Biblioteca Complutense

Exposición conmemorativa del Cuarto Centenario del nacimiento de Calderón

Presentación (Rafael Puyol Antolín, rector de la Universidad Complutense)

Para conmemorar el cuarto centenario del nacimiento de uno de sus alumnos más ilustres, el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca, la Universidad Complutense abrió las celebraciones en el mes de abril con el Simposio Internacional "Pensar a Calderón desde el 2000", al que asistieron los máximos especialistas de todo el mundo. Y ahora, para cerrar el año calderoniano, abre al público esta exposición con la que la Biblioteca Universitaria muestra su rica colección de ediciones antiguas de los autores del Siglo de Oro y especialmente de Calderón.

La Universidad Complutense se suma así, una vez más, a la tarea de conservar y propagar la memoria de aquellos que, habiendo pasado por sus aulas, han realizado una contribución decisiva a las letras, las ciencias o las artes.

Madrileño de nación, Calderón fue alumno del Colegio Imperial y de la Universidad de Alcalá, instituciones ambas que con el tiempo se integraron en lo que hoy es Universidad Complutense de Madrid, que heredó de ellas sus ricas bibliotecas; por lo que, independientemente de su valor bibliográfico, podemos pensar con emoción que los libros aquí guardados son los mismos que utilizaron Calderón y sus condiscípulos, lo que dota a esta Exposición de un valor especial.

Este cuarto centenario del nacimiento de Calderón ha servido especialmente para tratar de acercar su figura y su pensamiento al hombre de hoy, pues no cabe duda de que, aparte de sus valores poéticos y dramáticos nunca discutidos, sus planteamientos profundos sobre el sentido de la vida y de la libertad del hombre resultan más actuales que los de cualquier otro autor dramático de su época, como puede comprobar cualquiera que lea sus dramas principales con ojos nuevos y libres de prejuicios del pasado. Y en esta nueva visión del arte de Calderón han tenido parte principal los recientes estudios de los profesores españoles, que están sustituyendo al tradicional predominio sobre la crítica calderoniana de alemanes e ingleses.

Esperamos que esta Exposición bibliográfica contribuya a aproximar el teatro y el mundo calderoniano a los universitarios y al público en general de hoy.

Palabras preliminares (Francisco Javier de Jorge García-Reyes, director de la Biblioteca de la Universidad Complutense)

El 17 de enero, día de San Antón, del año en que se cumplía la centuria decimosexta, Pedro Calderón de la Barca veía por primera vez la luz en Madrid. Por aquel entonces, el que sería llamado Fénix de los Ingenios y Monstruo de la Naturaleza, había dado ya a la escena española un buen número de comedias, aunque sus obras más importantes ("Peribañez", "Fuenteovejuna", "El caballero de Olmedo", etc.), no habían sido creadas. Otros autores, como Mira de Amescua, Vélez de Guevara, Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina estarían quizá iniciándose en su vocación literaria.

Entre 1600 y 1681, fechas extremas de la larga vida de Calderón, se producen una buena parte de las obras que cualquier aficionado culto consideraría como las piezas maestras del teatro español de todos los tiempos. Por tanto, no es de extrañar que Charles-Vincent Aubrun en su obra "La cómedie espagnole (1600-1680)" tomara estas fechas como tope para su magnífico estudio.

La gran masa de comedias y autos producidos en esa época - se han calculado en unas diez mil las primeras y en unos mil los segundos - conforman un fenómeno que sobrepasa claramente lo literario para entrar en el terreno de lo sociológico. El teatro del siglo XVII refleja los anhelos de una sociedad en crisis que busca en esta vía de escape la confirmación de su ideología y la reafirmación de sus normas de conducta. 
El género, como es notorio, se sustenta en sus extremos por las dos grandes personalidades: de un lado Lope, auténtico "inventor" de la comedia del siglo XVII y de otro lado, Calderón, genio incuestionable y maestro de la expresión barroca que diversifica casi hasta el infinito en una multitud de subgéneros (auto sacramental, la comedia filosófica, la de magia, la de capa y espada, la mitológica, el teatro cantado, etc.)

La abundancia de ediciones y ejemplares, sobre todo de las llamadas "comedias sueltas" ha permitido que bastantes bibliotecas de Europa y de América cuenten con colecciones importantes. Entre ellas, la Biblioteca de la Universidad Complutense es también poseedora de una colección de este tipo, de considerable entidad, que sin duda merece que sea conocida.

La preceptiva dramática

La estructura de la comedia antigua, formulada por Aristóteles, con sus cinco actos y sus convenciones dramáticas alejadas de la mentalidad española del XVII, no tuvo fortuna entre nosotros. Lope de Vega pronto establecería los principios propios de la nueva comedia, que establece en su "Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo". Cristobal Suárez de Figueroa, al tratar "De los comediantes y autores de comedias" en su "Plaza universal de todas las ciencias y artes" indica que "comunmente en España se dividieron las comedias y tragedias en seis partes: música, prólogo o loa, entremés, primera, segunda y tercera jornada"

