Biblioteca Complutense

La composición tipográfica de la Políglota: modelo de imprenta manual

No se han conservado prácticamente ejemplos de imprentas manuales del siglo XVI, a excepción de las espléndidas piezas que se han conservado en el Museo Plantin-Moretus, de Amberes. Esta imprenta que se expone constituye un testimonio a escala de cómo eran y cómo funcionaban aquellos artefactos. Fue fabricada para las representaciones que en la localidad segoviana de Aguilafuente se desarrollan desde 2011 para conmemorar la impresión del primer libro impreso en España, y que recogió precisamente los acuerdos de un Sínodo episcopal, celebrado en dicha localidad en 1472. Se trata de una prensa casi completamente funcional, excepto en algunos detalles, pero su mecanismo reproduce muy bien el proceso de impresión de un libro en la época. Ahora bien, quizás su principal valor no sea tanto éste, como el motivo que llevó a  su fabricación Cuando 2003 se presentó en la localidad la edición facsímil del Sinodal de Aguilafuente, los habitantes de la villa abarrotaron la iglesia de Santa María, engalanada para la ocasión. Tal fue el éxito y la toma de conciencia del pueblo con respecto a ¡un libro antiguo!, que desde entonces Aguilafuente tomó la iniciativa de reivindicar como propia la introducción de la imprenta en España. En el primer fin de semana de agosto se celebran las representaciones del Sinodal, en la que esta prensa tiene su papel.

 Se cree que Gutenberg se inspiró para el diseño de estos artefactos en las prensas para fabricar vino, pero su funcionamiento es mucho más complejo. Fabricadas en madera, se trataba de artefactos desmontables (los impresores ambulantes fueron muy habituales en el siglo XV), si  bien, una vez instalada una prensa era necesario fijar su estructura al techo (con viguetas de madera), y al suelo (con pernos y clavos), para que la impresión se ejerciera siempre sobre una superficie estable, plana y nivelada. La prensa se componía esencialmente de dos gran partes, una fija, preparada para oponerse a la fuerza con la que se debía imprimir; y otra concebida para albergar los elementos móviles del mecanismo, que permitían que la “forma” tipográfica se deslizara, situándose bajo el “cuadro”, una vez ha sido entintada y recibido el pliego. Como se puede comprobar en esta imprenta de Aguilafuente, el armazón de la prensa se asienta sobre dos zapatas alargadas. En uno de sus extremos encajan verticalmente dos gruesos postes, llamados “piernas”, que se mantienen paralelos y unidos por otros maderos colocados en sentido horizontal (uno, el “sombrero”, está encajado en las espigas del extremo superior de las piernas, y los dos “someros” se encuentran uno en la parte superior y otro en la parte inferior). Dos postes menos gruesos y más cortos, los pilarotes, se asientan verticalmente en el otro extremo de las zapatas, unidos entre sí y con las piernas por varios maderos, formando un armazón auxiliar, sobre el que se ubica el tintero. En el somero superior se aloja la matriz metálica que guía la rosca de la parte alta del husillo. Éste tiene debajo de la rosca un ojo donde se introduce la punta de la barra. La parte inferior del husillo -el nabo- es cilíndrica, terminando en punta, por donde se ejerce la presión sobre el tejuelo del cuadro En la parte superior central del cuadro se encuentra embutida una pieza metálica, el tejuelo, con una hendidura que acoge la punta del husillo.

 El carro está formado por el tablón, una tabla de madera que tiene unos cambrones en su parte inferior para guiar su deslizamiento sobre unas bandas de hierro. En la parte superior del tablón se asienta el cofre, donde se asienta  la piedra, o mármol, sobre la que se coloca la forma. En la parte posterior se encuentra un rodete, movido por una manivela, sobre el que se enrrolla y desenrrolla una cuerda o banda de cuero, que tiene fijados sus extremos en el tablón. De esta manera se desplaza el tablón con el carro. Para evitar que al colocar el pliego sobre la forma entintada quedase huellas marginales de tinta, se unió al carro, por medio de unas bisagras, un bastidor rectangular, llamado tímpano, en el que encajaba otro bastidor más pequeño, llamado timpanillo. El espacio interior entre ambos se rellenaba con bayetas, formando la mantilla del tímpano, para suavizar el contacto del cuadro con los tipos. En el centro de los laterales del tímpano se encuentran dos punturas, que perforan el pliego, agujeros que reciben el nombre de puntizones. Su finalidad es doble: fijar bien el pliego en el tímpano y al imprimir la retiración, habiendo colocado el pliego introduciendo los puntizones en las punturas, lograr un perfecto registro, o sea que las páginas de ambas caras del pliego coincidieran sin problemas.

 En una imprenta del siglo XVI eran dos los operarios especializados que se dedicaban al manejo de la prensa: el tirador y el batidor. El proceso de impresión era el siguiente: situado el carro fuera del cuadro, después de imprimir un pliego, previamente humedecido, el tirador levantaba el tímpano y luego la frasqueta. Mientras retiraba el pliego ya impreso y colocaba uno nuevo, el batidor entintaba los moldes de la forma con una bala en cada mano, tras frotarlas entre sí para retirar el exceso de tinta. Estas balas eran unos casquetes de piel, rellenos de lana, con un mango de madera. A continuación, el tirador hacía caer la frasqueta sobre el tímpano y ambos sobre la forma, dando vueltas a la manivela para introducir la mitad del carro bajo el cuadro. Con la barra da un golpe para bajar el cuadro. Asío se consigue imprimir medio pliego. El tirador devolvía entonces la barra a su posición de descanso, repetía la operación y daba un segundo golpe de barra para imprimir la otra mitad del pliego. Realizada la tirada del blanco -la primera cara del pliego que se imprime- se cambia la forma para imprimir la retiración, con lo que se ultima la impresión del pliego en el número de ejemplares fijado.

JLGS-M

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Bibliografía: Harry CARTER. Orígenes de la tipografía: punzones, matrices y tipos de imprenta (siglos XV y XVI). Edición y prólogo de Julián Martín-Abad. Madrid: Ollero & Ramos, 1999; Jaime MOLL ROQUETA. “La imprenta manual”, en Francisco RICO. Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro. Estudios publicados bajo la dirección de Francisco Rico; al cuidado de Pablo Andrés y Sonia Graza, Valladolid: Universidad de Valladolid, Centro para la edición de los Clásicos Españoles, 2000, pp. 13-27; Manuel J. PEDRAZA GRACIA. “La imprenta y el proceso de impresión”, en Juan Parix: primer impresor de España, Segovia: Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2004, pp. 15-42.