La biblioteca de la antigua Residencia de Estudiantes en la Universidad Complutense. Más información
Presentación
Con la iniciativa del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros de la Universidad Complutense y la colaboración de la Biblioteca de la misma Institución, se ha elaborado un catálogo con todos los fondos provenientes de la antigua Residencia de Estudiantes que, desde la década de 1940, se encuentran en la Biblioteca del Colegio Mayor.
Con la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid a finales de los años 20 se proyectaron por Luis Lacasa Navarro unas nuevas residencias para estudiantes. Sin embargo, con la Guerra Civil el espacio universitario madrileño apenas estrenado tuvo un desgraciado protagonismo, convertido en primera línea de fuego durante gran parte de aquellos años, y el proyecto de Luis Lacasa no pudo terminarse. El franquismo inhabilitó al arquitecto Lacasa, que fue relevado por Javier Barroso para la reconstrucción del proyecto inicial de las residencias universitarias. En algunos de los edificios de la clausurada Residencia de Estudiantes funcionó la Residencia Masculina Jiménez de Cisneros, que por Orden del 8 de enero de 1941, se incorporó al CSIC., bajo la dirección de don Pedro Laín Entralgo. La Orden del 14 de agosto de 1942 dispone que esta Residencia pase a ser El Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, de la Universidad de Madrid, el cual se instalará en el edificio actualmente en construcción en la Ciudad Universitaria. El Colegio Mayor se inaugura en 1943; allí fueron trasladados la biblioteca y otros enseres de la clausurada Residencia de Estudiantes en la calle Pinar.
La exposición que se presenta muestra al público, por primera vez, una selección de 170 de los libros que componen el fondo, ya catalogado. En ella figuran libros de autores tan variados como Immanuel Kant, Aniceto Sela, Azorín, Pedro de Madrazo, Alfonso Reyes, Ricardo de Orueta, George E. Street, John M. Keynes, Herbert G. Wells, Adolfo Posada, William L. Fichter, Eugenio de Castro, Julio Rey Pastor, Jesús Pabón, Miguel A. Catalán, Hermann Weimer, Rubén Darío, Jorge de Montemayor, Adolfo Posada, Lenin, Lawrence Sterne, Ramón Gómez de la Serna, Woodrow Wilson, Gabriel Miró, Gonzalo R. Lafora, Francisco Ayala, Jean Lépine, Cesare Lombroso y Concepción Arenal, todos ellos seleccionados en función de los diversos criterios que han ido organizando las secciones.
En la mayoría de esos libros, desgastados por el tiempo y la historia, se pueden apreciar donaciones y dedicatorias manuscritas que añaden valor bibliográfico a esta exposición, ocasión única para comprender mejor la Edad de Plata (1900-1936) de la cultura española.
Textos institucionales
Esta exposición, inaugurada el 3 de marzo de 2011, tiene un alto valor histórico. Con la iniciativa del Colegio Mayor Jiménez de Cisneros y la colaboración de la Biblioteca de la Universidad Complutense se ha logrado, después de tres años de duro trabajo, elaborar un catálogo con todos los fondos que, provenientes de la antigua Residencia de Estudiantes se encuentran en la Biblioteca del Colegio Mayor. La exposición reúne una selección de estos fondos, libros gastados por el uso, deteriorados, pero que a través de ellos podemos recuperar una parte de nuestra historia.
En el año 2010 se celebró el centenario de la Residencia de Estudiantes. La Residencia fue un organismo público dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios que se rigió por los principios de la Institución Libre de Enseñanza. En ella se desarrolló un proyecto de formación integral en el que participaron estudiantes del mundo de la poesía, literatura, arte, así como insignes científicos, arquitectos e ingenieros. Se pretendió seguir el modelo de los colleges ingleses, como Oxford y Cambridge. El objetivo, en palabras de su director Jiménez Fraud, era formar a las minorías directoras, a la aristocracia del talento, para contribuir al desarrollo y acercamiento a Europa de nuestro país. Todo este proyecto se frustró, después de 26 años, con la guerra civil y la instauración en nuestro país de la dictadura franquista. La vida de la Residencia terminó con la sublevación del 18 de julio del año 1936. El propio Jiménez Fraud destruyó fotos, películas y documentos gráficos que pudieran delatar a las personas que habían tenido una relación activa con la Residencia. Afortunadamente la Biblioteca se conservó en el Auditorio de la Residencia, transformado después de la guerra en la Iglesia del Espíritu Santo.
José Ibáñez Martín, ministro de Educación en el período 1939-1951, creó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Residencia, que pasó a denominarse Jiménez de Cisneros, se integró en este organismo siendo su primer director D. Pedro Laín Entralgo. Una de las primeras decisiones de Laín fue incorporar la Biblioteca de la antigua Residencia de Estudiantes a la Residencia Jiménez de Cisneros. Naturalmente el cambio de espíritu fue total y en nada, o casi en nada, esta iniciativa hizo recordar al proyecto pedagógico de Jiménez Fraud. En el año 1943, con la creación del Colegio Mayor Jiménez de Cisneros, toda la institución se traslada, con la biblioteca incluida, a la Ciudad Universitaria y se integra en la Universidad de Madrid, hoy Complutense.
Solo me queda felicitar al Colegio Mayor, a los comisarios de la exposición y a todos los que han hecho posible este trabajo, que entre otros aspectos pone de manifiesto el enorme patrimonio con que cuenta nuestra universidad.
Carlos Berzosa (Rector de la Universidad Complutense de Madrid)
"Debemos aceptar que el mundo es como es, así que mejor dejarlo como está, que luego pasa lo que pasa, y eso: que cada mochuelo a su olivo."
Esta forma de pensar no es rara y si no la escuchamos con esas mismas palabras, sí percibimos que mucha gente la tiene como filosofía de vida. Con ello, todo va agostándose dulcemente a nuestro alrededor mientras nos convertimos en meros espectadores de un mundo fácil de criticar y considerado imposible de intervenir.
Existe gente, sin embargo, que no ve su entorno como algo ajeno o inabordable y conscientes de ese desorden se deciden a actuar, ay, sin importarles el riesgo que corren al intentar poner remedio a los entuertos. Y vayamos al grano, pues.
La Residencia de Estudiantes de Madrid fue creada en 1910 por el Ministerio de Instrucción Pública, dependiendo de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) e inspirada por las ideas de Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, con la finalidad no sólo de dar acogida sino también de ofrecer una alternativa a una Universidad que se consideraba obsoleta y fomentar la renovación de la enseñanza, como parte de un proyecto global de modernización científica y cultural de la sociedad española. Pocos años después la Residencia de Estudiantes se había convertido en un relevante foro de debate de la modernidad española con residentes como Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Pepín Bello o Severo Ochoa, y con visitantes como Albert Einstein, Madame Curie, Miguel de Unamuno, Walter Gropius, Manuel de Falla, Le Corbusier, Rafael Alberti, Paul Valéry o Igor Stravinsky.
