Biblioteca Complutense

Los Dioscórides

Entre los autores del mundo antiguo que hablaron de las propiedades terapéuticas de las plantas destacan los griegos Teofrasto, con su Historia de las plantas (s.III a.C.), y Dioscórides, con su Materia Médica (s.I d.C.). 

Sin embargo, de los dos, el que tuvo más trascendencia en la Edad Media fue Dioscórides, cuyos escritos se convirtieron en la enciclopedia de botánica farmacéutica de referencia en Oriente y Occidente, circulando extensamente en griego y en árabe, en copias manuscritas generalmente iluminadas. Al final de la Edad Media y en la Edad Moderna proliferaron copias en latín y en diversas lenguas vernáculas, tanto manuscritas como impresas, habitualmente acompañadas de elocuentes imágenes de las plantas referenciadas.  

En el texto original de Dioscórides debió haber entre 700 y 800 sustancias o drogas, de las cuales unas 600 serían de origen vegetal y el resto de origen animal y mineral. Sin embargo, al copiarse se fueron seleccionando unas u otras, en función del conocimiento botánico del momento, de los especímenes que se daban en el área geográfica de donde salía el encargo, o de las posibilidades económicas de la persona que costeaba el manuscrito. Esta singularidad de cada Dioscórides conservado no es una rareza; más bien al contrario, es lo habitual en el campo del libro manuscrito, donde cada copia implica reinterpretaciones, adiciones, cambios, anotaciones, o simples erratas en el proceso de lectura y escritura que hacen cada texto único. No obstante, algunos presentan mayores paralelismos si salieron de talleres próximos o si tuvieron un modelo común que los inspiró, caso seguramente del Dioscórides de Viena y el Dioscórides de Nápoles

La idea de acompañar y complementar la descripción de plantas con imágenes hay que buscarla en la Antigüedad Mediterránea. Plinio el Viejo, en su Historia Natural, escrita a finales del s.I d.C, decía algo así:

“[…]Cratevas, Dionisio y Metrodoro han utilizado un método muy atractivo, que no hace sino demostrar la dificultad de su tarea: han reproducido las plantas a color y han descrito abajo sus efectos. Pero la pintura es engañosa, pues los colores son tan numerosos, que aunque quieran rivalizar con la naturaleza, a menudo se ven alterados por los diversos azares de la copia. Por otra parte, no es suficiente con pintar algunas plantas en un momento determinado de su vida, pues las plantas cambian de aspecto a lo largo de las cuatro estaciones del año[…]”

Sigue leyendo

Plinio era consciente de la problemática de la imagen, que no conseguía atrapar la naturaleza cambiante y diversa de un ser vivo, y que por ello había de ser complementada con una descripción botánica veraz, capaz de hacer visibles los cambios de una planta dependiendo de las condiciones climáticas en que se hubiese gestado, o de la estación del año en que se recolectase. Este mismo problema enfrentan los herbarios actuales en que se disecan especímenes botánicos en un momento concreto de su ciclo vital, pero en los que es muy difícil mostrar -al mismo tiempo- todas las partes de una planta (internas y externas) y todos sus etapas de desarrollo (hojas, flores y frutos). 

Además del texto de Plinio, hay algún resto material que apunta a la circulación de dibujos botánicos en la Antigüedad. Así, el Papiro de Antinoopolis, de aproximadamente el año 400, tiene una representación de la Symphytum officinale en el recto y otra planta sin identificar en el verso.  Es muy probable que los folios iluminados de los primeros Dioscórides se pareciesen a este papiro de Antinoopolis. Sin embargo, ninguna copia ilustrada nos ha llegado de este libro anterior al siglo VI, transcurriendo unos 500 años desde que Dioscórides escribe la Materia Médica hasta que se fecha el magnífico Dioscórides de Viena, del que no hay facsímil en Geografía e Historia, pero sí en la BNE (http://catalogo.bne.es). La magnificencia del texto original y el alto coste del facsímil hacen inviable su adquisición en el momento actual.  

El códice de Viena debió ser un regalo a la princesa bizantina Anicia Juliana. Los siete primeros folios iluminados incluyen imágenes singularísimas, entre ellas la de Anicia Juliana recibiendo el manuscrito, con una inscripción que deja constancia de su nombre y las circunstancias que motivaron la realización del mismo. Se trata en realidad de un códice misceláneo que dedica la mayor parte de sus folios a la Materia médica de Dioscórides, pero que también incluye tras este otros textos significativamente más breves, como el herbario de Rufo de Éfeso o un tratado de Nicandro sobre las mordeduras de serpientes. En 1998 el Dioscórides de Viena fue declarado patrimonio mundial por la UNESCO. 

Testimonio de la importancia de la Materia Médica es que en el año 948 llegó a Córdoba un lujoso ejemplar ilustrado del Dioscórides en griego, como regalo del emperador bizantino Constantino VII Porfirogéneta a Abd al-Rahmān III. Aunque ya se conocía en al-Andalus la traducción al árabe de la Materia Médica de Istifān Ibn Bāsīl (realizada en Bagdad a mediados del siglo IX, corregida luego por Hunayn Ibn Ishaq), se utilizaba poco porque tenía algunas partes sin traducir y otras confusas. La llegada del original en griego revolucionó la farmacología árabe. Además, el emperador de Bizancio envió a Córdoba, en el año 951, al monje Nicolás para que explicase el texto en griego de Dioscórides a un grupo de médicos cordobeses. Entre ellos estaban el judío Hasday Ibn Shaprut y el árabe Ibn Yulyul. El objetivo de todo ello era conseguir una mejor traducción al árabe del original griego. De este regalo solo tenemos la referencia documental, habiendo desaparecido todo resto material, pero debía estar al nivel de los códices de Viena y Nápoles. 

Aunque en la Universidad Complutense estamos huérfanos de facsímiles del Dioscórides iluminado, la importancia de este libro dio nombre a un proyecto de digitalización de fondos antiguos de la UCM https://biblioteca.ucm.es/dioscorides, que hoy en día está siendo sustituido por una versión más modernizada: el portal de Patrimonio Digital UCM https://patrimoniodigital.ucm.es/ 

Afortunadamente, contamos con un facsímil invitado, prestado por la Editorial M. Moleiro, cuyo original se conserva en la British Library (signatura Add. Ms. 22332). En este libro están las reflexiones y comentarios a la Materia Médica de Dioscórides,  realizadas en italiano por Pietro Andrea Mattioli en el siglo XVI, junto con la descripción de nuevas especies botánicas resultado de los descubrimientos de su época en América y Oriente. El ejemplar fue ilustrado por Gherardo Cibo, artista y botánico, por lo que es muy preciso y detallista en la representación del trabajo del botánico. Desde el punto de vista artístico, una de las grandes originalidades de este libro, es que hay una ruptura de escala, de modo que la planta del primer primer término es desproporcionadamente grande respecto al paisaje del fondo y a los distintos naturalistas que observan y recogen estas plantas.

 


© M. Moleiro Editor (www.moleiro.com), Dioscórides de Cibo y Mattioli, f. 160r.


Locución: