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Japonismos: todo lo nipón me aporta

Javier Pérez Iglesias 5 de Mayo de 2014 a las 16:40 h

"Dedicado a mi querida Marta Ontañón que tanto me enseñó a disfrutar lo mejor de Japón y que sigue viva en cada Hanami Taikai.

Dedicado también a mi tía Ely, que ha hecho posible mi viaje a Japón, y que me inculcó el amor por la naturaleza y el gusto por lo exótico (empezando por uno mismo)".

 

Yo de pequeño quería ser japonés. Me pasaba horas delante del espejo estirando mis ojos para dejarlos oblicuos. No paraba de dibujar pagodas y geishas y sabía hacer un kimono perfectamente con su obi y todo. Durante años, me resultó insoportable ver películas bélicas sobre la Segunda Guerra Mundial porque no concebía que los "malos" fueran los japoneses. Pude quitarme esa espinita años después, con Merry Christmas Mr Lawrence en la que, al menos, Ryuichi Sakamoto estaba monísimo y creaba una fuerte tensión erótica con David Bowie. Todo lo que venía de Japón (incluidas muchas cosas chinas que yo asimilaba) me fascinaba y eso mucho antes de que el manga impusiera su estética. ¿De dónde me venían ese gusto y esa devoción?

 

Hace unos meses, después de investigar sobre el niño de siete años que yo era, me llegó el satori y se me reveló todo como en un golpe de luz. Recordé las conversaciones interminables con mis pocos amigos del colegio y lo mucho que disfrutábamos haciendo trabajos manuales. Había un libro que estaba en casa de mi amigo Fernando Salmón que nos gustaba especialmente, El bazar de todas las cosas, en donde Elena Fortún recopilaba manualidades para pasar las tardes lluviosas de invierno. Entre otras muchas maravillas, ese libro enseñaba a hacer un jardín japonés. Recuerdo que me fascinó su descripción de lo que podíamos crear dentro de una cazuelita de barro, haciendo caminitos y un pequeño puente y decorándolo con plantas y miniaturas de animales.

Portada de Una grulla en la Taza de Te de Yasunari Kawabata

Pero lo más decisivo fue el día en que, mientras mis compañeros me martirizaban por ser poco masculino y me afeaban mi gusto por las flores y el dibujo, el mismo Fernando Salmón (no en vano sus abuelos eran republicanos y tenían en casa una biblioteca muy libre para lo que entonces se estilaba) nos dejó a todos pasmados diciendo que los samuráis, que eran unos feroces y viriles guerreros, practicaban además el dibujo, escribían poemas y adornaban sus salones con ikebanas, un arte floral de lo más delicado. Los sádicos se quedaron con la boca abierta ante la elocuencia de mi amigo (nadie dudaba de las informaciones del primero de la clase) y yo descubrí un modelo de masculinidad que me venía de perlas. Definitivamente, ¡yo quería ser japonés!

Japón no me ha abandonado nunca y no ha dejado de proporcionarme placeres. En casa, en donde se tomaba té por las costumbres adquiridas por mis padres al haber vivido en Marruecos, la merienda era para mi una fiesta cuando utilizaba las tazas japonesas de una porcelana finísima. Ya no queda ni una pero le agradezco a mi madre su generosidad y ese desprendimiento tan chic para disfrutar todos los días de las cosas "de los domingos".

La primera novela japonesa que leí, debía de tener 12 años, fue Una grulla en la taza de té de Yasunari Kawabata (traducido luego con el título de Mil grullas) en la edición del Círculo de Lectores que había comprado mi hermana Maribel. Allí descubrí la belleza de la ceremonia del té, la hermosura de los objetos cotidianos, sencillos y refinados. La historia me resultó obscura y un poco sórdida pero eso era lo de menos. Yo disfruté los detalles de elegancia insuperable que contiene.