Con la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid a finales de los años veinte se crearon residencias universitarias en el nuevo y flamante campus de la Moncloa, buscando una más cercana y adecuada ubicación tanto con el casco urbano de la ciudad, como con respecto a las nuevas facultades universitarias. Así se proyectaron por Luis Lacasa Navarro unas nuevas residencias para estudiantes. Sin embargo, con la Guerra Civil el espacio universitario madrileño apenas estrenado tuvo un desgraciado protagonismo, convertido en primera línea de fuego durante gran parte de aquellos años, y el proyecto de Luis Lacasa no pudo terminarse. El franquismo inhabilitó al arquitecto Lacasa, que fue relevado por Javier Barroso para la reconstrucción del proyecto inicial de las residencias universitarias. En algunos de los edificios de la clausurada Residencia de Estudiantes funcionó la Residencia Masculina Jiménez de Cisneros, que por Orden del 8 de enero de 1941, se incorporó al CSIC., bajo la dirección de don Pedro Laín Entralgo. La Orden del 14 de agosto de 1942 dispone que esta Residencia pase a ser El Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, de la Universidad de Madrid, hoy Complutense, el cual se instalará en el edificio actualmente en construcción en la Ciudad Universitaria. El Colegio Mayor se inaugura en 1943; allí fueron trasladados la biblioteca y otros enseres de la clausurada Residencia de Estudiantes. El nuevo conjunto arquitectónico se dividiría más tarde en tres colegios mayores: al originario Cisneros acompañarían el Antonio de Nebrija y el Diego de Covarrubias. Por su parte, a partir de 1940, los edificios que acogieron a los centros de la JAE fueron destinados genéricamente al recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y varios de los pabellones de la Residencia de Estudiantes, que habían servido como hospital durante la guerra, fueron destinados a Residencia de Investigadores del CSIC.
En 1986, la refundada Residencia de Estudiantes, por impulso del CSIC, recobra su nombre y su espíritu original, excepto el de ser residencia universitaria, papel en el que habían tomado el relevo los colegios mayores, iniciando el proceso de recuperación del patrimonio inmobiliario (que posteriormente sería rehabilitado) y documental, con la entrega, por parte del CSIC, del archivo de la JAE y de la biblioteca del Museo Pedagógico. A partir de ese momento, la Residencia de Estudiantes ha dedicado su trabajo al estudio y recuperación de la Edad de Plata (1868-1936) de la cultura española, difundiendo sus resultados a través de una intensa actividad cultural y editorial. En estos años, la Residencia ha reunido un valioso conjunto bibliográfico y archivístico, gracias a los numerosos legados depositados o donados por antiguos residentes (como Federico García Lorca, José Moreno Villa, Francisco Grande Covián, Luis Cernuda o León Sánchez Cuesta) o por la adquisición o copia de otros valiosos conjuntos documentales de particulares o instituciones relacionados con su historia. Fiel a su vocación inicial de lugar de diálogo e intercambio científico y creativo, la Residencia acoge a numerosos investigadores, científicos y creadores de prestigio internacional que la visitan en estancias cortas, además de a un núcleo de estudiantes de postgrado y jóvenes creadores. Gracias a esta convivencia entre maestros y jóvenes, la Residencia se ha convertido en un lugar tanto de estudio y recuperación del pasado cultural del primer tercio del siglo XX como en un foro donde exponer, reflexionar y trabajar sobre la actualidad y el futuro de la ciencia y la creación artística.
En 2007, el profesor de Matemáticas de la UCM, José Luis González Llavona, fue nombrado director del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, posición que ocupa en la actualidad. Tuvo conocimiento de que efectivamente recién acabada la guerra se habían trasladado, por Orden del 14 de agosto de 1942, gran parte de los bienes de la famosa Residencia de Estudiantes a la sede del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros de la Ciudad Universitaria. Descubrió sorprendido que entre los bienes ahora a su cargo se encontraban almacenados una parte de los fondos de la biblioteca de esta famosa institución.
Decía al comienzo que hay gente que procura no cuestionar mucho lo que encuentra mientras otro tipo de personas deciden tomar parte activa y arreglar en lo posible la pequeña parte que le toca de lo que todos entendemos como mundo. El profesor González Llavona decidió, con la ayuda de colegiales becarios, emprender la tarea de escrutar y ordenar este patrimonio bibliográfico, informalmente acumulado en una estancia del Cisneros y así darle presencia a su valor. Respondiendo a su llamada, desde la Biblioteca Central de la UCM, la dirección envió a la experta doctora doña Aurora Miguel Alonso, a fin de aportar al director del Cisneros el rigor profesional en la catalogación e investigación que proponía. Se comprobó que la dejadez cuando no el expolio se habían cebado sobre el importante legado desde los primeros años de la posguerra, lo que exigía arremangarse y ponerse a una faena bastante complicada y seria.
Se presenta ahora el fruto del que tomó la decisión de pensar, de actuar y de hacerlo para los demás, que somos nosotros. Resulta fundamental en estos casos tener en cuenta a qué, a quién y cómo llegará después esta acción para dejar todo lo más accesible posible. Distribuir, colocar, ofrecer y que el siguiente aproveche el orden que no existía. Dar el testigo al nuevo que llega, es decir exactamente aquello que es la misión del universitario: avanzar y comunicar lo avanzado.
Todos conocemos como símbolo de la Ciudad Universitaria ese magnífico conjunto escultórico de Anna Hyatt Hungtinton en que un joven a caballo recoge el relevo del agotado portador de la antorcha. Observemos esa admirable labor en esta exposición.
Manuel Álvarez Junco (Vicerrector de Cultura y Deporte)
Con la elaboración del catálogo de los fondos antiguos que el Colegio Mayor Universitario Ximénez de Cisneros alberga en sus instalaciones, culmina una tarea pendiente desde hace más de medio siglo. Se han sucedido muchos directores desde los años cuarenta, pero sólo la exquisita sensibilidad y el respeto del bien público de José Luis González Llavona, su actual Director, han permitido llevarla a cabo. Gracias a su voluntad y empeño, al tiempo que a su visión de futuro, se ofrece ahora a los investigadores y al conjunto de la comunidad científica la visibilidad de ese legado histórico. Con ello se da una respuesta a ese tan largo e inexplicable silencio y se abre un tiempo nuevo para conocer mejor la antigua biblioteca de la Residencia de Estudiantes de la que el Colegio Mayor fue en su día -y sigue siendo hoy- el heredero directo.
En efecto, dos de los Colegios Mayores propios de la Universidad Complutense de Madrid, el Ximénez de Cisneros y el Santa Teresa de Jesús derivan de instituciones españolas emblemáticas: la Residencia de Estudiantes de 1910 y la Residencia de Señoritas, creada en 1915 a su imagen y semejanza con el mismo decreto que permitiera dar vida al grupo masculino. Dos instituciones puestas en marcha por la Junta para Ampliación de Estudios y por José Castillejo, secretario y alma de la misma desde su primer momento quien, de la mano de su maestro Giner de los Ríos, había recorrido Europa y Estados Unidos, estudiado sus diferentes sistemas universitarios, visitado las universidades de Oxford y Cambridge, sus conocidos colleges, y había vuelto con la idea de reproducir en Madrid ese ambiente cultural.
Por el éxito casi inmediato de la demanda y por el acierto de su política educativa, basada en la formación integral de la persona, muy rápidamente las dos Residencias se convierten en referentes obligados de todo proyecto educativo universitario. El programa se fue perfeccionando a lo largo de los años, pero desde el primer momento el deporte ocupa un lugar preferente, no sólo para la salud física y mental, sino como medio de crear vínculos fuertes, tal y como recoge la Memoria de la Junta de los años 1914 y 1915. Deportes, pero también excursiones al campo y a la Sierra, excursiones a lugares de interés cultural y artístico, clases de lenguas extranjeras, estancias largas de los residentes en París, Berlín o Londres, conferencias, seminarios... Tal vez las habitaciones de los centros no fueran lujosas, pero los residentes disponían de laboratorios y de una buena biblioteca.
Las bibliotecas de las dos Residencias se crearon inmediatamente y se convirtieron en el recinto preferido. Por aquel entonces, no existía en España una gran tradición de bibliotecas públicas. La Biblioteca Nacional y la biblioteca del Ateneo no eran muy accesibles, lo que tal vez favoreciera en su día la tradición de las tertulias en los cafés. Con tal de regresar lo más tarde posible a sus humildes y en ocasiones miserables casas de huéspedes, los estudiantes se entretendrían sin mirar el reloj. Existieron también la biblioteca de la Institución Libre de Enseñanza y la del Internacional Institute for Girls in Spain, conocido como Instituto Internacional o Instituto Boston; pero nada comparable con las magníficas bibliotecas de los colleges ingleses que Dámaso Alonso evocó en su ensayo Mis bibliotecas. Por otra parte, en su recinto se celebraban las conferencias, los conciertos, las tertulias, las veladas poéticas, más tarde las sesiones de cine... Nada extraño que se convirtieran en el lugar más emblemático de las Residencias.
