La enseñanza del latín: del magisterio de Nebrija al de Erasmo
La relevancia académica concedida al estudio del griego y del hebreo fue, sin duda, uno de los signos más distintivos de la apuesta por el Humanismo en la Universidad de Alcalá de Henares, y la fundación del Colegio Trilingüe, o de San Jerónimo en 1528, no hizo más que consolidar las disposiciones cisnerianas; pero en realidad era el dominio del latín el principal objetivo de la formación dispensada a los estudiantes. Antonio de Nebrija representaba en esta época en España el espíritu humanístico de recuperación de un latín literario y pulido. Desde la universidad de Salamanca, durante algunos años, y luego en el ámbito cortesano, había propugnado la importancia de este idioma y proporcionado manuales para su aprendizaje. Cuando en 1513 no logró renovar su cátedra salmantina, el Cardenal le ofreció con rapidez la de Retórica en su nueva universidad. Su sola presencia en Alcalá fue suficiente para consolidar el prestigio de su docencia, así como también le permitió para participar en la edición de la Biblia Políglota de una manera indirecta. Tras el fallecimiento de Nebrija (1522) sus ideas gramaticales y didácticas empezaron a ser sustituidas por las de Erasmo. Fue un proceso gradual, en el que influyeron tanto las características propias del proyecto cultural complutense, como el gran impacto internacional y en España que sus ideas tuvieron.
El magisterio de Erasmo en Alcalá, aunque nunca se verificó de manera personal, al no aceptar las invitaciones que los cardenales Cisneros (1516) y Fonseca (1524) le hicieron para instalarse en España, fue muy fructífero. Ya en 1515 se incluyeron «los proverbios de Herasmo» como lectura obligatoria para los estudiantes de Artes, pero pronto se pasó del Erasmus grammaticus al Erasmus theologus, mucho más atractivo en una universidad que había hecho de la teología la ciencia hegemónica de su docencia. En 1525 Miguel de Eguía emprendió la publicación de una selección de sus obras gramaticales y teológicas más representativas, a pesar de que fue precisamente desde las aulas alcalaínas donde se lanzaron poco antes las más duras críticas contra Erasmo en España a través de Diego López de Zúñiga. Entre 1535 y 1536 la admiración hacia el holandés empezó a decaer, cuando destacados representantes del erasmismo complutense fueron procesados por el Santo Oficio. Pocos años después se observa ya cómo Alcalá se inclina por cultivar un Humanismo menos polémico. Y cuando en 1558 la Inquisición descubrió la existencia de cenáculos protestantes en Sevilla, Valladolid y Toro, el signo de los tiempos cambió radicalmente. Los libros y la propia imagen de Erasmo fueron censurados.
Hans Rudolf Manuel Deutsch. Retrato de Erasmo. Colección particular |