Años más tarde, al mismo tiempo que iba conociendo el fascinante cine japonés acompañado por mi querida amiga Marta Ontañón, alguien me prestó una biografía de Yukio Mishima escrita por Vallejo-Nájera. El libro no es gran cosa pero a mi me interesó mucho la estética de Mishima, sus fotos un poco kitch, enseñando músculo, y su defensa de un mundo antiguo ya desaparecido. Decidí leer Confesiones de una máscara y ahí sí que quedé fascinado por el autor y el personaje. Luego leí casi todos sus libros pero tengo un recuerdo muy especial por El pabellón de oro. Hace poco he podido visitar Kinkakuji, el templo en el que se basa la historia, en Kioto y comprendo que alguien pueda enloquecer hasta el punto de destruir una belleza que de tan espléndida le resulta insoportable.

Kinkakuji Pabellón de oro

Pero el libro que representó un antes y un después sobre mi percepción de lo japonés ha sido un ensayo, El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki,  que leí en la revista El Paseante, en el año 1987, por recomendación de mi amigo Fernando Zamanillo. Lo he vuelto a leer varias veces y sigue produciéndome el mismo placer.

También me ha ayudado a crear mi propio "japonismo" el libro de Roland Barthes El impero de los signos.  Más tarde han venido los haikus, los ukiyo-e, los cómics de Jirō Taniguchi, El viaje de Chihiro, el gusto por la cocina japonesa y mi devoción por el té verde japonés, especialmente el Gyokuro. Japón no me ha defraudado nunca y no ha dejado de enviarme señales y de acompañarme en lo cotidiano. De niño me extasiaba con el álbum de fotos de laca japonesa de mi tía Ely (que ahora está entre mis objetos fetiche) y ahora convivo en mi trabajo, en la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes, con una colección de estampas japonesas que no deja de asombrarme por su belleza.

Hace muy poco he tenido la suerte de viajar a Japón (una vez más, gracias a mi tía Ely) y recorrer lugares y visitar edificios que me parecía que conocía desde siempre. La modernidad de Tokio sigue siendo impactante (aunque la globalización lo iguale todo, banalizándolo) y pocas cosas pueden superar la exquisita belleza de la Villa Imperial Katsura a las afueras de Kioto (agradeceré lo que me queda de vida a Ramón Rodríguez Llera su insitencia en que hiciera los trámites necesarios para visitarla). He vuelto aún más devoto de todo lo japonés y absolutamente subyugado por su cortesía, su delicadeza y su elegancia.

¡Arigató gozaymasu!

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Comentarios - 25

Daniel

25
Daniel - 29-01-2015 - 02:59:06h

El articulo es buenísimo. Me encanta la cultura japonesa. El último libro que he leído relacionado es de James Clavell, se llama "Shogún",es una novela pero está basada en un marino existió en la vida real. La investigación de Clavell es buenísima, muy metódica y podéis encontrar muchas tradiciones,lenguaje y costumbres japonesas. Hicieron la serie que lleva el mismo título pero os recomiendo que leáis el libro mejor.

Pedro Izaskun

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Pedro Izaskun - 2-12-2014 - 12:43:56h

Sugoi desu! :D

 

No sé como he llegado hasta aquí pero tu artículo me ha encantado. Mi mujer es japonesa y cada 2 años vamos a visitar a su familia. El Pabellón de Oro tb es muy especial para mi, fue el primer regalo de mi cuñada :)

 

En fin, sólo quería decirte que me hiciste pasar un buen rato.