Las asignaciones económicas atribuidas por la Junta para las bibliotecas no eran enormes, pero los donativos de los propios estudiantes se hicieron frecuentes. También hubo muchas donaciones por parte de conferenciantes y escritores ilustres que venían a impartir sus lecciones y seminarios y no se marchaban sin antes firmar y dedicar sus obras a las Residencias. El sistema de la biblioteca intentaba reproducir el de las bibliotecas universitarias americanas, con personas entendidas para servir y orientar al lector. En el grupo de Señoritas, las residentes que colaboraban en sus tareas recibían una formación previa gracias a la colaboración con el Instituto Internacional. Y los libros que se compraban eran cuidadosamente seleccionados, siempre después de oír la opinión de personas especializadas, por lo que sus fondos bibliográficos fueron de gran calidad científica y artística.
Con la victoria nacional y la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en noviembre de 1939, se cerraron todas las instituciones regidas por la Junta y deudoras del espíritu institucionista. Exilio, depuraciones, profesores expedientados para ser separados de su cátedra o de su docencia, cambios de nombre de las instituciones para borrar las huellas de la aventura educativa que había comenzado en los albores de la Restauración... Y volvieron las iglesias; y volvieron los espíritus de las "esencias patrias". La Residencia de Señoritas se reinauguraba en marzo de 1940 con el nombre de Residencia Teresa de Cepeda, en sus mismas instalaciones de la calle Fortuny 53, con solemne misa y cóctel presididos por Doña Carmen Polo de Franco y al que asistieran José Ibáñez Martín, Ministro de Educación Nacional y Pilar Primo de Rivera. Por el decreto de 19 de febrero de 1942 se creaba el Colegio Mayor Santa Teresa de Jesús y seis meses después se decretaba oficialmente, por la Orden de 14 de agosto, que la Residencia femenina Teresa de Cepeda incorporada al Consejo Superior pasaba a ser el Colegio Mayor Santa Teresa de Jesús creado con anterioridad y dependiente ya de la Universidad de Madrid. Idéntico y paralelo fue el proceso que sufrió la Residencia de Estudiantes, con la salvedad de su traslado a la ciudad universitaria casi inmediato, por estar previsto antes de la guerra civil. A la luz del proceso mismo que acabamos de desglosar, resulta patente que ambos colegios mayores no salieron de la nada.
Ciertamente, se sustituyeron los responsables de las instituciones; las capillas desplazaron en parte las bibliotecas. Un nuevo cargo se implantó: el de "asesor religioso" que se encargaría nada más llegar de expurgar los magníficos fondos bibliotecarios de aquellos libros considerados más "peligrosos" para las almas. La Orden de 14 de agosto de 1942 pretendía incluso relegar la educación cultural a un segundo plano, después de la educación religiosa y de la política, en función claro está de los principios del Movimiento Nacional. Se enarbolaban incluso modelos: por una parte el del Padre Poveda, fundador de la Institución Teresiana y gestor de una institución católica de Enseñanza, que pretendía ser la antítesis de la creada por Giner de los Ríos; por otra, el del Colegio Viejo de San Bartolomé de Salamanca que el jesuita Enrique Herrera Oria, presidente de la Junta Nacional de Acción Católica, invitaba a imitar. Dos colegios mayores que trabajaban para formar los espíritus en una verdadera pedagogía católica, genuinamente española. No obstante, y a pesar de todo, el peso de las estructuras se impuso. En nuestras instituciones se retomaron viejas iniciativas. Desde el punto de vista organizativo, los dos Colegios Mayores recogieron aspectos propios de las antiguas Residencias. En el Teresa de Jesús, la nueva directora, Matilde Marquina García, perteneciente a la Sección Femenina de Falange, nombrada en enero de 1940 buscó, nada más llegar, asesoramiento y ayuda en la persona de Eulalia Lapresta -¡la que fuera la mano derecha de María de Maeztu durante años!- atribuyéndole de nuevo sus antiguas funciones. Fue rehabilitando incluso otros miembros del personal: el médico auxiliar, una profesora, la cajera, la contable, la telefonista, la encargada de la limpieza.... Retomó contacto con el Instituto Internacional, lo que trajo de nuevo a Enriqueta Martín para ocuparse de la Biblioteca. Volvieron a darse clases prácticas como las de biblioteconomía, el ejercicio físico y los deportes; se retomaron las clases de Latín, Griego, Alemán y Francés. Y de nuevo los residentes fueron los que organizaban los deportes, formaban comisiones o sociedades, servían los libros de la biblioteca, recaudaban dinero para las excursiones y colaboraban en el funcionamiento de los dos Colegios Mayores, como antaño en las Residencias. Y como lo siguen haciendo hoy en nuestras instituciones laicas del siglo XXI.
Ése es nuestro signo distintivo, lo que nos liga de forma directa con las antiguas Residencias y lo que marca la profunda diferencia con cualquier otro Colegio Mayor, privado o público, de la Universidad Complutense o del territorio nacional. No existe en ningún otro centro español -salvo el Colegio Mayor César Carlos, exclusivamente reservado a opositores- esa peculiar práctica de ser regido, en sus aspectos docentes y culturales, por los propios estudiantes. Los otros tres Colegios Mayores propios de la Universidad Complutense, de creación posterior -el Antonio de Nebrija, el Diego de Covarrubias y el Santa María de Europa- copiaron, como es natural, el sistema organizativo del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros y del Santa Teresa de Jesús que éstos habían adquirido respectivamente en 1910 y 1915, con la deslumbrante experiencia de las Residencias.
En los años veinte y treinta la Residencia de Estudiantes y la de Señoritas habían compartido las excursiones y la Sociedad de Cursos y Conferencias, además del modelo organizativo, ejemplar en su convivencia interna. A finales de los años cincuenta, los novios del Cisneros tenían de nuevo acceso a la cafetería del Teresa de Jesús de la calle Fortuny. Y en los años sesenta compartían como antaño obras de teatro y representaban obras prohibidas de Lorca y de Alberti, como recuerdan las antiguas residentes del Teresa. Algún día, también habrá que escribir la verdadera historia de los tiempos oscuros. Tal vez se descubra que, a pesar del franquismo y de su ideología fascista, los dos colegios mayores pioneros de la Universidad Complutense heredaron algo más que servicios y enseres; heredaron una estructura organizativa portadora de un enorme potencial educativo. ¿Cómo, si no, se habrían catalogado los fondos antiguos de la Residencia de Estudiantes? Este inmenso logro es el fruto de un trabajo benévolo durante tres largos años. Y debe subrayarse: el trabajo benévolo de un colectivo colegial y en definitiva del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, bien asesorado por la Biblioteca de la Universidad Complutense en la persona de la Dra. Aurora Miguel y magníficamente dirigido por José Luis González Llavona desde 2007.
Esta exposición, que reúne lo más destacado de estos fondos, es una oportunidad única para mostrar a nuestro entorno un tesoro más de los muchos que nuestra universidad alberga.
Anne-Marie Reboul (Ex-delegada del Rector para Colegios Mayores)
En la conmemoración del centenario de la fundación de la Residencia de Estudiantes, presentamos con gran satisfacción esta exposición que da a conocer fondos bibliográficos que en su día formaron parte de la biblioteca de la Residencia de Estudiantes, y que hoy pertenecen a la biblioteca del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros de la Universidad Complutense de Madrid.
