Bonnier de la Mosson, Joseph, 1702-1744
Prototipo del hombre ilustrado del siglo XVIII, que a los 26 años heredó el título de barón de la Mosson.
La fortuna de su familia le permitió tener una carrera militar notable como coronel del Regimiento de Dragones del Delfín y mariscal de la Casa Real.
Era un viajero que coleccionó todo tipo de curiosidades. A la muerte de su padre dejó París para realizar su trabajo como tesorero de Languedoc.
Gran amante de las artes y las ciencias, como el característico hombre ilustrado que era, se hizo famoso por las colecciones que albergaba en su hotel parisino de la rue Saint-Dominique: su gabinete de curiosidades, donde tenía un laboratorio de química, una farmacia, dos gabinetes de historia natural y un gabinete sobre mecánica y física. Su biblioteca contenía un millar de volúmenes. Un pabellón de verano albergaba un herbario, medallas, pinturas, porcelanas, joyas, etc.
La biblioteca estaba decorada elegantemente, contrastando lo pintoresco de sus colecciones de curiosidades con lo más metódico de sus artilugios mecánicos. Su fondo, muy abundante gracias a sus padres, se incrementó al añadir nuevas colecciones de manuscritos y obras preciosas y una magnífica colección de grabados.
En la biblioteca se podían admirar dos magníficos globos terrestres y celestes, un herbario, un medallero y un expositor con centenares de conchas marinas muy célebre en todo París. En muchas partes de Europa, pero sobre todo en París, había muchos coleccionistas de conchas. Todo noble que se preciara, tenía que tener su colección. Para que nos hagamos una idea de lo importante que era, sólo decir que en 1757 las conchas alcanzaron los máximos precios en las subastas de París. La venta de la colección formada en Holanda por el embajador francés, el marqués de Bonnac tuvo lugar en la casa de subastas de Pierre Remy, comprendiendo varios miles de ejemplares distribuidos en 668 lotes. El importe total alcanzado fue de 22500 libras francesas, alcanzando una sola de ellas, un ejemplar de Muricanthus radix Gmelin la fabulosa cifra de 1700 libras.
El valor de todo lo que el barón de la Mosson tenía en su gabinete de curiosidades era incalculable. A su muerte, su fortuna fue dilapidada y el castillo abandonado.
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