Biblioteca Complutense

La protección de la Corona: el príncipe Felipe ante los caminos, el del Bien y el del Mal

Grabado xilográfico en ypsilon, plegado, que representa al príncipe Felipe ante los caminos, el del Bien y el del Mal, que acaban en la Gloria o en el Infierno. 

En Antonio de Honcala (1484-1565). Antonii Honcalae Yangvensis Sacrae Theologiae Magistri, Abulensis Canonici Pentaplon Christianae pietatis: interpretatur autem Pentaplon, quintuplex explanatio.

Alcalá de Henares, Juan de Brocar, 1546. Fol. [6], CXXVI, [1] h., [1] h. de grabado plegable.

Biblioteca Histórica de la UCM) BH DER 600.

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En 1546, al tiempo que se entintaba la Publica laetitia, Anto­nio de Honcala dedicó al príncipe Felipe su Pentaplon Christianae pietatis, obra de la que su autor le hizo entrega de un ejemplar ricamente encuadernado. La dedicatoria del autor al heredero va seguida de una interesante estampa -diseñada por el propio autor, quien aparece retratado en el margen izquierdo de la escena- que representa los caminos del bien y del mal, con sus respectivas metas: el cielo y el infierno. En la abigarrada composición se representan las vías del vicio y de la virtud sobre los dos ramos de una gran ypsilon griega, que se abre dejando en el centro un Cristo en la cruz. En la base de la letra se representa al príncipe en varios estadios de su infancia (dormido en la cuna), de su puericia (con los primeros juegos y la enseñanza de las primeras letras), para llegar al adolecente, quien se encuentra ante la encrucijada de la madurez, donde debe elegir entre dos mujeres, la voluptuosa le ofrece una copa y le abre un camino de rosas, cómodo y festivo, pero que se va estrechando de manera progresiva, hasta llevar al hombre a precipitarse en el vacio de la condenación; la modesta, rosario en mano, le anima a ascender el sendero de la virtud que, ensanchándose poco a poco, lleva en su extremo superior hacia la gloria. Allá, el príncipe podía ver cómo la emperatriz Isabel, su madre, salía a recibir a Carlos V. La cuidada ilustración xilográfica de ambos volúmenes, la Laetitia y el Pentaplon, coincide con la renovada imagen arquitectónica del Colegio de San Ildefonso, convertida su antaño fachada de ladrillo en un impresionante monumento plateresco, lleno se significados emblemáticos. La publicación e ilustración xilográfica de estos libros plasma un modelo muy coherente de reinterpretación renacentista sobre el “ser” de la Academia Complutense.

El prototipo que sigue Honcala en la complicada composición que ilustra su Pentaplon, según declara Bouza Alvarez, «no es otro que el de la letra pitagórica, el del mítico Hércules en la encru­cijada, que habían elaborado los clásicos grecolatinos y que, una vez cristianizada en la Edad Media, reflejaba a la perfección la aspiración renacentista de levantar un humanismo cristiano que conjugara la antigüedad clásica con las escrituras».Tras una explicación de la estampa y un prólogo Ad lectorem, comienza el cuerpo de la obra, que Honcala divide en cinco partes: Antitheton, Stauricon, Apophiae, Epinicion y Eulogicon. El título de la obra, Pentaplon, alude precisamente a esta quíntuple división. Respondiendo a los títulos griegos de cada parte, hallamos sucesivamente una contraposi­ción de virtudes y vicios, una exposición de los misterios de la cruz de Cristo, un apéndice que relata prodigios operados en relación con la santa cruz, un canto de victoria (el Epici­nion publicado de manera separada en 1536) y un conjunto de bendiciones espirituales. En un lenguaje sencillo, cargado de referencias bíblicas, el Pentaplon es un libro de espirituali­dad cristiana que se lee con agrado, pese a que -como señala la Fuente Adánez- la apretada letra y la longitud de las líneas, en páginas de formato folio, sin puntos y aparte, no facilita la lectura. Aunque Honcala se movió en la línea del humanismo, no refleja en sus obras las ansias renovadoras que caracterizan a los más destacados exponentes de este movimiento. En particular, -y como señala Fuente Adánez- «dista mucho de compartir las ideas de Erasmo».

JLGS-M

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Bibliografía: Fernando J. BOUZA ÁLVAREZ. “«Vida moral del alfabeto. El canónigo Antonio de Honcada y la letra de Pitágoras”, Fragmentos, 17-19 (1991), pp. 16-29; Alfonso de la FUENTE ADANEZ. Una exégesis para el siglo XVI. Antonio de Honcala (1484-1565) y su Comentario al Génesis, Salamanca: Universidad Pontificia, 1994. Bibliotheca Salmanticensis. Estudios, nº 167; José Luis GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO. Felipe II. La educación de un “felicísimo príncipe” (1527-1545), Madrid: CSIC y Ediciones Polifemo, 2013.