Las fuentes de inspiración temática

Las lecturas de cada uno de los dramaturgos pudieron ser diversas y variadas, pero determinadas publicaciones de la época recibieron un uso abundante como fuentes de inspiración temática. La historia sagrada y la profana, la mitología, la novela caballeresca, la novela corta y el romancero, constituyen fuentes abundantes de inspiración para los dramaturgos del siglo XVII. Las historias de la Biblia, las vidas de santos recopiladas en la "Leyenda aúrea" de Jacobo de Vorágine o los distintos "Flos sanctorum" especialmente el de Alonso de Villegas proporcionarán fuentes abundantes de inspiración. 
La mitología se conoce sobre todo a través de la "Philosophia secreta" de Juan Pérez de Moya, del "Theatro de los dioses de la gentilidad" de Baltasar de Vitoria o de las ediciones o traducciones de las "Metamorfosis" de Ovidio. 
Las novelas cortas de Matteo Bandello, sobre todo en la traducción francesa de Boisteau y Belleforest, sirvieron como fuente de inspiración a varios de los autores más conocidos. También la novela de caballerías, de pleno auge en la época, y el Romancero, viejo y nuevo, del que se suceden las ediciones en el siglo XVII a partir de la de Juan de la Cuesta de 1604. 
Las historias y crónicas, tanto generales como locales, españolas y extranjeras, sirvieron frecuentemente de inspiración temática a los dramaturgos. Destacan especialmente, por la cantidad de leyendas recogidas, ·"Los cinco libros primeros de la Crónica general de España" de Florián de Ocampo, continuados por Ambrosio de Morales y otros.

La fiesta escénica 

El espectáculo escénico, que se inició en las calles o en los atrios de las iglesias, pasó en el último cuarto del siglo XVI  a los corrales, espacios acotados destinados exclusivamente a las representaciones teatrales. También destacaban las representaciones regias realizadas en los jardines de Aranjuez al borde del agua, como en "La gloria de Niquea" o en el Palacio del Buen Retiro.

La suntuosidad de las representaciones, tiene su correspondencia en la de algunas ediciones como la de "La comedia de duelos de ingenio y fortuna" de Bances Candamo, fiesta real representada en el cumpleaños de Carlos II en 1687 en el Coliseo del Buen Retiro, en folio e impresa a dos tintas. La espectacularidad de los escenarios desbordó en el barroco el ámbito puramente teatral, creándose auténticas escenografías para celebraciones civiles o religiosas, como las reproducidas en los grabados de Valdés Leal para el libro de Torre Farfán dedicado a las "Fiestas de la S. Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al nuevo culto del señor rey S. Fernando" de 1671. 

 

ORTÍ Y MAYOR, Joseph Vicente. "Fiestas centenarias con que la insigne, noble, leal y coronada ciudad de Valencia...". Valencia: Antonio Bordázar, 1740. [BH FLL 34447]

 

Los ingenios

Los grabados incluidos en las ediciones de algunos autores, junto a algunas pinturas al óleo -pocas de la época -, nos muestran la "vera effigies" de algunos de los dramaturgos del siglo XVII. Quizá ningún autor de la literatura española ha visto su imagen reproducida en sus libros, en grabado xilográfico o calcográfico, tantas veces como Lope de Vega. La edición de "El laurel de Apolo" de 1630 contiene un calcográfico precioso, correspondiente a su madurez, grabado por Juan de Courbes. De Pedro Calderón tenemos también varios retratos, aunque el único sacado del natural en vida del autor es el de la edición de los "Autos sacramentales" de 1677, grabado por Pedro de Villafranca.

 

Los repertorios de comedias

La plaga de comedias plagiadas o mal copiadas y con atribuciones caprichosas, propias de los sistemas de difusión de los textos dramáticos del XVII y muestra de la ávida demanda de estos textos, ocasionó el que tanto Lope de Vega como Pedro Calderón elaboraran listas de sus comedias. Las listas incluidas en las ediciones de "El peregrino en su patria" de Lope y las de Calderón en la "Dedicatoria a un amigo ausente" de su "Quarta parte de comedias", han servido como base para fijar el canon de obras auténticas de sus respectivos autores, aunque todas ellas pecan de incompletas, pues ni los propios autores contaban con la relación completa de una producción tan ingente.

Los primeros repertorios de comedias del XVII que se elaboraron se hicieron con intención comercial (el "Índice general alfabético de todos los títulos de comedias que se han escrito" del librero Francisco Medel del Castillo de 1735) o para el uso privado de algún aficionado.

La publicación de las colecciones de comedias de diversos autores respondía a una estrategia editorial que pretendía recopilar para uso de aficionados y compañías una serie de textos escénicos de éxito. En algún caso estas colecciones se amparan bajo el nombre de un autor. Se agruparon en "partes" numeradas, aunque a veces la relación entre una y otra es difícil de seguir, al haber sido publicadas por diversos editores o impresores. 

También se publicaron volúmenes numerados por partes que recopilaban comedias de un sólo autor, pero la forma más abundante de publicación de las comedias, aunque la menos fiable en cuanto las atribuciones y la fidelidad del texto, es el de las comedias sueltas, publicadas por imprentas como las madrileñas de Quiroga, de Antonio Sanz y de Teresa Guzmán, la valenciana de José de Orga, etc. Estas comedias sueltas forman folletos de cuatro o cinco pliegos, en 4º, sin portada, con el título, precedido o seguido de la denominación "comedia famosa"; también en la primera página y en el ángulo superior derecho suele aparecer el número de la colección formada por el impresor.

 

CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. "Primera parte de comedias verdaderas...". Madrid: Viuda de Blas de Villanueva, 1726. [BH FLL Res. 508] 

 

La polémica de las comedias

La nueva comedia comenzó su auge tras la llegada al trono de Felipe III, y alcanzó su período de máximo esplendor en la época de su hijo y sucesor. En tiempos de Felipe IV, tras la muerte de Isabel de Borbón, los corrales de comedias se cerraron en 1644, y no volvieron a abrirse hasta 1648. Antes y después del cierre, las obras de teatro fueron objeto de severas censuras por parte de eclesiásticos y moralistas, que veían en ellas un factor de disolución moral. La polémica tuvo un fuerte desarrollo en toda Europa, y entre nosotros dio lugar a una abundante producción bibliográfica, recogida en la clásica obra de Cotarelo sobre la "Bibliografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España" (Madrid, 1904).