piezas textiles están todos los procesos relacionados con su ornamentación, como el bordado o la colocación de apliques, galones o diferentes tipos de pasamanería. En representaciones es difícil distinguir estas labores, pues se llevaban a cabo también cosiendo sobre la prenda, salvo que se emplease bastidor para tensar la prenda mientras se bordaba. Por ejemplo, en el Libro de horas de Engelberto Nassau puede apreciarse un cesto con útiles de costura junto a la Virgen en una escena de la Anunciación. Estos útiles podrían valer indistintamente para bordar o para coser. En general, existen pocas representaciones medievales de mujeres bordando con bastidor y no hay ninguna que aparezca en los facsímiles de la biblioteca. Esto no quiere decir que las mujeres no ejercieran esta profesión, pues la documentación sí que lo evidencia. Un caso bien estudiado es el de Mabel de Bury St. Edmuns, una bordadora que estuvo al servicio de Enrique III de Inglaterra en el siglo XIII. Su nombre aparece en numerosas ocasiones en la contabilidad de este monarca, como artífice, entre otros, de una casulla, una estola, un mímulo y una bandera para el monarca. Muchos de estos enseres estaban realizados con materiales suntuosos como seda, perlas o hilos de oro. También existieron algunos oficios femeninos especializados en la colocación de este tipo de ornamentos suntuosos, como el de “joyera”. Isabel Alonso fue una joyera que confeccionó camisas con randas de oro por encargo de Isabel la Católica.


La Virgen María bordando con un bastidor en un libro de horas del siglo XV. Paris, BnF, Ms NAL 3229, fol. 71v.