Biblioteca Complutense

Correspondencia en el exilio

La correspondencia que tuvo lugar durante el exilio de María Zambrano con multitud de personajes de la vida intelectual española, es una forma de asomarnos a sus vidas de manera conmovedora y profunda. Estas cartas son más que palabras escritas y guardan parte del ser que escribe y a quien escribe. En ellas está la vida, las emociones, tristezas y alegrías, los sueños y esperanzas… y también la Guerra Civil española que determinó sus vidas para siempre.

La correspondencia intercambiada entre los exiliados que se vieron obligados a abandonar España tras la Guerra Civil constituyó un necesario recurso para mantener vivas sus relaciones personales, pero, además, sirvió de privilegiado cauce a través del cual poder compartir sus ideas, proyectos, dolores y anhelos.

Es el legado de aquellos poetas, pintores, novelistas e intelectuales españoles que no renunciaron a seguir en contacto.

«En mi exilio, como en todos los exilios de verdad, hay algo sacro, algo inefable» Zambrano, María. Carta sobre el exilio

"Tal nos parece por instantes, que hayamos sido lanzados de España para que seamos su conciencia; para que, derramados por el mundo, hayamos de ir respondiendo de ella, por ella». Carta sobre el exilio

«sueño de crear una nueva ciudad en una tierra virgen, la ciudad de los hermanos [...]. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esta tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo [...]. En ella no hay sacrificio y el amor, hermana, no está cercado por la muerte. lo que yo quería, quiero, es que toda la historia acabe y que comience la vida, la vida sin historia en la ciudad de los hermanos». Zambrano, María. La tumba de Antígona

«El exilio que me ha tocado vivir es esencial. Yo no concibo mi vida sin el exilio que he vivido. El exilio ha sido como mi patria, o como una dimensión de mi patria desconocida, pero que una vez se conoce, es irrenunciable (...). Confieso que me ha costado mucho trabajo renunciar a mis cuarenta años de exilio, mucho trabajo, tanto que, sin ofender, al contrario, reconociendo la generosidad con que Madrid y toda España me han arropado, con el cariño que he encontrado en tanta gente, de vez en cuando no duele, no, no es que me duela, es una sensación como de quien ha sido despellejado, como San Bartolomé, una sensación ininteligible, pero que es.» Zambrano, María. Las palabras del regreso