Entre los fondos existen ejemplares de gran valor bibliográfico pero, también, histórico pues a través de sus dedicatorias, donativos, sellos, se recupera el "colegio invisible" que se formó alrededor de la Residencia, en el gran proyecto de europeizar España.
La Residencia se creó en 1910 como institución educativa de la Junta para la Ampliación de Estudios, bajo la directa supervisión del secretario de la Junta José Castillejo y de las orientaciones de Francisco Giner de los Ríos. Desde sus modestos comienzos como colegio universitario fue dirigido por Alberto Jiménez Fraud, dedicándose a ofrecer residencia a los estudiantes que venían a Madrid para estudios universitarios o a la preparación de oposiciones. La Residencia tuvo como modelo los colegios de Oxford y Cambridge, y se planteó como objetivo la formación integral de los residentes, buscando complementar las enseñanzas específicas que se impartían en las distintas facultades de la universidad.
La Residencia de Estudiantes fue el proyecto más representativo de los ideales progresistas y reformistas en el primer tercio del siglo XX, y sin duda una de las realizaciones más significativas de la Junta para la Ampliación de Estudios.
Con esta exposición la biblioteca colabora con gran satisfacción en la conmemoración del centenario de la fundación de la Residencia de Estudiantes.
José Antonio Magán Wals (Director de la Biblioteca de la Universidad Complutense)
Es para la Biblioteca Histórica de la UCM, centro de custodia y difusión del patrimonio bibliográfico complutense, una gran satisfacción albergar la exposición de un selecto conjunto de obras pertenecientes a la antigua Residencia de Estudiantes y albergados en la actualidad en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros. Estos libros son ejemplo vivo de una etapa histórica muy brillante en la historia de nuestras instituciones culturales, a través de los cuales podemos leer las preocupaciones e inquietudes de quienes lideraban el desarrollo intelectual de la Edad de Plata española.
En la España del primer tercio del siglo XX y, especialmente durante los años de la Segunda República, se fue consolidando la idea de que la modernización del país exigía cambios radicales en el sistema educativo y en el concepto de cultura, hasta entonces reservada sólo a unos pocos privilegiados. En este contexto, el libro y las bibliotecas se convirtieron en herramientas imprescindibles para la transformación social y cultural y se abrieron nuevos horizontes al desarrollo bibliotecario del país. Las Bibliotecas creadas en la Residencia de Estudiantes y en la Residencia de Señoritas fueron un ejemplo del vivo movimiento bibliotecario de aquellos años y su conservación y recuperación para la historia y la investigación es un gran logro que agradecemos especialmente al Colegio Mayor Ximenez de Cisneros y a su Director, el profesor José Luis González LLavona.
El fondo que hoy se expone es, por otro lado, una muestra de los resultados que se pueden alcanzar a través de la ciencia bibliográfica para la cual, una colección debe valorarse en su conjunto y en su contexto y además, cada ejemplar específico debe ser tratado individualmente, resaltando sus características y evidencias materiales, ya que todas ellas nos hablan de su historia, de sus antiguos poseedores, de las lecturas a las que han dado lugar, o de los avatares que han sufrido.
Son libros materialmente modestos, gastados y estropeados con sucesivos sellos y marcas de signaturas, pero entre ellos encontramos tesoros de las mejores editoriales de la España de aquellos años, como el delicioso ejemplar de Rusia al desnudo de Panait Istrati, publicado por la editorial Cenit en 1930. En algunos casos, aparecen las firmas a bolígrafo o lápiz de las dedicatorias de sus autores. En otros, las encuadernaciones en rústica o el amarillento papel nos recuerdan nuestra responsabilidad en su conservación. El esmero y rigor con el que tratamos nuestros más ricos tesoros, algunos con siglos de antigüedad, no puede dejar al margen un patrimonio, memoria de nuestra historia, que precisamente por su azarosa vida y fragilidad nos demanda más atención y cuidado.
Marta Torres Santo Domingo (Directora de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid)
Introducción de los comisarios
En Julio de 2007 accedí a la Dirección del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros de la Universidad Complutense de Madrid. Recuerdo perfectamente la sensación que tuve al entrar en su Biblioteca y comprobar que me encontraba ante unos fondos de gran valor histórico y bibliográfico. Los anteriores a 1936 provenían, en su mayor parte, de la Biblioteca de la Antigua Residencia de Estudiantes. En ese momento comenzó un proyecto apasionante: catalogar científicamente los fondos y mostrar a nuestro entorno, a través de una exposición, esa enorme riqueza. Hoy el Colegio, con la colaboración de la Biblioteca de la Universidad Complutense, siente el orgullo de mostrar los resultados obtenidos, después de más de tres años de duro trabajo, con la presentación de este catálogo y la celebración de la exposición "La Biblioteca de la Antigua Residencia de Estudiantes en la Universidad Complutense: Fondos del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros" en la Biblioteca Marqués de Valdecilla.
La Residencia fue un proyecto pedagógico público basado en los principios de la Institución Libre de Enseñanza. En ella se desarrolló un programa de formación integral con la participación de insignes científicos, arquitectos e ingenieros. Su Director Jiménez Fraud hablaba sin complejos de formar a las minorías directoras, a la aristocracia del talento. ¡Cuantas críticas tuvo que soportar! La izquierda se irritaba por que desde su punto de vista con dinero público se financiaba un proyecto elitista, dirigido a la aristocracia y a las clases dominantes. La derecha no podía soportar el laicismo del proyecto.
Ahora desde todos los sectores ideológicos del país se rinde pleitesía al proyecto de Jiménez Fraud. Admiramos que de la Residencia salieran los premios Nobel Severo Ochoa y Juan Ramón Jiménez. En el laboratorio que tuvo Juan Negrín en la Residencia trabajaron Severo Ochoa y Francisco García -Valdecasas. Pasaron por la Residencia ingenieros como José Entrecanales, personajes del mundo del cine como Alberto Lafont o arquitectos de la talla de Bernardo Giner de los Ríos y Arturo Sáenz de la Calzada.
La Residencia fue un proyecto abierto y un foco irradiador de cultura. Siempre funcionó en un régimen de autonomía que le daba la Junta de Ampliación de Estudios. El deporte formó parte de su educación. Colaboró con el Comité Hispano Inglés del Duque de Alba y la Sociedad de Cursos y Conferencias desarrollaba sus actividades en ella. Qué decir de sus conferenciantes invitados como Albert Einstein, Paul Valéry, Le Corbusier, Madame Curie, Louis Aragon, Igor Stravinsky, Rafael Alberti o Manuel de Falla.
La Residencia pasó momentos críticos, incluso con problemas económicos agudos, principalmente con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, aunque hasta el "dictador"acabara seducido por ella.
Con la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid, a finales de los años veinte, se proyectaron por Luis Lacasa unas nuevas residencias para estudiantes en el nuevo campus de la Moncloa. Sin embargo, con la Guerra Civil el espacio universitario madrileño tuvo un desgraciado protagonismo y el proyecto de Luis Lacasa no pudo terminarse.
La vida de la Residencia terminó definitivamente con la sublevación del 18 de Julio de 1936. Durante la guerra civil sus instalaciones fueron refugio de niños huérfanos, cuartel de carabineros y hospital. Con el triunfo de la dictadura se clausura la Junta de Ampliación de Estudios y se crea el CSIC. Integrada en el CSIC, en dependencias de la Residencia, se crea la Residencia Jiménez de Cisneros dirigida por D. Pedro Laín Entralgo. Una de las primeras decisiones de Laín fue el traslado de la Biblioteca de la Antigua Residencia de Estudiantes, que se había conservado en su Auditorio, a la nueva Residencia. El franquismo inhabilitó al arquitecto Lacasa, que fue relevado por Javier Barroso para la reconstrucción del proyecto inicial de las residencias. En el año 1943, terminadas las obras, la Residencia Jiménez de Cisneros se traslada a la ciudad universitaria con el nombre del recién creado Colegio Mayor Ximénez de Cisneros para integrarse en la Universidad de Madrid, hoy Complutense. Con este traslado llegan a la Biblioteca de nuestro Colegio los fondos que pertenecieron en su día a la antigua y querida Residencia de Estudiantes.
