Teratología
El interés por las anomalías y malformaciones alcanzó gran auge durante el siglo XIX. Durante la centuria anterior, se habían superado las concepciones supersticiosas que se vinculaban a estas patologías. No obstante, se mantuvieron teorías tan singulares como la hipótesis “imaginacionista”, según la cual la imaginación de las madres podía provocar malformaciones en el feto. Entre 1832 y 1837 se publica la obra en 4 volúmenes “Histoire générale et particulière des anomalies de l'organisation chez l'homme et les animaux” del francés Isidore Geoffroy Saint-Hilaire (1805-1861). Este autor está considerado como el padre de la teratología, esto es, el estudio científico de las anomalías de los organismos. Estas teorías se complementan con las aportaciones de otras disciplinas como la psiquiatría. Es el caso de la obra del también francés Bénédict Morel (1809-1873), autor del “Traité des dégénérescences physiques, intellectuelles et morales de l'espèce humaine” de 1857. En él, Morel expone su “teoría de la degeneración” que pretende aportar una clasificación de estas patologías que no esté basada solamente en los síntomas y las manifestaciones corporales exteriores, sino que preste especial atención a su etiología, y singularmente, a los problemas hereditarios. Nuevamente fueron las aportaciones francesas las que más influyeron en los médicos y profesores de nuestro país. Estos temas despertaron el interés de destacados investigadores españoles en las especialidades más relacionadas, como es el caso del patólogo Ezequiel Martín de Pedro (1836-1875), el ginecólogo Francisco de Paula Campá y Porta (1838-1892) o el anatomista Florencio Porpeta Llorente (1862-1938).