Biblioteca Complutense

Antonio Rodríguez Huéscar

Cabecera Rodríguez Huéscar


«El decir filosófico exige un receptor también “filosófico”, como condición necesaria –aunque no todavía suficiente– para que esa función “comunicativa” pueda cumplirse. En suma, el discipulado, o bien (aunque en mucha menor medida) el diálogo, discusión, correspondencia o lectura entre filósofos u hombres vocados a la filosofía, son las únicas formas posibles de «comunicación» filosófica. En todo caso, más que de comunicar una filosofía, se trata de comunicar –o comulgar– en la filosofía, es decir, en la auténtica vida filosófica (y ello, aún en el caso de la apropiación de una filosofía ajena, como es normal en ciertas etapas de todo discipulado, pues tal apropiación, o es una recreación o simplemente no existe). Se trata, pues, de un con-vivir la filosofía, como medio necesario para que cada cual haga o alumbre la suya. Y esa es la única forma posible de auténtica comunicación filosófica. Por tanto, más que una estricta “comunicación”, es una psychagogia, como alguna vez sugirió Platón, o, mejor, una mayéutica, como definitivamente descubrió su maestro».

RODRÍGUEZ HUÉSCAR, Antonio. Con Ortega y otros escritos. Madrid: Taurus, 1964, p. 130


RODRÍGUEZ HUÉSCAR, ANTONIO (1912-1990) 

Fuenllana (Ciudad Real), 13.IV.1912 – Madrid, 29.IV.1990. Filósofo, catedrático, ensayista, traductor, novelista, escritor.

 

Biografía
Cursado el bachillerato en Villanueva de los Infantes y en Ciudad Real, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central, de Madrid, gozando del magisterio de eminentes personalidades, como J. Besteiro, J. Gaos, M. García Morente, L. Gil Fagoaga, X. Zubiri y, sobre todo, J. Ortega y Gasset, con quien, como alumno distinguido, llegó a tener una sincera y entrañable amistad, hasta la muerte del maestro. Se licenció en Filosofía en junio de 1936 con Premio Extraordinario.

Días antes de estallar la Guerra Civil conseguía, mediante cursillo, una Cátedra de instituto, pero en 1940, las nuevas autoridades anularon aquel cursillo, y Rodríguez Huéscar sobrevivió dando clases particulares en Tomelloso (Ciudad Real), donde fundó un colegio privado. En 1945 se le nombró profesor de Filosofía en el Colegio Estudio, de Madrid, que dirigió Jimena Menéndez Pidal hasta que en 1955, tras la muerte de Ortega y Gasset, aceptó una de las varias propuestas americanas que tenía, ocupando la Cátedra de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Río Piedras (Puerto Rico) hasta 1971 (salvo dos años, 1959-1961, que utilizó para, con una beca de la Fundación Carnegie, obtener el doctorado en Madrid, con su tesis El problema de la verdad en Ortega). Su actividad en Puerto Rico traspasó los límites docentes, pues fue redactor-jefe de la Editorial Universitaria y director adjunto de la famosa revista La Torre. Regresó a España en 1971 y, por haberse revalidado en 1959 el cursillo de 1936, fue catedrático de Filosofía en el Instituto Joaquín Turina, de Madrid, ciudad en la que falleció el 29 de abril de 1990. [...]


Obras:

 
Bibliografía:

 

Fuente: Diccionario Biográfico Español (Real Academia de la Historia)