La exposición que se presenta consta de unos 170 libros. En ella se pueden contemplar libros de autores como Immanuel Kant, Aniceto Sela, Azorín, Pedro de Madrazo, Alfonso Reyes, Ricardo de Orueta, George E. Street, John M. Keynes, Herbert G. Wells, Adolfo Posada, William L. Fichter, Eugenio de Castro, Julio Rey Pastor, Jesús Pabón y Súarez de Urbina, Miguel Antonio Catalán Sañudo, Hermann Weimer, Rubén Darío, Jorge de Montemayor, Adolfo Posada, Vladimir Il'ich Lenin, Lawrence Sterne, Ramón Gómez de la Serna, Woodrow Wilson, Gabriel Miró, Gonzalo Rodríguez Lafora, Francisco Ayala, Jean Lépine, Cesare Lambroso y Concepción Arenal.
Muchos de los volúmenes llevan el sello de la Antigua Residencia de Estudiantes y en la mayoría de ellos podemos admirar dedicatorias y donaciones. Profundizando en él podremos comprender mejor la Edad de Plata (1900-1936) de la cultura española.
El Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, organizador de esta exposición, ha sido el verdadero impulsor del Proyecto. El trabajo de sus colegiales en la recopilación y elaboración de bases de datos ha sido esencial. Nuestros Colegios representan también esa formación integral, esa aspiración a formar a las minorías dirigentes de nuestro país. También sufrimos las críticas, quizás más pausadas, de la izquierda y de la derecha sociológica. Aspiramos a una autonomía de funcionamiento que haga viable el proyecto pedagógico que los Colegios de Fundación Directa de la Universidad Complutense representan.
He compartido el Comisariado de la exposición con Aurora Miguel Alonso, Dra. en Filosofía y Letras, adjunta para el desarrollo de proyectos de la Biblioteca de la Universidad Complutense. Su formación intelectual, sus conocimientos en biblioteconomía, su entusiasmo en el proyecto y su amor a la profesión han hecho posible esta exposición.
El rigor científico de la muestra queda asegurado con el excelente trabajo, como asesoras científicas, de Elena Hernández Sandoica, Catedrática de Historia Contemporánea y Carolina Rodríguez López, Profesora Ayudante Doctora, ambas del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense
Es importante destacar la colaboración de la Biblioteca Histórica y el Vicerrectorado de la Universidad Complutense en la organización de esta muestra. En particular quiero expresar mi agradecimiento a Manuel Álvarez Junco, Vicerrector de Cultura y Deporte, a José Antonio Magán y Manuel Ruiz de Elvira, Director y Subdirector, respectivamente, de la Biblioteca de la Universidad Complutense, a Marta Torres, Directora de la Biblioteca Histórica y a Isabel Herizo Peigneux D'Egmont, Jefe de Proceso e Información de la Biblioteca Histórica.
Las fotografías y montaje fotográfico ha sido posible gracias a Jesús Alberto Benítez Fornell y los retratos son obra de Pablo Quintanal Junquera, ambos colegiales del Colegio Mayor.
No quisiera terminar este escrito sin hacer referencia a los Colegios Mayores de Fundación Directa de la UCM que han patrocinado la exposición, y una mención muy especial para Anne-Marie Reboul, delegada del Rector para Colegios Mayores en este período. Sin su entusiasmo y apoyo proyectos como este seguirían en la sombra del olvido
José Luis González Llavona (Comisario, Catedrático de Análisis Matemático, Director del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros)
Etapa Fortuny:
La Residencia de Estudiantes, dirigida por Alberto Jiménez Fraud, se creó en 1910 como un colegio universitario a imitación de los colleges de Oxford y Cambridge. Su primera ubicación, un chalet alquilado en la calle Fortuny, nº 14 de Madrid, se amplió paulatinamente a una manzana completa, los números 8 a 14, así como un piso alquilado en la próxima calle Rafael Calvo. Desde el primer año se habilitó un local para la biblioteca, y se conoce una somera descripción de sus instalaciones porque su traslado a un local más amplio se hizo en 1912, coincidiendo con el ingreso en la Residencia, de uno de sus más ilustres huéspedes, Juan Ramón Jiménez. El propio Jiménez Fraud nos dice: "No sabíamos como aposentar a tan gran huésped. Por fin, le destinamos el cuarto que había sido primeramente biblioteca de 'el 14', y que tenía tres ventanas al jardín. Aún quedaban las estanterías donde el poeta colocó sus libros. Y el cuarto lo presidía el primero de los retratos que Sorolla le pintó"[1]. La revista Residencia, reproduce una instantánea de esta primera ubicación, curso 1910-1911.[2]
La nueva localización de la biblioteca está también descrita en la prensa del momento, incorporada en una entrevista hecha por José Mª Carretero, El caballero audaz, a Miguel de Unamuno en una de sus estancias en la Residencia, en 1914: "La biblioteca era el lugar noble de la casa, sus dimensiones eran modestas, limitadas a un simple cuarto algo mayor que los demás. El zócalo estaba recubierto de una madera escura, y a lo largo del mismo se extendían unas sólidas estanterías que se alzaban apenas un metro del suelo, con los primeros libros de la residencia. Sobre ellas había alguna figurilla de loza, alguna fotografía enmarcada y algún cuadro en la pared. Las mesas, de la misma madera que los estantes, eran rectangulares y livianas, y en torno a ellas se disponían, meticulosamente ordenadas, varias sillas de madera con un bajo respaldo de tiras curvas que trazaban una circunferencia hasta los brazos. En la biblioteca había también alguna butaca de mimbre, como las que existían en el saloncillo"[3]
Los libros que se van adquiriendo, y que se conservan todavía en la biblioteca del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, se pueden identificar con facilidad, ya que el sello utilizado en ese momento en la biblioteca repite la dirección de la Residencia en la calle Fortuny, y hay que suponer se dejaría de usar en el momento de su traslado a las nuevas instalaciones de la calle Pinar. El 1 de enero de 1915 existen en la biblioteca de la Residencia muy pocos libros, 213 obras con 694 volúmenes.[4]
En estos últimos años de la calle Fortuny se inician también la gestión de importantes donativos oficiales. Así, en la Memoría de la J.A.E. de 1914-1915 se reseña "el envío de una colección de historiadores y clásicos franceses hecho a la Residencia por el Ministerio de Instrucción pública de Francia, en virtud de gestiones de Mr. Coulet, Director de la Oficina Nacional de Universidades y Escuelas. La Junta quiere dar aquí público testimonio de su agradecimiento"[5].
Etapa Pinar:
Una nueva etapa se inicia en la evolución de la biblioteca con el traslado de ubicación de la Residencia de Estudiantes. El conjunto residencial de la calle Fortuny queda pequeño rápidamente, a pesar de haber ido incorporando paulatinamente nuevos edificios. En 1913 se inicia la construcción de un nuevo conjunto residencial en los Altos del Hipódromo, en la calle Pinar, detrás del entonces Palacio de la Industria y de las Artes, hoy Museo de Ciencias Naturales y Escuela Superior de Ingeniería Industrial.
