La producción de fibras textiles
El proceso siempre comenzaba con la producción de fibras, que podían ser de origen vegetal, como el lino, el algodón, el cáñamo o el esparto, o de origen animal, como la lana o la seda. Estas materias primas se deben cultivar o criar, para posteriormente ser recolectadas. Tras ello hay que cardar las fibras, preparándolas para el hilado, salvo en el caso de la seda, cuyo hilo se produce directamente a partir de los capullos. Varias imágenes de esta exposición muestran a mujeres participando en estos procesos iniciales del ciclo textil,
La cantiga 18 del Códice Rico narra la historia de una sericultora de Segovia cuyos gusanos estaban muriendo sin producir seda, por lo que prometió regalar una toca a la imagen de la Virgen a cambio de que se revirtiera esta dramática situación. Los gusanos dejaron de morir y produjeron gran cantidad de seda, pero la mujer olvidó entregar la toca prometida. Así, los gusanos comenzaron a elaborar dos tocas de forma milagrosa y la mujer llamó a la gente para que acudiera a ver el milagro. Más allá de los elementos sobrenaturales de la narración, las escenas centrales muestran a los gusanos blancos sobre lechos de hojas de morera para acelerar su alimentación, un sistema que se sigue empleando a día de hoy en granjas sederas. La técnica para la cría, recolección y producción de seda fue introducida en Europa en el siglo VIII por los musulmanes, quienes establecieron una industria de textiles suntuarios que eran demandados también por los territorios cristianos, y cuya producción se mantuvo tras la conquista cristiana de los territorios andalusíes. El Calendario de Córdoba, del año 961, señala los meses en que debía desarrollarse este proceso: en febrero se incuban los huevos del gusano, actividad que solían realizar las mujeres; en marzo, cuando han eclosionado, son alimentados; y en los meses posteriores hasta el verano es cuando se produce el hilo.
Cardador de lino de mediados del siglo XX. Tiene dos peines con diferente densidad de púas,
uno menos denso para comenzar el cardado y otro más denso para afinarlo.
En el folio del calendario de Las Muy Ricas Horas del Duque de Berry dedicado al mes de agosto se muestra a una mujer y a un hombre esquilando a las ovejas con unas grandes tijeras. A lo largo del calendario se muestran actividades que se llevaban a cabo cada mes, por lo que el esquilado en Francia debía ser típico de agosto en aquel momento. Sin embargo, esta operación puede realizarse en diferentes momentos del año, dependiendo de la variedad de las ovejas, del clima de la zona o de si van a trashumar. Por ejemplo, actualmente en la Península Ibérica suele esquilarse en primavera, varios meses antes de lo que marca el calendario de este manuscrito.
Por último, en el Libro de Horas de Visconti, en la hora Tercia del Espíritu Santo, aparece una mujer con un manojo de lino en sus manos y un cardador que sujeta introduciendo su pie en el orificio inferior para tener así las dos manos libres y peinar el lino en las púas. El lino se pasa sucesivamente por estas púas, ablandándolo y haciendo que sus fibras queden en una dirección uniforme. Se trata de una escena del Antiguo Testamento en la que dos espías enviados por Josué a reconocer Jericó se ocultan en casa de Rajab, una prostituta de la ciudad (Josué 2:1-6). El pasaje bíblico no indica que Rajab cardara lino, pero sí que escondió a los espías detrás de unos manojos de esta planta. Antes de hilar esta fibra hay que atarla en manojos, secarla al sol y, posteriormente, proceder al “enriado”, un proceso de fermentación que permite separar las fibras de la materia leñosa de la planta.
Facsímiles expuestos
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- Cantiga 18, que narra la historia de una sericultora de Segovia. Cantigas de Santa María, Códice Rico, ca. 1280-1284. El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, Ms. T-I-1, fols. 30v y 31r. FAG 242
- Mujer y hombre esquilando ovejas durante el mes de agosto. Las muy ricas Horas del duque de Berry, 1411-1489. Chantilly, Musée Condé, ms. 65, fols. 7v. FAG 219
- Rajab carda lino y esconde a los espías enviados por Josué a Jericó. Libro de Horas de Visconti, siglo XIV. Firenze, Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze, Ms. Banco Rari 397, fols. 130v. FA 2849