La enseñanza del hebreo en Alcalá: Introductiones Artis grammatice Hebraice
Alfonso de Zamora (ca. 1476-ca. 1545).
Introductiones Artis grammatice Hebraice nunc recenter edite. Impresse in Academia complutensi in Edibus Michaelis de Eguia.
Alcalá de Henares, Miguel de Eguía, 1526, 8º. 224 h. Libro. Papel.
Biblioteca General de la Universidad de Salamanca. BG/33072
Ignoramos la procedencia de este ejemplar de la gramática hebrea de Alfonso de Zamora de 1526. Podemos establecer como hipótesis de trabajo que el ejemplar tuvo posiblemente uso en Alcalá. No solo sustenta esta hipótesis el hecho de que en este ejemplar la mano de Zamora (en este caso exclusivamente hebrea) es identificable en algunas de las anotaciones manuscritas. Completan ante otras lenguas, fundamentalmente vernáculas, siguiendo la tradición medieval de los documentos de los judíos ibéricos escritos en vernáculo pero transcritos en alfabeto hebreo (recurso impropiamente denominado aljamiado entre los autores modernos, término que debería reservarse exclusivamente para el procedimiento paralelo desarrollado en suelo ibérico primero por los mudéjares musulmanes, luego convertidos en moriscos a menudo criptomusulmanes). La que aparece identificarse como la mano hebrea de Zamora traza en tinta roja un par de ejemplos de la utilidad de este método; son dos textos del celebérrimo Juan de Mena, la dedicatoria (suprascripçion) de su Laberinto de fortuna: «Al muy prepotente don Juan el segundo [ que sigue: aquel con quien Jupiter tuvo tal zelo / que tanta de parte le fizo del mundo / quanto a sí mesmo se fizo del çielo]» y el principios asimismo de las inconclusas Coplas de los siete pecados mortales: «Canta, tu, cristiana musa, / la mas que çivil batalla [ que sigue: que entre voluntad se halla / y razón que nos acusa. ¡Oh, gracia de Dios infusa! Recuenta de tal victoria / quien debe llevar la gloria / pues el campo no se excusa» ]. Parece que a juicio de Alfonso de Zamora el aprendizaje de estas reglas de transliteración era un capítulo importante del proceso de adquisición de la destreza lectoescritora en hebreo; en esto comparte opinión con los hebraístas que fueron sus coetáneos, como puede verse en la gramática de Sebastian Münster expuesta también en esta muestra. La voluntad pedagógica de Zamora es manifiesta: en sus notas personales de la última década y media de su vida (1530-1545) recogidas en la miscelánea hoy conservada como manuscrito Oriental 645 de la Universiteitsbibliotheek de Leiden (Países Bajos). Aquí se conserva lo que puede ser la plantilla de esta Arte de escreuir (f. D 32r), prueba de la planificación docente del converso zamorano. La elección de los primeros versos de sendas obras de Juan de Mena tampoco debe de ser casualidad: el poeta cordobés fue considerado en el siglo xvi como el clásico por antonomasia del verso castellano; dos colegas de Zamora en Alcalá lo tuvieron muy presente, Nebrija, para ejemplos de su (poco exitosa) Gramática de la lengua castellana, y Hernán Núñez de Guzmán (“El Comendador griego” o “El Pinciano”), que editó críticamente las Trescientas o Laberinto de fortuna del cordobés en dos ocasiones, 1499 y 1505 y que, para su personal, como código secreto para notas discretas, también escribía castellano transliterado en alfabeto griego. Este manual para el aprendizaje del hebreo parece haber sido el más extendido en la primera mitad del siglo xvi en el ámbito hispánico en ambas orillas del Atlántico. Se conservan cerca de setenta y cinco ejemplares de los que se ha podido constatar la existencia por referencia directa de cerca de cuarenta; de esos cuarenta, la inmensa mayoría tiene abundantes apostillas manuscritas que convierten cada ejemplar en piezas tecnicas de indudable valor histórico y patrimonial.
Uno de ellos, conservado en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, perteneció al humanista Juan Páez de Castro. Sus anotaciones autógrafas constituyen una fuente esencial para entender cómo se enseñó hebreo en la Complutense cisneriana en las cuatro primeras décadas de existencia. En el colofón anota Páez de Castro: «yo ju[ an ] paez empeçé a oyr la lengua hebrayca año de 1531 (sic) por San Lucas [ 18 de octubre, fecha de inicio del curso en Alcalá ] siendo rector ju[ an ] gil y a oy del autor desta arte». En el f. N7v señala: «acabamos de leer esta arte Zamora [ sic ] a 22 de hebrero de 1531. Oymos los .4. los dos colejiales »; f. AA6v: «Acabose esta orthographia a 7 de março año de 1531 oymos la .5. los tres colejiales. La aparente paradoja de que el estudio del libro acabe en lo que parece una fecha anterior al inicio del curso se explica por la costumbre complutense de nombrar los años académicos por el año civil siguiente al 18 de octubre en que comenzaba el curso y el mandato del rector, cargo elegido anualmente. Así, el aragonés Juan Gil, el luego célebre y controvertido Doctor Egidio, ocupó el cargo de rector del 18 de octubre de 1530 al 17 de octubre de 1531; para los complutenses, como Páez de Castro, su año de mandato será “1531”.
JPP
Bibliografía: Julián MARTÍN ABAD. La imprenta en Alcalá de Henares (1502-1600), Madrid: Arco/Libros, 1995, 3 vols. I, pp. 329-330, nº 159. Jesús de PRADO-PLUMED y Carlos ALONSO-FONTELA, A. SÁENZ-BADILLOS y J. TARGARONA. Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos X-XV), Córdoba: 1988, p. 30.