Los tres primeros pabellones están ya preparados al inicio del curso 1915-1916 para poder realizar el traslado de los residentes desde la calle Fortuny, y dejar libres esos edificios para la inauguración allí de la Residencia de Señoritas. La biblioteca se instala en estos primeros momentos en el tercer pabellón, planta baja, cerca de los locales destinados a laboratorios. "Con los nuevos locales se han ganado además campos de juegos, laboratorios y bibliotecas. Esto ha permitido un avance en la acción intelectual sobre los estudiantes y ha dado favorables elementos de ambiente moral y de espíritu corporativo"[6].
En octubre de 1916, la inauguración de nuevos edificios posibilita el traslado de la biblioteca a un nuevo local construido ad hoc, con dimensiones 14,25 por 12,20 m.[7] Cuenta ya con depósito de libros y una sala de lectura de dimensiones suficientes para dar servicio a los residentes, dejando además sus antiguos locales libres para su transformación en laboratorios. Hay también una descripción de la biblioteca en las memorias de los años 1916-1917, la de la biblioteca general, ya que, la diversificación de las zonas de la Residencia e instituciones anejas para distintas funciones, sobre todo para laboratorios, hace que se formen también colecciones físicamente diferenciadas en unos u otros locales, si bien para todas las colecciones se gestiona un único catálogo general, de autores y metódico, "de modo que es fácil, hasta para personas extrañas a los Laboratorios, encontrar y consultar las obras"[8]
Los datos recogidos en la Memoria nos dan también un conocimiento bastante ajustado de su funcionamiento[9]. La biblioteca cuenta con un número aceptable de puestos de lectura, 96, contando además con que los residentes pueden llevarse los libros a su habitación, y a los que hay que añadir los que existan en los distintos laboratorios de la Residencia. El horario de apertura es amplísimo, dieciséis horas diarias, que pasan a ser quince en años posteriores, lo que supone que está abierta todas las horas de actividad del centro, desde que los residentes se levantan hasta que se acuestan[10]. Significa también que el bibliotecario no tiene funciones de control de su uso (se pueden sacar los libros de la sala de lectura, apuntándose en un registro), sino de gestión de ejemplares y de información al lector, además de facilitar a los residentes las adquisiciones de libros que desean hacer privadamente, dando informes o noticias, y gestionando la compra con ciertas ventajas, cuando así lo requieren los interesados.
Se conoce el nombre de los residentes que atendieron la biblioteca prácticamente desde el principio del periodo Pinar, el becario Francisco Peinado Chica, hasta finales de los años veinte, y a partir de esa fecha José María Navaz.
"Funcionó en este local hasta 1934, era una sala rectangular, amplia y limpia, con varias filas de mesas de madera ordenadas de forma lineal, que contaban con un espacio individualizado con una repisa propia, un amplio tablero, lámparas de lectura también individuales, y los libros colocados alrededor de las paredes en elegantes estanterías de madera, protegidas con puertas de cristal. Bañada por el sol a través de los amplios ventanales, con calefacción, y aislada de los ruidos domésticos al encontrarse en un local prácticamente independiente, el espacio noble de la casa carecía de la majestuosidad de la Biblioteca Nacional o la del Ateneo, pero era una sala bastante confortable"[11].
Para facilitar la adquisición de libros y fomentar aún más el uso de la biblioteca se crea en 1916 la Sociedad de Lectura, para el que se diseña un sello propio. "Los lectores de la misma han constituído una Sociedad que va por el segundo año de su existencia, y que suscribe otras 20 revistas escogidas, complemento de la colección", y de la recepción de una serie de volúmenes de gran interés, sobre todo a través de donativos: "Además de la cantidad que a ello dedica la Junta, cantidad cuidadosamente aprovechada, debe aquélla una buena parte de sus libros a la generosidad creciente de los donantes. Hay que añadir a los ya citados en la memoria anterior, los nombres de don Santiago Alba, siendo Ministro de Instrucción Pública; de M. Dumuis, director de la Société des l'Aciéries et Forges, de Firminy; de los académicos franceses, MM. Bergson, Perrier, Widor e Imbart de la Tour; de D. Juan C. Cebrián, de San Francisco (California); y de la Sra. Dª Fermina Pieltain de Bolívar, que ha regalado una interesarte colección de obras de Historia. En 1917 ha recibido también la Biblioteca el considerable beneficio de disfrutar la que fue del ilustre hombre de Ciencia, D. Domingo de Orueta, padre del distinguido Ingeniero de Minas del mismo nombre, que éste ha cedido en depósito a la Residencia. La Biblioteca del Sr. Orueta consta de unos 2.000 volúmenes, y hay en ella libros y colecciones de gran valor"[12].
Por datos recogidos en las Memorias de la J.A.E., podemos suponer que en el curso 1927-1928 se tomó la decisión de cambiar la organización de la biblioteca, pasando a ordenarse los libros por la clasificación Dewey. Se adquieren ficheros metálicos, aprovechando este cambio para empezar a utilizar en las fichas el tamaño de las fichas implantado internacionalmente, 125 x75 mm., con horadación en la parte inferior para una mayor seguridad, y para crear un nuevo catálogo, el de títulos, que va a complementar a los existentes hasta ahora, de autores y metódico [13].
Los acontecimientos culturales y científicos que tenían lugar en la Residencia de Estudiantes desde su fundación se multiplican enormemente a partir de los primeros años de la década de los 20, gracias a la creación del Comité Hispano-Inglés (1922)y de la Sociedad de Cursos y Conferencias (1923), con clara repercusión en el número y calidad del fondo bibliográfico de su biblioteca. Ninguna de las dos organizaciones eran estrictamente residenciales, sino resultado de la colaboración del centro con iniciativas privadas, y contribuyeron a intensificar el contacto de la Residencia con el exterior -tanto en el ámbito español y madrileño, como en el internacional-, y de forma más amplia, la acción cultural, con proyección pública, desarrollada en su sede[14].
La biblioteca de la Residencia de Estudiantes se enriquece enormemente con esta apertura al exterior. Los conferenciantes y sus acompañantes gustan de depositar en la biblioteca sus libros dedicados, y también las personalidades que asisten a los actos. Las autoridades de la Residencia salen también al exterior: Portugal, Hispanoamérica, Inglaterra, etc. y de sus visitas también gustas de traer ejemplares dedicados de los intelectuales con los que se han entrevistado.
Asimismo se encuentran en la colección ejemplares regalados por los becarios extranjeros que residieron temporalmente en la Residencia de Estudiantes, como ejemplo, el de Irwin Bullock, el primer becario inglés, que donó al menos dos libros, o la publicación del hispanista Edward Meryon Wilson, residente durante dos años, mientras tradujo las Soledades de Góngora, gracias a una Beca Howard del Comité Hispano-Inglés, o también de alumnos extranjeros, especialmente norteamericanos, que asisten a los cursos de verano.
En la colección conservada en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros hay ejemplos claros de estas relaciones institucionales y personales establecidas con Europa y América por la Residencia de Estudiantes. Este es sin duda el origen de la destacable colección de literatura portuguesa e hispanoamericana, de los libros que se conservan de los conferenciantes que intervienen en la Residencia, muchas veces dedicados, como los de Leclerc de Sablon, Keynes, Obermaier, o de las numerosas obras existentes de intelectuales muy unidos a la Residencia, como Azorín, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Eduardo Marquina, etc. También queda constancia en los fondos de la biblioteca de la celebración en los locales de la Residencia., mayo de 1929, del Congreso Internacional pro Sociedad de Naciones.
Etapa del Auditorio:
Los locales de la Residencia vuelven a quedarse pequeños para dar un servicio adecuado a la intensa actividad cultural que se organiza en el centro, lo que lleva a las autoridades de la J.A.E. a plantearse la necesidad de levantar un edificio exento, que incluya una sala de conferencias, biblioteca y clases para cursos especiales, y "donde pueda desarrollarse la intensa actividad de la Residencia en este sentido cultural que tanta estimación obtiene de la opinión pública con sus beneficios para la elevación de nuestro nivel espiritual". La memoria del proyecto para la construcción de este edificio se firma el 25 de junio de 1931, inaugurándose en 1933, con un concierto de canciones populares interpretadas por la Argentinita, acompañada al piano por Federico García Lorca.