 

Mata ne!
Pedro

Raquel

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Raquel - 3-11-2014 - 00:19:24h

Me ha gustado mucho leer este artículo, me ha recordado mucho a mi propio amor hacia la cultura japonesa. A mí también me ha fascinado desde pequeña, y he tenido la gran fortuna de visitar Japón este año por primera vez en mi vida, aunque solamente visite Tokyo, y la pena que me dio fue lo que comentas de la globalización. Pero aún así fue una experiencia increíble, y la cortesía de la gente, la buena sensación que proporciona el que allí esté todo hecho para ser cómodo de usar, la belleza de lo tradicional y de sus grandes jardines y parques...podría enumerar tantas cosas que escribiría un comentario tan largo como el artículo, jajaja.
Muchas gracias por compartir un trocito de tu sentimiento por Japón, ha sido un placer leerlo :D

Mariana

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Mariana - 12-05-2014 - 17:14:57h

¿Por qué habéis quitado la foto de Mishima en plan cachas para sustituirla por la de Mishima fascistoide?

Ana Garralón

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Ana Garralón - 11-05-2014 - 23:52:03h

¡Muchas gracias! Yo nunca quise ser japonesa, pero ahora un poquito, jaja. Está preciosa tu crónica y si tienes ese libro de Fortún préstamelo, igual se puede pensar en reimprimirlo.
Un beso

Lila Insúa

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Lila Insúa - 11-05-2014 - 23:22:53h

Qué maravilla tu mirada compartida de Japón y el partido literario que podemos sacarle los que todavía no lo conocemos. Y qué lástima, que en un blog universitario, no podamos estar a la altura de las imágenes que articulaban tu discurso. UNIVERSITARIO.

Isabel

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Isabel - 9-05-2014 - 19:31:45h

Muchas gracias por este artículo, Javier

Lorena

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Lorena - 8-05-2014 - 20:36:08h

Es curioso. Sin haber estado nunca en Japón tengo nostalgia de ese país. La nostalgia de lo no vivido es una especie de morriña muy japonesa, ¿no te parece?

 

Recomiendo añadir a ese caudal de lecturas maravillosamente nipón Una vida errante de Yosihiro Tatsumi. Y que viva Elena Fortún.

Fátima

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Fátima - 7-05-2014 - 21:30:54h

qué maravilla!!. qué bonito!! gracias

Bárbara

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Bárbara - 7-05-2014 - 13:08:19h

Ay Javi, qué fácil parece poner palabras a las sensaciones cuando lo haces tú...
Muchas gracias por este post, apunto la recomendación de Tanizaki (leí " El cortador de cañas" y me gustó mucho). ¿Sabes que practico kendo desde el año pasado? Lo japonés definitivamente hechiza y engancha.

carlos lombas

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carlos lombas - 7-05-2014 - 07:24:35h

un post estupendo javier,

 

pero como siempre, este "mí" tan pesado, sigue redondeando los memorándum de los escritores,

siento fascinación por mishima, y como en el pabellón de oro, tengo ganas de quemarlo todo, arrumbo en mis veleidades invitándoos a leer Mishima o la visión del vacío, de marguerite yourcenar, y dentro del laberinto japones llegar a gabriel garcía marquez, en su ultima novela Memoria de mis putas tristes, como homenaje a La casa de las bellas durmientes. de kawabata,

 

salud, amor y fantasía para todos, TAMBIÉN UN POCO DE PAN

aurelia

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aurelia - 6-05-2014 - 22:44:42h

Por cierto, he buscado el libro de Elena Fortun que mencionas. Yo no lo conocía, solo los de Celia. En Amazón está carísimo: en torno a los 120 euros. Me imagino que es una pieza de colección.

Aurelia

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Aurelia - 6-05-2014 - 22:34:11h

Me ha encantado tu post. Y me ha hecho recordar que hace tiempo también tuve una fase japonesa, que en mi caso fue pasajera, quizás por ser en época de trastornos juveniles. Ahora me ha dado ganas de volver a ella....Y unas inmensas ganas de viajar a Japón.....Y aprender japonés....

Pilar

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Pilar - 6-05-2014 - 18:23:17h

¡Precioso Javier! Casi lloro.

