ATHANASIUS KIRCHER Y LA CIENCIA DEL SIGLO XVII
Exposición 4º Centenario
18 de diciembre de 2001-28 de febrero de 2002
Presentación: Rafael Puyol Antolín, Rector de la Universidad Complutense
Como señala Ignacio Gómez de Liaño en la presentación de nuestro catálogo, "Athanasius Kircher es el último gran representante de una especie prácticamente extinguida, la del sabio universal"
Era por ello obligado, máxime cuando las celebraciones en torno a su centenario en España no serán muy abundantes, el que la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, aprovechando sus magníficos fondos bibliográficos del siglo XVI y XVII le hiciera un cumplido homenaje al mismo tiempo que otorgara al público una amplia visión del mundo científico en el siglo XVII.
Kircher nace a las tres de la mañana del 2 de mayo de 1602 en Geisa, cerca de la ciudad alemana de Fulda, aunque algunas fuentes señalan el año de 1601 como el de su natalicio.
De vida azarosa y viajera durante sus primeros treinta años, en la plenitud de su vida se instalará en su querida Roma, ciudad en la que plasmará sus más importantes estudios.
La nómina de sus investigaciones es muy amplia: compilador de datos sobre el lejano Oriente, plasmados en su obra China Monumentis que se convertiría en la primera gran obra de sinología publicada en Europa; investigador de los jeroglíficos egipcios, marcando una nueva línea de investigación al intentar apartarse de la visión ornamentística dada por Horwart von Hohenburg en su Thesaurus hierogliphicus, atisbando en sus obras la posibilidad de conexión entre la lengua copta y el egipcio faraónico; padre de la Geología moderna con su obra Mundus subterraneus; puesto de honor entre los tratadistas de música y acústica del siglo XVII con su obra Musurgia universalis; fundador de uno de los primeros museos "públicos", el Museum Kircherianum que rivaliza con la fundación de Elias Ashmole en Oxford, etc.
La exposición, en virtud de estas investigaciones está dividida en los grandes temas que obsesionaron a Kircher: la búsqueda de los orígenes, la atracción por Oriente y los descubrimientos científicos tratados desde un punto de vista muy amplio. Las últimas vitrinas de la exposición, dedicadas a sus sucesores, dan buena muestra del calado científico que Kircher causó en la Europa Barroca de su tiempo.