Biblioteca Complutense

Cruz en el Calvario

 JUAN DE BORGOÑA 

Cruz en el Calvario

Temple/madera, 205 x 134 cm.

Observaciones: Catalogado con el nº 75 en el "Inventario de los efectos existentes en el edificio del Noviciado, 1857"

Localización: Biblioteca Histórica "Marqués de Valdecilla".   

Inventario del Patrimonio Artístico de la Universidad Complutense de Madrid, nº 1296

Esta notable tabla, que representa la Cruz en el Calvario, está considerada como la pieza más singular de todo el conjunto pictórico complutense y a su calidad artística hay que sumarle su valor histórico pues forma parte del patrimonio universitario desde los primeros años de la fundación de la Universidad.

Alfonso Pérez Sánchez atribuyó esta tabla a Juan de Borgoña, documentado en Toledo entre 1494 y 1535 y una de las personalidades más relevantes de la cultura artística en tiempos de los Reyes Católicos. Se trata de un pintor de adscripción difícil si bien por su estilo se le presume un sustrato flamenco y  un conocimiento directo del arte italiano y sus técnicas. Otros autores subrayan también las posibles influencias de otros artistas coetáneos como Berruguete.  Sea como fuere, el caso  es que su aportación resultó decisiva en la introducción del Renacimiento en Castilla.

Esta tabla sin firma, que representa la Cruz en el Calvario, está vinculada al Cardenal Cisneros quien seguramente la encargó  para  la Universidad de Alcalá. Se trata de una obra  de más de dos metros de altura  que  representa  la Cruz desnuda, adorada por los ángeles a cuyos pies se sitúan los personajes que asistieron en el Calvario a la muerte de Cristo. Lo más sorprendente es la falta de la figura del Crucificado.  Pérez Sánchez sugirió la posibilidad de que la tabla en origen se completaría con una figura esculpida de Cristo fijada sobre la cruz, si bien explicita "no se advierten señales de los imprescindibles clavos o elementos de sostén". También señaló la posibilidad de que lo que se ha intentado representar en la tabla sea el triunfo de la Cruz. Este simbolismo ha sido subrayado también por otros autores  pero lo evidente es que la Cruz se erige en centro indiscutible de la obra. Su presencia desnuda cobra una enorme fuerza y agudiza el contraste  que ofrece su rígida y abstracta geometría con el movimiento de los personajes a su alrededor.

Las figuras, además de la perfección física, muestran también un dramatismo acentuado por la casi ausencia de espacio y de paisaje de fondo.

En esta obra  Juan de Borgoña muestra acusada influencia del arte nórdico mas próximo al tipo de espiritualidad que Cisneros  practicó a lo largo de su  vida. Por ello es también buen ejemplo del saber hacer de Juan de Borgoña que no dudo en adaptar su estilo a los gustos y demandas de su clientela.

 

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