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Figuras ocultas de la Biblioteca Complutense: Hortensia Lo Cascio Loureiro

Cristina Gállego Rubio 7 de Marzo de 2017 a las 20:12 h

¡Qué mejor día que el del 8 de marzo en que se homenajea a la mujer trabajadora para dar a conocer a nuestras predecesoras en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid! Por este motivo, queremos dedicar este día a recordar a la bibliotecaria complutense Hortensia Lo Cascio Loureiro (1911- 1979) quien, como otras tantas compañeras suyas de profesión, de forma callada contribuyó con su trabajo al desarrollo de nuestra Biblioteca.

Hortensia Lo Cascio nació en la madrileña calle de Las Infantas un 4 de mayo de 1911 en el seno de una familia acomodada que le dio una esmerada educación, de ahí que durante toda su vida haya habido una síntesis entre la profesión bibliotecaria y las humanidades (el arte, la poesía y, especialmente, la música)
Su padre, José Lo Cascio Leotta era dentista y originario de Giarre (Sicilia), la antigua Kallipolis, ciudad de la música y del arte, situada entre Catania y Taormina, en la ladera del Etna y el mar Jónico enfrente y su madre, Laura Loureiro Paiva, natural de Lisboa.
Hortensia estudió el bachillerato entre 1921 y 1926 en el Instituto San Isidro de Madrid, obteniendo al finalizar el mismo el premio extraordinario de Letras, noticia que publicó la revista Blanco y Negro, en su número de 17 de octubre de 1926, pág. 68. Luego cursó la carrera de Filosofía y Letras, sección de Historia, en la Universidad Central, obteniendo igualmente premio extraordinario de licenciatura en 1930.
Precisamente de sus años de estudiante hay en la Biblioteca de la UCM un trabajo de investigación que realizó para la asignatura de historia que en esos años impartía el catedrático Francisco Amat de Paula. Dicho trabajo versa sobre Maquiavelo, siendo su esmerada encuadernación en tela, así como sus ilustraciones obras artesanales realizadas por la propia Hortensia. En el prólogo dice: "Cuando Francisco de Paula y Amat nos indicó elegir un tema para realizar un trabajo de investigación acerca de la vida de un personaje, no dudé un momento en escoger el siguiente: Biografía de Nicolò Machiavelli [...] Y estaré satisfecha de haber cumplido, primero con un deber sagrado de estudiante, y después con intentar rehabilitar el nombre ultrajado de Nicolò Machiavelli, sirviendo así al bello país, donde mi padre nació"
En 1929 escribe alguna poesía que le publican en la revista Los Poetas y colabora en el periódico Juventud de Alicante.

En 1932 publica el libro Historia de Madrid (episodios) 1561-1932: Historia documentada de la Iglesia Hospital de San Pedro y San Pablo de los Italianos 1579-1892.

Precisamente, la publicación de este libro será uno de los cargos en su proceso de depuración: "publicación de una Historia de Madrid en alguna de cuyas páginas se recrea en describir la quema de conventos y la sublevación militar de 1932..."
Su carrera profesional de bibliotecaria se inicia al acceder por oposición al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, sección Bibliotecas, en 1935. Obtuvo su primer destino en la biblioteca del Instituto de Segunda Enseñanza de Mahón, pero pidió excedencia. Como tenía la carrera de piano pasa a trabajar sin remuneración alguna en la catalogación de música de la Biblioteca del Palacio Nacional (hoy Palacio Real). Según declaraciones suyas hizo toda la catalogación de los manuscritos de música, alrededor de unos 1.000 y también más de 400 impresos. En junio de 1936 reingresa en el Cuerpo y obtiene un destino provisional en la Biblioteca Nacional y más tarde, en la Biblioteca del Palacio Nacional, aunque había concursado solicitando un destino definitivo en Tarragona, pero no pudo ser por el inicio de la guerra.
Cuando estalló la Guerra Civil está en la Biblioteca del Palacio Nacional coincidiendo en el mismo con Matilde López Serrano y Teresa Andrés, aunque poco después, pasó a prestar, como muchos otros

 bibliotecarios, servicio extraordinario en la Biblioteca Nacional, para la catalogación de las bibliotecas particulares incautadas.
En noviembre de 1937 Bonifacio Chamorro Luis, también bibliotecario complutense y profesor de latín en la Universidad, recibe el encargo de la creación de dos pequeñas bibliotecas populares circulantes en las barriadas de Prosperidad y Ventas. La de Ventas se instaló en un hotel incautado por el Estado en la calle de Alcalá nº 227, que brindó el Comité de Izquierda Republicana de Canillas, Canillejas y Vicálvaro, que sostenía aquí unas enseñanzas de arte bajo el título de Escuela de Capacitación Artístico-Industrial, pero que estaba en suspenso. El Comité ocupaba la planta baja y la biblioteca una sala luminosa en la planta principal, así como otra habitación para armarios roperos para guardar el material. Los primeros libros que se trajeron pertenecían a la biblioteca popular de Hospital y luego otros 1.600 de la biblioteca popular de la Inclusa. Teresa Andrés que estaba en Cultura Popular llamó a Hortensia Lo Cascio, a la que conocía de su época en la biblioteca de Palacio, para que se incorporara a la biblioteca popular de Ventas. Esta se incorpora en febrero de 1938 y se encargó, en un primer momento, de clasificar y ordenar las papeletas del catálogo (materias y autores) y a disponer y manejar los ficheros de préstamo. También contaba la biblioteca con un auxiliar subalterno, Plácido López López, por lo que se inauguró el 7 de marzo de 1938.
Se distribuyeron octavillas que decían: "El estudiante, el obrero, cualquiera que sienta el deseo de instruirse o deleitarse con la lectura, puede lograrlo cómodamente obteniendo una "TARJETA DE LECTOR" de esta Biblioteca y llevándose prestados los libros a su propia casa. Sólo se pedirá respeto y cuidado para el libro que se le entregue" La propia Hortensia distribuyó octavillas en el barrio de Chamartín donde residía. En el segundo mes de su apertura, los préstamos llegaron a 978. La duración del préstamo era de 10 días y el servicio era de 16:00 a 19:00 h., variando según las estaciones. En 1939 Hortensia Lo Cascio sigue en esta biblioteca.

