La Biblioteca de la Universidad Complutense

 Como consecuencia de la reforma educativa de la Ley General de  Educación de 1970, la Universidad toma el nombre definitivo de Universidad Complutense.

En este periodo hay que destacar la dirección de Fernando Huarte, porque supuso para la Biblioteca importantes cambios estructurales y organizativos que van a sentar las bases de la Biblioteca Complutense actual.

Aumenta el número de bibliotecas, al aumentar las facultades, por lo que el problema de la dispersión se agudiza.

El Reglamento de 1979 (publicado en 1980) es un claro intento de reorganización y supone un importante avance en la estructura,  organización y servicios de la Biblioteca.  Otro hecho importante será la creación de la Escala de Auxiliares de Archivos, Bibliotecas y Museos de la Universidad, por la que se incorporarán en 1979 y 1981, respectivamente,  funcionarios especializados de la Universidad a la Biblioteca.

La Ley de Reforma Universitaria de 1983 (LRU) y los Estatutos de la Universidad Complutense de 1985, en los que aparece regulada la Biblioteca en su título VIII, art. 140.

En la Biblioteca se inicia un proceso de unificación y coordinación a través de las Comisiones Técnicas, que, además, de fomentar el trabajo en equipo, establecen una cierta coordinación de trabajos técnicos (estadísticas, registro, catalogación, normalización, etc.). La Biblioteca se integra en las instituciones de la Universidad (Junta de Gobierno, Junta de Facultad y Comisión de Biblioteca), se va implantado el libre acceso, la formación de usuarios (creación del bibliotecario de sala), buzón de sugerencias, carteles y guías informativas de las bibliotecas. Con la llegada de más financiación se mejoran las infraestructuras y se crean nuevos edificios.aen una etapa de prosperidad.

También en estos años empiezan los primeros estudios para la automatización de la Biblioteca, hecho que no se realizaría hasta 1991 en dos bibliotecas, la de Geografía e Historia y la de Ciencias Económicas y en 1992 en todas las demás. La liberación de las tareas rutinarias hace surgir un nuevo concepto de Biblioteca en donde se pone el punto de atención en la calidad de los servicios como apoyo a la docencia e investigación más que en los procesos internos.

En 1997 la BUC pone en funcionamiento su primer servidor de información, desde el cual, además de acceder al catálogo, se puede acceder a otros servicios en línea. Se desarrollan productos propios como la base de datos Compludoc y se inician proyectos de digitalización como el proyecto Dioscórides. El trabajo en cooperación cristaliza con la integración de la Biblioteca en REBIUN, en GEUL (luego GEUIN) y, posteriormente en  el Consorcio Madroño.

En 1999, se logra la centralización del patrimonio bibliográfico, hasta ahora disperso en las facultades, en el remodelado pabellón Valdecilla, que pasa a ser  Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”.

El comienzo del siglo XXI viene marcado por el esfuerzo de la Biblioteca para adaptarse a los nuevos retos de la  oferta educativa y de gestión académica del Espacio Europeo de Educación Superior, recogidos en la Ley Orgánica de Universidades de 2001 (LOU) y en los nuevos Estatutos de la Universidad (2003) junto a aquellos derivados de la relevancia de las tecnologías de la información y comunicación. Como respuesta a estos retos, la gestión de la Biblioteca se realiza a través de planes estratégicos que traen consigo el desarrollo de acciones como la certificación de calidad por la ANECA, tras un proceso de evaluación tanto interna como externa, un nuevo Reglamento, aprobado en 2006, el desarrollo de la web y la presencia en las redes sociales, así como el desarrollo de proyectos de digitalización como los de Google y Europeana Libraries.

La apertura  de la biblioteca María Zambrano ha supuesto una amplia oferta de puestos de lectura y de servicios que responden a las nuevas demandas de aprendizaje e investigación de la comunidad universitaria.

Actualmente, la Biblioteca sigue apoyando a la Universidad en sus objetivos de formar profesionales útiles para la sociedad, promover la investigación científica y difundir el conocimiento. Un reto actual para la Biblioteca Complutense, que, como tantos otros, ha sabido superar en el pasado.