Biblioteca Complutense

El Colegio de san Ildefonso y los arzobispos de Toledo: Publica Laetitia

Álvar Gómez de Castro (1515-1580)

Publica laetitia, qua Dominus Ioannes Martinus Silicaeus Archiepiscopus Toletanus ab Schola Complutnesi susceptus est.

Alcalá de Henares: Juan de Brocar, 1546. 4º. 137, [ 1 ] p. Libro. Papel. Portada con escudo del arzobispo Martínez Siliceo.

Biblioteca Histórica de la UCM. BH FLL 12093. 

Tras la muerte de Fonseca (1534) le sucedió en la mitra toledana un personaje de talante más ortodoxo en cuestiones políticas y religiosas: Juan Pardo de Tavera. En su período como arzobispo la Universidad sufrió una larga serie de conflictos institucionales con el prelado, enzarzándose Tavera con el Colegio de San Ildefonso y con el cabildo de la Iglesia Magistral en pleitos varios, que llevaron incluso a pensar en el traslado a Madrid del centro universitario, para escapar de la jurisdicción arzobispal. Sin embargo, con la muerte de Tavera (1545), como dice Gómez de Castro: «se recobró la Universidad y pareció como si hubiera brillado una luz esplendorosa a quienes estaban arrojados en una tormenta». En este contexto se comprende que su sucesor Juan Martínez de Silíceo fuera recibido en Alcalá por una comunidad académica deseosa de lograr una concordia definitiva. Conociendo los orígenes modestos y la condición de profesor universitario del nuevo prelado, formado en París, y que éste había sido el maestro del príncipe Felipe, el Rector y el Claustro complutenses organizaron creyeron que les sería más favorable y organizaron una gran recibimiento popular y un certamen poético. Como señala Gómez de Castro, autor de la relación de estos festejos: “El peligro reciente, con ocasión de Tavera, hizo a los padres más propensos a toda clase de atenciones hacia el nuevo obispo”. En Pública Laetitia narra cómo Alcalá de Henares recibió a Silíceo como un protector de las letras y como el sostén de la Universidad, de sus miembros y de sus estudios.

La portada fue ilustrada con el escudo xilográfico del Arzobispo, al que se le dio la condición de ser el sucesor de Cisneros, cuyo blasón se insertó (no por casualidad) al verso de la portada. Pero Pública Laetitia es algo más que una crónica, esta obra está a medio camino entre la relación y el libro de emblemas. En los veinticuatro grabados posteriores se plasma una serie de emblemas que versan sobre la relación entre la cultura y el gobierno. En ellos Gómez de Castro mezcla una concepción moderna y erasmista de lo que ha de ser un buen gobernante, con una alabanza a la personalidad de Siliceo, pero no es solo un texto laudatorio, sino una lección en la que se alaban las cualidades que éste tiene en común con Cisneros, de modo que, veladamente, se le amonesta por aquellas otras que le alejan de ese prototipo ideal que fue su antecesor.

También en Publica Laetitia se ensalza sobre manera la figura del Emperador por haber decidido la elección de Martínez Silíceo, del que se espera sepa mantener la buena armonía con la Universidad.

Por motivos desconocidos, en 1546 se hicieron otras dos ediciones del mismo libro, con la única variación de los grabados. En ambas el texto permanece inalterable, pero las imágenes impresas oscilan en un número de doce, veintidós y veinticuatro, siendo esta última la serie que se ha expuesto. Extraordinario ejemplo de libros sobre emblemática en España, la publicación de esta obra supuso un hito editorial en nuestro país y puso de manifiesto, una vez más el vigor del Humanismo complutense. Solo un año antes, con ocasión de una visita del príncipe Felipe a Alcalá, para ver a sus hermanas las infantas María y Juana, acompañado de Silíceo, el 28 de octubre de 1545, Gómez de Castro participó en una tertulia literaria en torno a la mesa de Silíceo. Jenofonte fue uno de los temas que se trataron en aquel coloquio, y a consecuencia de un lance de la conversación, el joven profesor de Alcalá decidió traducir en castellano un opúsculo del historiador griego, sobre la traducción del griego al latín realizada por Erasmo, con el propósito de que fuera entregado al príncipe Felipe por el prelado, a quien remitió el opúsculo. Tan buenas relaciones hicieron concebir grandes esperanzas sobre el talante de Siliceo, pero los complutenses se equivocaron. Con su gobierno, el conflicto entre el arzobispado y la universidad se intensificó, con la prisión del canciller Luis de la Cadena, y Alcalá no se recuperará como centro de cultura hasta el regreso de la Corte a Madrid en la década de 1560.

JLGS-M

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Bibliografía: Palma Martinez-Burgos García “Publica Laetitia, humanismo y emblemática”, Cuadernos de Arte e Iconografía, I, nº 2 (1988), pp. 129- 142; Alicia Cámara Muñoz y Consuelo Gómez López  “Ceremonias y fiestas de la Universidad de Alcalá de Henares”, en La Universidad Complutense y las Artes. VII Centenario de la Universidad Complutense. (Actas del Congreso), Madrid: Editorial de la Universidad Complutense, 1995, p. 99; Enrique Cordero de Ciria “Álvar Gómez de Castro y la introducción en España de la cultura emblemática sin Alciato”, Boletín del Museo e Instituto “Camón Aznar”, LXXIII (1998), p. 61. Roberto González Ramos. "La Universidad de Alcalá de Henares y las Artes. El patronazgo artístico de un centro del saber. Siglos XVI-XIX". Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2007, pp. 105-122; María del Carmen Vaquero Serraano "El maestro Alvar Gómez: biografía y prosa inédita", Toledo: Caja de Castilla-La Mancha, 1993. pp. 269-271.