En enero de 1940 tras el expediente de depuración, se le impone la sanción de prohibición de solicitar cargos vacantes durante un año e inhabilitación para el desempeño de puestos de mando o de confianza. Al quedar separada del servicio solicita ayudar en la biblioteca de la facultad de Medicina de la Universidad Central, aunque estuvo muy poco tiempo, pues se le da un destino en el Archivo de la Delegación de Hacienda de San Sebastián. En ese año publica otro libro de poesía, "Sonatas de Antaño" dedicado a su madre que había fallecido recientemente.

En 1941 participa en un concurso de traslados y obtiene plaza en el Registro General de la Propiedad Intelectual en donde está hasta 1946, en que por otro concurso obtiene puesto en la Biblioteca de la Universidad de Madrid.

En los años cuarenta se casa con José Rodríguez de Alba del Campo, profesor de orquesta y músico de la banda de la Policía Armada.

Su trabajo en la Biblioteca de la Universidad se desarrolla en una etapa muy difícil pues es la de reconstrucción después de los destrozos causados por la guerra. Hortensia es adscrita a la biblioteca de la facultad de Medicina. En la Universidad Central comparte destino con otras insignes bibliotecarias como, María de la Cabeza Terreros Pérez, también en la facultad de Medicina, Mª Luisa Fuertes Grasa, María Galvarriato García, ambas en la facultad de Filosofía y Letras, etc. En esos años el director de la Biblioteca de la Universidad es Javier Lasso de la Vega.
Su etapa en la Biblioteca de la Facultad de Medicina coincide con la de su traslado definitivo desde la calle de Atocha a la Ciudad Universitaria en 1949.
En los años 50 es encargada por el director, Javier Lasso de la Vega, de la jefatura de la biblioteca de la facultad de Veterinaria, que en esos momentos estaba aún en un edificio de la calle de Embajadores. En este edificio, la biblioteca tenía graves problemas espaciales, por lo que en 1957 se amplió el espacio con la sala en donde estaba el Museo, en donde se instala la sala de lectura, quedando las antiguas salas para despachos y depósitos de libros, arreglándose y ordenando mejor las estanterías. La remodelada sala de lectura, según la descripción que hace Hortensia en 1957 tiene 3 ventanales que dan al jardín, 8 mesas procedentes de la biblioteca de Derecho, adosados a la pared armarios-vitrina con los libros, sobre los que están los bustos de veterinarios célebres y las paredes están adornadas con hermosos cuadros, algunos de ellos retratos de Carlos III, Fernando VII y Mª Cristina de Borbón. En esa época la biblioteca cuenta con otro funcionario, Francisco Escudero Montarelo que fue sustituido en 1957 por Mª de la Concepción Marco. En tiempos de Hortensia, la biblioteca que sólo abre por la mañana pasa a hacerlo también por la tarde y se procede a la recolocación de la biblioteca del profesorado en estanterías nuevas, y a su clasificación, catalogación y registro.
No obstante, los problemas espaciales van en aumento, por lo que en abril de 1958 Hortensia Lo Cascio tiene que proceder al traslado de la biblioteca al edificio de la facultad de Derecho en la Ciudad Universitaria.
Sin embargo, estuvo muy poco tiempo en la nueva ubicación de la biblioteca ya que por un concurso de traslados, en agosto de 1958, Hortensia Lo Cascio obtiene destino en la Biblioteca del Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, en donde estuvo hasta su fallecimiento en 1979, realizando en dicha biblioteca una gran labor que compaginó con su faceta de investigadora e historiadora, publicando trabajos muy interesantes como, "Trabajos sobre temas histórico-musicales" (1964), "Historia sobre un manuscrito musical español" (1964), "Biografía del compositor salmantino D. Martín Sánchez Allú" (1965).

Hortensia Lo Cascio pertenece a una generación de bibliotecarias que, en una época muy difícil, con su trabajo diario, sin gran repercusión externa, sino de forma callada y silenciosa, contribuyó al desarrollo de la Biblioteca que hoy tenemos en la Universidad Complutense de Madrid.

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Comentarios - 3

Javier Gimeno

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Javier Gimeno - 13-03-2017 - 13:09:21h

Es una necesaria contribución el trabajo de Cristina Gállego al conocimiento de una parte muy desconocida de la historia de la cultura española del siglo XX, como es el trabajo de estas mujeres bibliotecarias que, como Juana Capdevielle, Teresa Andrés o la misma Hortensia Lo Cascio, lograron el difícil objetivo de contar para generaciones posteriores con excelentes bibliotecas públicas, especializadas y universitarias.

Luis

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Luis - 8-03-2017 - 19:44:49h

Gracias por publicar estas historias. Es muy interesante enterarse de todas estas cosas y valorarlas.

Maria Angeles LACASA OTIN

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Maria Angeles LACASA OTIN - 8-03-2017 - 10:34:38h

Magnífico artículo, como siempre.
Gracias por sacar a la luz información tan interesante sobre nuestras predecesoras.


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