Las fuentes latinas y la cuestión de la corrección de la Vulgata
Si bien pudiera parecer que Cisneros consideró como prioritaria la adquisición de una selecta colección de fuentes manuscritas bíblicas en hebreo, arameo y griego, la abundancia de copias manuscritas e impresas de la Biblia en latín no fue excusa para plantear como innecesaria una búsqueda exhaustiva de las mismas. Muy al contrario, el arzobispo ordenó adquirir algunos códices latinos escogidos por su antigüedad. Ya en 1503 encargaba la copia de un Apocalipsis, y un año más tarde autorizaba la compra en Medina del Campo de dos Biblias que alcanzaron un precio muy elevado (65 ducados). Denominadas como “godas” por su antigüedad, su uso por los miembros de la “academia bíblica cisneriana” hizo que se reabriera el debate sobre la autenticidad del texto latino atribuido a san Jerónimo, la famosa Vulgata, frente a otras versiones previas: la Vetus latina. La Iglesia consideraba a la primera como canónica e intocable; Antonio de Nebrija, en cambio, era de otra opinión, y cuando se le propuso participar en el proyecto científico de la Políglota manifestó con claridad su opinión ante el propio Cisneros.
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Marta Torres Santo Domingo. Directora de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. José Luís Gonzalo Sánchez- Molero. Profesor de Ciencias de la Documentación. (Comentarios en video)