En los herbarios medievales, las plantas que se reproducían eran fruto de la fantasía de los artistas. Por lo tanto, ellos no seguían la regla de hacer una estricta observación de los vegetales. Los editores reutilizaron a veces grabados para hacer reducir los costes de producción. Esto conducía a veces a situaciones absurdas donde un mismo grabado servía de ilustración a plantas diferentes. Pero en el Renacimiento estos dibujantes plasman, en los herbarios impresos, la realidad que observan de la naturaleza para dar verosimilitud a la ilustración y facilitar la identificación de las especies vegetales medicinales.
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