Javier Gimeno puso indirectamente en mis manos una edición chilena de Los trenes se van al purgatorio (ver imagen inferior). Abonada a la literatura hispanoamericana y mucho más al realismo mágico, me pareció tener en las manos al género renovado, con una cara nueva, más brillante. Un pequeño tesoro. Así que, con el empuje recibido por el premio Alfaguara de novela 2010, y la publicación masiva de El arte de la resurrección no tuve dudas y nada me apeteció más.
[Seguir leyendo] El arte de la resurrección