Carlos Marín

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Carlos Marín - 6-05-2014 - 14:09:37h

Ir a buscar algo en el Cisne desde Uruguay y encontrarse con este post de Javi. Me ha dado mucha alegría. Gracias por el articulín y a seguir dándole vida a la biblioteca complutense, que falta le hace.

Juan Carlos Suárez

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Juan Carlos Suárez - 6-05-2014 - 12:20:24h

Me sumo a todo lo ya comentado, volviendo a decir que me ha parecido un post muy bonito, ameno, interesante y delicado. Muy japonés! Casualmente me pilla leyendo una novela japonesa: El lago, de Banana Yoshimoto, yo que a diferencia de ti, "no soy muy japonés". Aunque tuve una etapa en mi vida que sí lo fui. Ya te lo contaré en la intimidad, Javier. :)

paloma navarro

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paloma navarro - 6-05-2014 - 10:51:39h

Arigato Gozaymas!!!!! Una delicia de artículo. Yo de pequeña no quería ser japonesa pero después de nuestro viaje empiezo a querer serlo. En casa de mis tíos ya no me aguantan viendo todo el día películas japonesas. Paloma

Pablo Ramírez

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Pablo Ramírez - 6-05-2014 - 10:34:31h

Un artículo muy interesante. Yo también soy un gran amante de Japón, lo he visitado y he leído mucho sobre el país, su historia y su filosofía, más que su literatura, debo reconocer.
Modas aparte, la cultura japonesa es una sublime mezcla de modernidad y tradición, donde la amabilidad y el virtuosismo priman sobre muchas otras cosas. Cierto que la globalización diluye las diferencias y unifica muchos aspectos de la vida en todo el mundo, pero Japón ha sabido guardar su esencia de una manera muy especial

Ángela

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Ángela - 6-05-2014 - 08:42:09h

Qué bonito todo lo que cuentas. Me ha faltado alguna mención a Murakami con tu gusto por correr. Un beso.

fernando Arce

6
fernando Arce - 5-05-2014 - 22:15:24h

Muy hermoso y educativo articulo Javier. A partir de ahora y aunque algo conocia me fijare mas y mejor en las bellas realizaciones del pais del crisantemo y del sol naciente.
El otro dia disfrute junto a mi hija Isabel del fantastico Viaje de Chirino
Abrazos cordiales

Javier Pérez Iglesias

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Javier Pérez Iglesias - 5-05-2014 - 20:37:50h

Ay! Cecilia! Qué ganas de veros a ti y a Raúl. Me acordé de vosotros en Japón. Cualquier día de estos me escapo a Berlín. Besos mil,

Cecilia

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Cecilia - 5-05-2014 - 19:16:47h

Me ha emocionado tu articulo y me ha traído de nuevo esos olores, sabores y paisajes que tanto he disfrutado...Viva Japon Javi!!
Muchos besos desde Berlin!
Ce

Javier Pérez Iglesias

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Javier Pérez Iglesias - 5-05-2014 - 18:31:07h

Muchas gracias, Alberto.
Alfonso, yo tampoco entendí nunca esa pasión por morir de Mishima. La verdad, ¡con todo lo que le costaba ponerse a punto para luego dejarse hecho pedazos con una katana!
¡El libro de Elena Fortún es una joyita! Eso sí, algunas manualidades eran irrealizables. Pero a mi me abrió muchos mundos (de fantasía, claro)

alfonso

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alfonso - 5-05-2014 - 18:24:11h

lo japonés como arma arrojadiza a los morros de los machirulos. Me encanta. El librito de Elena Fortuny, sin embargo, siempre me pareció un instrumento de tortura. Y Mishima estaba como un queso en esas fotos. Yo nunca entendí esa obsesión con la muerte con las ganas de cuidarle las neuras que me producía mirarle.

Alberto

1
Alberto - 5-05-2014 - 17:24:53h

Un hermoso artículo. Muchas gracias. Y qué ganas de ser japonés. Un beso. Alberto


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