Ecología y sostenibilidad en el sector textil
En la actualidad, la industria textil está dominada por las empresas de fast fashion, que ponen a nuestra disposición una amplia gama de artículos textiles producidos en masa a precios muy económicos, pero con un altísimo impacto ambiental, siendo la segunda industria más contaminante del planeta.
La producción textil siempre ha necesitado de gran cantidad de mano de obra y de recursos. Sin embargo, los procesos preindustriales obligaban a un ritmo de producción mucho más lento y a optimizar el aprovechamiento de los recursos. Por ello, en la Edad Media la producción de textiles era, casi siempre, sostenible por necesidad y no porque existiera concienciación medioambiental.
Además, los materiales textiles tenían muchas vidas. Cuando una prenda dejaba de ser útil pero se encontraba en buenas condiciones, se reutilizaba la tela para confeccionar otra y, cuando esto no era posible, se reutilizaba el material para rellenar colchones, como parches para reparar prendas, como papel o destejiendo para utilizar sus fibras para nuevos tejidos. Así, existía un importante mercado de segunda mano de prendas, al que acudían personas de todos los estratos sociales, alargando lo máximo posible la vida de los textiles.
Una excepción a esta sostenibilidad fue el tintado de textiles, que requería grandes cantidades de leña y agua y generaba vertidos y emisiones contaminantes. Para seguridad de la población, las lavanderías y tintorerías se ubicaban a las afueras de los centros de población y aguas abajo. Asimismo, se llevó a cabo una sobreexplotación de los moluscos muricidae con el fin de fabricar la púrpura, lo cual supuso un peligro para la supervivencia de su población. También la producción de seda es cuestionable desde el punto de vista ecológico, no tanto por su sostenibilidad, sino por la forma tan drástica en que se sacrifica a los gusanos para su obtención.
Bolinus brandaris, uno de los moluscos de la familia de los muricidae que fue empleado para obtener el tinte púrpura.
Aunque en la Edad Media no existía una conciencia ecológica como la entendemos hoy en día, sí que existía cierta preocupación “protoecológica” por temas como la explotación de los recursos naturales o por la salubridad del agua y el aire en los entornos urbanos. Sin embargo, este tipo de preocupaciones deben relacionarse con una necesidad, más que con la existencia de una verdadera concienciación sobre el bienestar del medioambiente. Lo mismo ocurre en el ámbito textil, donde la larga vida que se daba a los productos debe relacionarse con el elevado coste económico de las materias y el esfuerzo que implicaba elaborarlos. Del mismo modo, se usaba un modelo de producción artesanal porque no existía ninguna alternativa. Son, en cualquier caso, estrategias interesantes que bien podrían ser aplicadas en la actualidad para hacer la industria textil contemporánea más sostenible. En ese sentido, en los últimos años ha habido un auge del consumo de la llamada moda vintage, es decir, de productos de segunda mano, a través de aplicaciones y de tiendas especializadas, que permiten alargar la vida útil de prendas y complementos, una forma de consumo que estaba a la orden del día durante la Edad Media. Por ejemplo, en la almoneda que se llevó a cabo tras la muerte de Isabel la Católica con sus bienes, una de las partidas más numerosas fue la de textiles, dentro de la cual había tapices pero también “ropas de vestir”.