En este edificio, el ala de la biblioteca va a contar con una sala de lectura y de depósito de libros, al que se añade un semisótano previsto con el mismo fin. Cuenta además con una serie de dependencias complementarias, como son secretaría, sala de juntas, despacho para el bibliotecario, sala de catálogo y fichero, más un pequeño guardarropa. El traslado de la biblioteca se hizo en el mismo año 1933, dejando sus locales anteriores libres para ser ocupados por el Laboratorio de Histología, que dirigía en esos momentos Pio del Rio Hortega.
La separación entre los espacios destinados a la biblioteca y el Auditorio se consigue a través de un patio-claustro, que todavía hoyexiste, como una dependencia más de los locales del C.S.I.C. en la calle Serrano de Madrid, mientras que el Auditorio se convirtió tras la Guerra Civil en la iglesia del Espíritu Santo, adscrita también al C.S.I.C.
Las Memorias de la J.A.E. de nuevo nos da escasa pero significativa información sobre la biblioteca. Así, la Memoria correspondiente a los años 1933-1934 nos habla de la implantación por parte de la J.A.E. de una "sección de publicaciones de Derecho político, a la que se dedica marcado interés". De esta colección adquirida en estos últimos años de funcionamiento de la Residencia hemos localizado múltiples ejemplares, incorporados en la sección 34 del catálogo[15].
Asimismo, el Comité Hispano-Inglés consigue que se le asigne varias salas dentro de este nuevo edificio para instalar una biblioteca propia y un despacho para dar un servicio de información sobre la cultura inglesa[16]. En los libros conservados en el Colegio varios de ellos conservan un ex libris impreso en el que se explica su origen, biblioteca del Comité Hispano-Inglés, figura las horas de apertura y el servicio que se presta en esta pequeña biblioteca de cultura inglesa. Y en el mismo año de inauguración de estos locales, en marzo de 1933, las Memorias de la J.A.E. nos da también conocimiento de un importante donativo del Ministerio de Estado del Gobierno británico, His Britannic Majesty's Government, del que da cuenta también un ex libris explicativo en varios de los libros conservados.[17]
Y aunque no he localizado información al respecto, puede explicar el número relativamente elevado de libros existentes en la biblioteca de literatura y cultura rusa, y también sobre el comunismo soviético, la creación, en 1931, del Comité Hispano-Eslavo, en cuya Junta directiva figuraban buena parte de las personalidades cercanas a la Residencia y al Centro de Estudios Históricos, con presidencia de D. Ramón Menéndez Pidal[18]. La sede se estableció en esta última institución, aunque al menos una parte de los actos organizados por el Comité se realizaron en el Auditorio de la Residencia de Estudiantes[19]. Aunque el interés de los residentes por la literatura rusa venía de lejos. Gibson recoge en su obra La vida desaforada de Salvador Dali (Barcelona: Anagrama, 1998) un comentario aclaratorio: "las inacabables discusiones que duraban hasta las tres y las cinco de la mañana y que se ha perpetuado a lo largo de nuestra amistad. Entonces en la Residencia se devoraba a Dostoievski, era el momento de los rusos"[20].
La Guerra Civil y el traslado a la Ciudad Universitaria:
La Residencia de Estudiantes se cerró en julio de 1936 al estallar la Guerra Civil. En esos momentos se estaba celebrando en sus locales un Curso de Verano para extranjeros, y el primer cuidado fue trasladar a lugar seguro a los estudiantes que estaban asistiendo a él, izando mientras se gestionaba el traslado las banderas británicas y estadounidenses, ya que éstas eran las nacionalidades mayoritarias de los asistentes. El lugar se cerró durante toda la guerra como residencia, pero se preparó para instalar en sus locales, a partir de 1937, un hospital de cirugía para el Cuerpo de Carabineros, al frente del cual estuvo Luis Calandre, que había sido hasta 1936 director del Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia, y jefe del departamento de Cardiología de la Cruz Roja de Madrid. En el hospital se atendió también un brote epidémico de malaria surgido en el frente del Jarama
La Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas desaparece en 1939 y se convierte en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pasando a depender de él todas las instituciones que hasta 1936 dependían de la J.A.E., y también, por tanto, la Residencia de Estudiantes. Parece que la biblioteca no sufrió dispersión ni daños, ya que permaneció cerrada, en su ubicación del Auditorio, así lo especifica el informe redactado por Francisco Donato, y presentado el 14 de junio de 1939[21], aunque habría que saber si alguno de los libros leídos a los enfermos de malaria en el hospital de Carabineros pudieron proceder de sus estantes[22].
En 1941, el director de la entonces denominada Residencia de Estudiantes Jiménez de Cisneros, Pedro Laín Entralgo solicita permiso para trasladar la biblioteca desde el Auditorio a unos locales de los pabellones de la calle Pinar, permiso que se le concede por el entonces secretario general del C.S.I.C. José María Albareda[23].
Y el siguiente paso, se dió el 14 de agosto de 1942 (B.O.E. 23 agosto 1942), en el que una Orden establece el cambio de denominación y de dependencia de la Residencia, pasando ésta a llamarse Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, y depender de la Universidad de Madrid. Se le asigna el edificio que se había construido ya antes de la Guerra en la zona oeste de la Ciudad Universitaria con el nombre de Residencia de Estudiantes Alcalá (la Orden lo especifica claramente: "El Colegio Mayor 'Jiménez de Cisneros' se instalará en el edificio actualmente en construcción en la Ciudad Universitaria de Madrid"), prácticamente destruido durante la contienda, reconstruido e inaugurado en octubre de 1943 por el general Franco.
Se conoce la ubicación exacta de la biblioteca en este edificio, porque en los planos del Colegio se especifica que la biblioteca estará instalada en la planta superior, en la parte izquierda del bloque central del edificio. En la división de este edificio en tres Colegios, el 7 de marzo de 1951, Colegios Mayores Ximénez de Cisneros, Nebrija y Covarrubias, estas instalaciones quedaron en la zona del Nebrija, pasando la biblioteca a su ubicación actual en el Cisneros.
Estudio y valoración de la colección:
Una vez más la fuente utilizada para el estudio cuantitativo de la colección son las Memorias de la Junta para la Ampliación de Estudios, que periódicamente reseña el número de libros de cada biblioteca dependiente de ella. Por comodidad recojo la estadística que ya ha preparado Isabel Pérez-Villanueva Tovar:
1 de enero de 1915: 213 obras 694 volúmenes
1 de enero de 1916: 321 obras 825 volúmenes
1 de enero de 1917: 892 obras 2.061 volúmenes
1 de enero de 1918: 1.081 obras 2.292 volúmenes
1 de enero de 1919: 1.729 obras 3.140 volúmenes
1 de enero de 1920: 2.232 obras 4.125 volúmenes
1 de enero de 1921: 2.991 obras 5.402 volúmenes
1 de enero de 1922: 4.024 obras 7.335 volúmenes
1 de enero de 1923: 4.480 obras 8.151 volúmenes
1 de enero de 1924: 4.963 obras 9.222 volúmenes
1 de enero de 1925: 5.485 obras 10.143 volúmenes
1 de enero de 1926: 5.747 obras 10.711 volúmenes
1 de enero de 1927: 6.092 obras 11.252 volúmenes
1 de enero de 1928: 6.718 obras 12.168 volúmenes
1 de enero de 1929: 7.059 obras 12.703 volúmenes
1 de octubre de 1929: 7.232 obras 13.143 volúmenes
1 de octubre de 1930: 7.629 obras 13.774volúmenes
1 de octubre de 1931: 7.990 obras 14.630 volúmenes
1 de octubre de 1932: 8.370 obras 15.295 volúmenes
30 de septiembre de 1933: 8.975 obras 16.052 volúmenes
30 de septiembre de 1934: 9.237 obras 16.720 volúmenes [24]
Pero aquí creo hay que fijarse en un dato que considero puede ser clarificador para valorar el número de libros, y por ello la importancia que llegó a tener la biblioteca de la Residencia de Estudiantes, y el porcentaje de lo que ha podido perderse. En la estadística recogida en la memoria de los años 1916-1917, la primera realizada después del traslado a la sede de Pinar, da información de los libros existentes en las bibliotecas de cuatro centros: "Centro de Estudios Históricos", "Laboratorios del Instituto Nacional de Ciencias Físico-naturales", "Residencia de estudiantes" y "Secretaría de la Junta". Esto quiere decir que en el número reseñado "en la Sala de lectura y Laboratorios de la Residencia de Estudiantes incluye no sólo la de la Residencia masculina, sino también la de la Residencia de Señoritas y las de los Laboratorios. Y en el año 1932 se reseña de la misma forma: "Libros que posee la Junta en el C.de E. H., Laboratorios, Residencias y Secretaría". En este caso la duda sólo existe en si el número reseñado en "laboratorios" se incluye los que se custodian en los laboratorios de la Residencia, aunque me inclino a pensar que no, sino que se refieren a los que dependían directamente de la J.A.E.. En este caso, el número total de libros existentes en todas las bibliotecas de la Residencia, incluyendo Residencia masculina, femenina, laboratorios de las Residencias e Instituto Escuela era, en septiembre de 1934, de 9.237 obras. Realmente una pequeña biblioteca repartida en numerosos locales.
En la colección que ahora estudiamos se recogen unos 2.300 libros, todos anteriores a 1936, Para la exposición hemos seleccionado aquellos libros que, por la temática, los autores, o por sus marcas identificatorias, nos han parecido que sirven para conocer mejor la Residencia de Estudiantes y su funcionamiento interno y de sus relaciones con el exterior. Pero del total de libros incluidos en el catálogo, sólo la mitad aproximadamente tienen sello de la Residencia de Estudiantes. Otra parte, aunque son publicados antes de 1936, no tienen sello de la Residencia, pero tienen alguna otro sello, dedicatoria, etc, que hace pensar pudieron pertenecer a la Residencia, pero no se puede constatar con exactitud. Y otros, no pocos, tienen firmas o dedicatorias que los identifican con ingresos posteriores, ya en época del Colegio Mayor Ximénez de Cisneros. Es por ello difícil cuantificar hasta que punto la colección "histórica" conservada hoy en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, representa mayoritariamente la colección que llegó de la Residencia de Estudiantes. Ya sólo por el número de libros sabemos que no. Pero sí representa, y eso para nosotros es importante constatarlo, una excelente ocasión para recuperar el espíritu y la vida intelectual que se vivió en esa institución hasta que en julio de 1936 se cerró abruptamente y para siempre.
[1] Jiménez, A. Ocaso y restauración: ensayo sobre la Universidad española moderna. (s.l.): Fundación Jímenez Cossio, 2006, p. 219.
[2] Residencia, I, 1, enero-abril, 1926. Reproducida en: Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, lámina entre págs. 48 y 49
[3] El Caballero Audaz (José Mº Carretero): "Nuestras visitas. D. Miguel de Unamuno". La Esfera, I, 4, 24-1-1914. Transcrito por Ribagorda, Álvaro. La Residencia de Estudiantes: pedagogía, cultura y proyecto social (1910-1939), p. 134. Tesis presentada en la UCM, 2010.
[4] Memorías de la J.A.E., años 1914-1915. Madrid, 1916, p. 284
[5] Memorías de la J.A.E., años 1914-1915. Madrid, 1916, p.298. Esta colección se debe de corresponder mayoritariamente con la sección "840. Literatura francesa" de nuestro catálogo
[6] Memorias de la J.A.E., años 1914-1915. Madrid, 1916, p. 14
[7] Una fotografía de la biblioteca en estos primeros años de la calle Pinar se recoge en Residencia de Estudiantes (1916-1917). Madrid: Junta para Ampliación de Estudios, 1916. Reproducida en: Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, lámina entre págs. 288 y 289
[8] Memorias de la J.A.E., años 1916 y 1917. Madrid, 1918, p. 225 y 226
[9] Memorias de la J.A.E., años 1916 y 1917. Madrid, 1918, p. 247-249
[10] Lorca tumbado en la cama "cogía de la biblioteca un tomo de comedias de Lope, un tomo de aquellos de Rivadeneyra, y nos leía cada noche una comedia. Leía de una manera gloriosa [...], prescindía de los nombres, dialogaba por entonación, y solo cuando intuía que el oyente perdía el hilo citaba el nombre del personaje". Así conocieron muchos de sus amigos a los clásicos, y especialmente a Lope de Vega, por el que Lorca sentía auténtica devoción. "Entrevista personal de Pepín Bello", Citado por Ribagorda, Álvaro. La Residencia de Estudiantes: pedagogía, cultura y proyecto social (1910-1939), p. 330. Tesis inédita.
[11]Ribagorda, Álvaro. La Residencia de Estudiantes: pedagogía, cultura y proyecto social (1910-1939), p. 253-257. Tesis presentada en la UCM, 2010
[12] De este donativo se conservan en la actualidad varios ejemplares
[13] Estos datos se refieren a la biblioteca del Centro de Estudios Históricos, la más potente de las gestionadas por la J.A.E., pero si se seguía la fórmula establecida anteriormente de mantener un catálogo único para todas las bibliotecas, esta decisión afectaba también a la biblioteca de la Residencia de Estudiantes. Memorias de la J.A.E., años 1926-1927 y 1927-1928. Madrid, 1929, p. 168
[14] Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, p. 219-220
[15] Memorias de la J.A.E., años 1933 y 1934. Madrid, 1935, p. 500
[16] Ribagorda, Álvaro: "El Comité Hispano-Inglés y la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes (1923-1936)". Cuadernos de Historia Contemporánea, 2008, 30, 273-291
[17] "En el mes de marzo de 1933 se recibió en esta Biblioteca un importante donativo de 336 volúmenes ingleses, donados a la Residencia por el Ministerio de Estado del Gobierno británico" Memorias de la J.A.E., años 1933 y 1934. Madrid, 1935, p. 500
[18] [18] La Vanguardia, 27 marzo 1931, página 24. http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/1931/03/27/pagina-24/33169558/pdf.html
[19] Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, p. 268
[20] Citado por Ribagorda, Álvaro. La Residencia de Estudiantes: pedagogía, cultura y proyecto social (1910-1939), p. 308. Tesis presentada en la UCM, 2010
[21] Archivo General de Administración, legajo 582
[22] "'Fui reclutada por el doctor Calandre, de cuya hija era muy amiga', señala. 'El tratamiento de los enfermos duraba una quincena, a base de quinina y antebrina', añade Mercedes [González de Linares], de 88 años. 'Aprovechábamos el tiempo de su convalecencia para enseñarles a leer y escribir, les entregábamos libros y les pedíamos luego su comentario', añade. 'Una vez a la semana, leíamos en público los mejores relatos', recuerda con una sonrisa". Fraguas, Rafael: "Un refugio bajo los chopos". El País, 9 agosto 2007 http://www.elpais.com/articulo/madrid/refugio/chopos/elpepuespmad/20070809elpmad_9/Tes
[23] Citado por Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, p. 301
[24] Pérez-Villanueva Tovar, Isabel: La Residencia de Estudiantes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1981, p. 302
Aurora Miguel Alonso (Comisaria, Adjunta para el Desarrollo de Proyectos, Biblioteca Complutense de Madrid)